viernes, 13 de julio de 2012

V.


Buscando latidos.

Hay tres cosas en la vida que pueden tranquilizarme por completo: las caricias de mi mamá sobre mi pelo, sincronizadas, dulces y perfectas; los mates con mis amigas, entre charlas y risas; y escuchar los latidos de mis seres queridos. Como a algunas personas les sucede con los perfumes, a mi me pasa con los latidos del corazón. Cuando era chica me pasaba minutos y minutos sobre el pecho de mi papá solo escuchando… y poco a poco mis pulsaciones disminuían cuando estaba nerviosa, ansiosa o asustada.

Según las situaciones a las que nos vemos expuestos, nuestro corazón bombea la sangre con diferentes grados de intensidad. Y aprender a escuchar no es difícil… lo difícil es escuchar en un mundo con tantos ruidos y distracciones. 

El ritmo de tus latidos es claro y espaciado; transmite tranquilidad... Y paz. Lo escuche pocas veces (una o dos), pero no hace falta ser cardiólogo para saber que eso es físicamente extraño para todo lo que fumas. Pero supongamos que no.
Flashback.
17 de enero de 2008, Villa Gesell (Parador Maori).
Playa, gente y estrellas. La combinación perfecta para una noche tan calurosa, que hubiera sido insoportable adentro de un boliche pero que se embellece al aire libre por el refrescante viento que corre. 
Rechazo el alcohol que Pey me ofrece y casi ofendido se pierde entre la gente para seguir bailando y algo más. Hace un día y medio que decidí hacer una desintoxicación de todo el aparato digestivo y para eso, lo único que estoy consumiendo es uva y agua, por el consejo de una amiga (se supone que la uva tiene propiedades sanadoras y no se qué). Quiero que se sepa que pienso quebrar la dieta y engañar a la uva y comerme un pancho con papás pay ni bien volvamos al departamento. O ni bien nos vayamos de la fiesta.
"Perreo intenso" moviliza con su ritmo de reggaeton hasta al más estático y por poco desarma los baffles de los parlantes por la intensidad con la que sale la música de los mismos. Me balanceo al ritmo de la música, mientras con mis ojos te busco disimuladamente.
Buscarte en esta fiesta es como encontrar "dónde está Wally"; la gente amontonada, ebria y entremezclada entre sí no le da importancia a nada más que a divertirse.
Un idiota con camisa desabotonada (casi por completo) me guiña un ojo a unos metros de distancia (cerca de la barra improvisada en diagonal) y me hace señas para que vaya hacia él. Antisexy.
Rápidamente, entiende que no pienso moverme hasta su lugar así que se acerca hacia mí, con aires de superado y una media sonrisa. Enarco una ceja.
- ¿Qué hacemos? Volá de acá flaco - decís seriamente una vez que el castaño guiñador de ojos y yo estamos frente a frente y no sé de dónde saliste. Frunzo el ceño - En serio... Anda.
- Que mala onda eh, nada más quería sacarla a bailar - "nada más": risas, muchas. Asentís sin darle importancia a lo que te explica y reprimo una sonrisa - Nos vemos linda - agrega antes de irse. Carraspeo sin sacarte los ojos de encima, tan así que ni sé a dónde se fue mi nuevo "amigo". Tu cara de molestia es demasiado evidente y se me escapa una sonrisa de satisfacción. No sabía que tenías algún tipo de derecho sobre mí...
- ¿Por qué lo echaste? - pregunto haciéndome la tonta y dejando entrever que quizás quería que se quede (te lo merecés por hacerte el desmemoriado de lo que pasó en Pueblo Límite). Permanecés inmóvil mirándome y tu ciclotimia cuando estas borracho es alarmante. Suspiro.
- Vení te quiero mostrar algo - modulás (las últimas palabras con algo de dificultad) y yo no llego a darte una respuesta que tironeás de mi mano para que te siga. 
Atravesamos un montículo de arena que no merece llamarse medano por su baja estatura (aún así te cuesta caminar derecho por el mismo) y finalmente llegamos al límite entre arena y mar. Todavía puede escucharse fuertemente la música... Pero ahora el silbido del viento cobra presencia en nuestros oídos. 
- ¿Para qué me trajiste acá Pedro? - inquiero curiosa. Vos te rascás la parte anterior a la oreja y me soltás la mano (curioso detalle que aún las entrelazábamos y no me había dado cuenta).
- Te quiero... - y me olvido de cómo respirar. Intento leer tus ojos café, pero por momentos, te distraés con cualquier cosa y más confundida quedo. Porque no podés quererme... Si nosotros casi casi nos odiamos ¿o no? Un beso no cambia nada -Te quiero mostrar algo - finalizás y vuelvo a caer en la dura realidad. De atolondrada y ansiosa que soy, no me había dado cuenta que gracias que podes hilar dos palabras con la cantidad de Fernet que tenés encima. Viva yo.
Qué alivio... ¿Alivio?
Me señalas la orilla con una sonrisa (¿ya dije que me encanta tu sonrisa?) Y te miro, desentendida.
- ¿Viste la espuma que hace cuando llega el agua? - decís como si fuera el dato más interesante del mundo y te miro escéptica - Como el Fernet cuando le ponés Coca - agregás y carcajeo fuertemente. Debería estar registrando todo esto.
- Qué lindo... Che ¿Y para esto me espantaste a un pretendiente? - desafío con interés y esbozás una mueca que no terminas de realizar. Pareces ofuscado y empiezo a sospechar que este jueguito del borracho es más fingido que real - ¿No será que querías quedarte solo conmigo?
- Te extrañé Pau - murmurás clavando tus ojos con los míos y relativamente cerca. Esa capacidad tuya de descolocarme tan repentinamente no me está gustando. 
- No me chamulles Pedro - musito molesta y esta leve agresividad como mecanismo de defensa empieza a jugarme en contra. No quiero alejarte - Yo no soy una mina cualquiera que podés inventarle un cuentito y se lo va a creer.
- No sos cualquiera - murmurás y solo me limito a observarte. Pestañeás - Escuchá - y volvés adueñarte de mi mano izquierda y la acomodás sobre tu pecho. Sentir más que escuchar... Pero todo vale.
No estoy prestando mucha atención a tus latidos, porque nuestras miradas se encuentran, entrecruzan y conectan. Pero los presiento claros, casi táctiles y poco espaciados entre cada uno. Un escalofrío recorre mi columna cervical. 
- Sos la más linda - agregás y saco mi mano de tu pecho con rapidez. Apuesto cualquier cosa que me estoy sonrojando, pero por la oscuridad y tu estado medio de consciencia no creo que lo notes.
- Pensé que la más linda era Julieta - digo con leve irritación (en referencia a una conocida de Pey que supuestamente era la más linda de todo Adrogué y está muerta con vos) y no sé por qué estoy empecinada en arruinar momentos. Permanecés impasible y poco afectado por lo que acabo de decirte. Pau 1 - Julieta 0.
- La más linda sos vos - me contradecís con seguridad y me permito regalarte una sonrisa.
- Mejor así Peter - anuncio y me tomás de la cintura un poco a lo bruto (de vez en cuando, algo de salvaje es divertido) pero con firmeza. Rodeo con mis brazos tu cuello y siento tu respiración cada vez más cerca. Y te atrevés a besarme y tus labios saben igual que anteayer; a esa mezcla inconfundible de menta con Branca y puchos.
Y agradezco que lo hagas.