miércoles, 18 de julio de 2012

VIII.


Instinto vs razón.


El reloj marca las 5 de la tarde y mirarlo cada quince minutos ya es un tic (este comportamiento comenzó a las cuatro, aproximadamente). En vez de que el tiempo pase más rápido, como deseo, sucede exactamente lo contrario y una contractura está endureciendo la mitad de mi cuello de tanto girar la cabeza a la izquierda. "Faltan 4 horas para las 9, dejate de joder" me repito sin cesar. Resultados: ninguno, sigo como una pelotuda mirando la hora.

Atiendo el timbre, que me aturde con su aguda melodía musical y le pido a Juan, el portero, que le abra a Flor porque me daba muchísima fiaca bajar. Estos son los beneficios de ser amiga del encargado; es de Racing y nos hemos juntado a fumar afuera, cuando todavía fumaba (¿mencione que estoy intentando dejarlo?) y siempre perdía mis encendedores. Creo que su ayuda desinteresada comenzó cuando le conseguí un autógrafo de Facundo Arana, estrella de la novela en la que estoy trabajando, para su mujer (eterna fan del rubio). Desde ese entonces, me convida fuego, arregla mis desastrosas cañerías y se ríe conmigo de las extravaganzas de la yanqui que vive en el B, departamento de enfrente al mío.

- ¡Gorda! - exclamo al abrir la puerta y encontrarme con mi mejor amiga que se abalanza sobre mí. Me hundo en su hombro mientras cierro los ojos; su contacto es mullido, por el tapado gris y negro que cubre su cuerpo. Nos estrujamos durante el abrazo; nosotras somos así, súper demostrativas.

- Paulita, ¿cómo estás bella? - pregunta Flor, al separarnos y esbozo una sonrisa nerviosa. Estoy atravesando todos los estados de ánimo, creo; extasiada, ansiosa, nerviosa, contenta… la definición exacta sería: pasada de revoluciones. Esto es culpa tuya; nuestro beso y nuestra "cita" de hoy a la noche me tienen así. Vos me tenés así.

- Bien, un poco cansada - agrego, para justificar mi extraño comportamiento, mientras la invito a pasar a la cocina. Flor asiente y camina junto a mi.

- Me imagino. ¿Gonza está mejor? - pregunta con delicadeza y el estado de mi hermano me sirve como coartada para cualquier estado emocional que me aqueje. Suspiro, pero luego esbozo una sonrisa auténtica mientras me apoyo contra la mesada.

- Mucho mejor, ya está fuera de Cuidados Intensivos - y siento que Flor vuelve a abrazarme y me permito exhalar; la noticia la recibimos con mamá, por la madrugada, mientras nos deleitábamos con el asqueroso café del hospital y jugábamos al sudoku. La felicidad que nos invadió al enterarnos (el médico en persona se encargó de notificarnos) es indescriptible con palabras; incredulidad, alivio, risas,  abrazos, llanto. y cuando llegaron papá y Delfi y pasamos a la habitación para ver a Gonza terminaron de acomodarse todas las piezas del rompecabezas; se ordeno el caos y sentí que éramos una familia otra vez, que compartir el mismo sentimiento nos unía, que todo volvía a ser como antes. Que ya no estábamos más separados, que no nos divorciamos como familia. Ahora, pensando en frío y dejando mis ilusiones y caprichos de lado, entiendo que las cosas no van a ser exactamente como antes. Y que lo diferente no tiene que ser necesariamente malo. 

Aflojo mis brazos y ella se aleja, aún sonriendo. Me estiro y paso el agua caliente de al pava eléctrica al termo de acero inoxidable y saco las Oreo de la alacena. Quería las Toddy, pero no las encuentro por ningún lado y no pienso traicionarlas con las Pepito; es más, sospecho que Pepito tiene algo que ver con la desaparición de las otras.

Flor se hace cargo de los mates (es la cebadora oficial) y me ubico en una de las sillas contiguas a la de ella. Reprimo un bostezo; si bien ayer dormí después de días de insomnio, las horas de sueño claramente no me alcanzan. Calculo 72 horas en total, para reponerme.

Que haya podido conciliar el sueño no es un detalle menor. Supongo que tiene que ver con la resolución de dos temas: mi hermano y vos. Así que admito lo que todos saben, menos vos y yo (si, también reconozco que somos los seres más idiotas del planeta). Admito que sos desencadenante de mis emociones (amorosas, entre otras). Que no sos intrascendente… 

Entre cebada y cebada, Flor me pone al día de lo que pasó en el mundo exterior; se ve que mientras estuve entre blancos y butacas de hospital pasaron varias cosas (eso me recuerda que tengo que llamar a mi productora con urgencia). Me cuenta del campeonato de play que organizaron los chicos, de Hernán y su obsesión por Portugal (averiguo que tu predilecto es Bélgica) y de los intentos fracasados de Pipeta por levantarse a Zai. Y todo es risas hasta que inevitablemente Florencia la nombra y mi expresión cambia totalmente.

- Y bueno, después Chechu, que esta obstinada en levantarse a Pepe - y enarco mis cejas, solo para disimular, porque esto no es novedad. Flor carcajea levemente, pero a mi no me causa gracia y mis comisuras se encuentran reticentes a sonreír. Fuck.

Ahora que abiertamente me permito no bancarla (porque admití que te quiero y que me importas) su agudo tono de voz me parece más insoportable que antes, sus comentarios aún más descolgados y sus derrapes, imperdonables. No me olvido que coqueteó con Facundo ni bien tuvo la oportunidad ("nada que ver" según ella, pero su discurso fue poco creíble), como tampoco me olvido de su encuentro del tercer tipo con vos en Gesell, que luego repitió en año nuevo y hace un par de semanas (y Chechu si sabía que vos eras mí chico en Gesell). Con todas mis fuerzas contengo un resoplido.

Lo de Facundo, no me importo porque justamente era Facundo… pero vos sos vos. Incluso, cuando leo sus tweets, siento inmensas ganas de sopapearla y de hacer catarsis clavándole un unfollow. Pero yo supuestamente no te banco (para el ojo ajeno), no somos nada y si no reclame cosas del pasado en su momento... No da revolver. Así que me quedo con mi muda desconfianza y el respeto por la amistad sincera que alguna vez tuvimos. Miro hacia abajo automáticamente; alguna vez me dijeron que mis ojos me delatan y o que menos necesito en este momento es someterme a un interrogatorio.

- Ah, ¿sigue con eso?- pregunto restándole importancia mientras examino la crema de la oreo que tengo en mi mano. Flor revolea los ojos; no sé si porque no me cree nada o por la obviedad que estoy preguntando. Chechu nunca para hasta conseguir lo que quiere... debería saberlo a esta altura. Sin embargo, ¿no es eso lo que estoy haciendo yo con vos? ¿Jugármela hasta el fondo? De una manera mucho más ingenua e inocente, claro.

- Sí, viste como es - y asiento con la cabeza. Lamentablemente, si se como es...  (mastico lentamente la galletita, para no tener que hacer acotaciones)- Igual, me parece que él no le es indiferente.

¿Cómo, cómo, cómo?

- ¿En serio? - pregunto consternada y la castaña acomoda la bombilla en el mate. Nunca le había dado demasiada importancia, porque siempre supuse que Chechu era una más. Este dato me toma por sorpresa y temo delatarme - Digo, es medio difícil saber que le pasa a Peter. Siempre con esa cara de nada...

Antipático, mudito, cara de nada… Solía pensar que tenías una expresión chata y aburrida; hoy pienso que tu misterio es uno de tus mayores atributos, junto a tu humor. Solo hay que saber leerte.

- ¡Qué mala! - exclama Florencia y se que mi comentario fue exactamente el esperado por mi amiga. Era costumbre meter bocadillos de ese tipo - Para mí sí, que se yo... Chechu no dijo mucho, pero yo los vi muy juntitos en el cumple de Pipeta... 

Yo también. Tomo otra galletita, aunque lo único que hago es pasarla entre mis dedos, causando que se desmigaje de a poco.

- ¿Pero pasó algo? - inquiero, desesperada. Saberlo se convirtió en una necesidad más que en una curiosidad, y eso ya es un problema. Se suponía que no era tan difícil empezar una historia sin dramas. 

Flor hace una mueca que no me gusta y juego a adivinar los posibles desenlaces del relato. En mi mente resuenan las palabras "gato", "sin códigos", "mala amiga", "tarado", "chueco", "forro", entre otras. Ningún adjetivo positivo, en resumen.

Me apodero del mate y la miro a los ojos., por tercera vez en la tarde. No creo que me guste la respuesta.

- ¡Seguro! Chu estaba convencida que esa noche se le daba... Y no sería muy loco, si ya estuvieron alguna vez...

Gesell, año nuevo, el balcón en el cumple doble…En realidad, de este último no estoy cien por ciento segura, pero debería darlo por hecho según el relato de Flor. Idiota, idiota, idiota.

De repente no puedo dejar de pensar si lo que yo presencie, fueron solo un par de todas las veces que estuvieron juntos. Porque si se dan, si estuvieron "alguna vez", tranquilamente estuvieron dos. Perseguida mode on.

Carraspeo, sin saber que hacer con mi molestia ¡Que linda previa antes de nuestra cena!

- Ahh - murmuro y agrego una risa falsa, que es lo único que consigo esbozar, porque por dentro me siento en un transitorio knock out.

- Malísimo igual, porque Pedro me gustaba para vos - asegura y me guiña un ojo y siento ganas de revolear el mate, las oreo y a mi amiga por la ventana. Me muerdo el labio, negando con la cabeza, cuando lo que más deseo es asentir. Porque yo también apuesto a nosotros.

Entonces, cambio de tema rápidamente, porque no sé cuanto más puedo sostener mi postura de "antiPedro" y la idea de Chechu y vos juntos. Cuando llegamos a la última galletita, creo que la azúcar me alegro un poco y estoy más tranquila. Flor me avisa que tiene que irse para terminar un laburo para Avon y el saludo es tan efusivo como cuando llego.

Pero cuando cierro la puerta, no necesito actuar para nadie y me doy cuenta que retrasar lo inevitable es una perdida de tiempo y esfuerzos. Me dejo caer pesadamente en el sofá que herede de mi abuela. Reflexiono, protegida en el sillón perfectamente cuidado y rodeado con almohadones de encaje, e intento desdramatizar la situación. Todos tenemos ex, muertos en el placard, pretendientes… asignaturas pendientes. Y no puede ni debe afectarme tanto, pero me afecta. Y me molesta.

La idea de que Chechu no te sea indiferente me carcome... ¡Pero qué sabe Florencia! (Y cuando me acuerdo que fue ella la que insistió en la idea de nosotros dos juntos antes de olvidarla por cansancio, reconozco que Flor sabe).

Y en medio de este torbellino de sentimientos, me doy cuenta. Cecilia y yo no somos iguales. La comparación es tonta y errada; porque para mí no sos ni un capricho ni un juego; esa es una idea de la que intenté convencerme cuando no podía manejar más lo que me pasaba con vos y estaba lejos de admitir que me gustabas de verdad. Pero lo mío con vos no es pasajero...

Suspiro y recuesto mi nuca contra el respaldo. Dimensionar mis sentimientos me da miedo… digamos que soy una persona que le gusta planificar y medir el futuro. Ahora me estoy dando cuenta de que hay cosas que se escapan de mi, pero lo irónico y paradójico de esto, es que pensar en vos como el Pedro de ayer...me calma; bajo el brillo de las estrellas, no se puede mentir. Y lo que tus ojos me dijeron en ese momento, nada tenia que ver con Chechu, con fantasmas del pasado o suposiciones del presente. 

El instinto versus la razón... y unas ganas de no pensar más (porque es volver a lo mismo y volver a lo mismo es al pedo).

Así que me levanto del sillón, me alisto con una sonrisa (la ciclotimia personificada) y me dejo fluir. Me pruebo mil vestuarios antes de quedarme con unas calzas gamuzadas, mis botas favoritas y un montgomery ideal para el frío. La ansiedad me quema pero no dejo que me controle. Hoy los factores externos no tienen que influir. 

Pongo Madonna a todo lo que da y bailo al ritmo de la música, creyéndome la más diosa, aunque este con mi pijama. Porque hoy todo se trata de eso; de seguridad en mí misma... y de nosotros dos. 





¡Disfrutenlo!

Me lo dedico a mi, porque soy una Paula cualquiera.




4 comentarios:

  1. SOS LO MASSSSS!! gracias por escribirr!!

    ResponderEliminar
  2. Tu novela me puede,solo encotre dos personas que me atrapen como vos! gracias por no abandonarnossss!

    @SweetPauChaves

    ResponderEliminar
  3. Me lo termino, me lo termino jaja.

    ResponderEliminar
  4. Debo destacar la parte de la conspiración de las pepitos contra las Toddys, simplemente genial jajaja

    ResponderEliminar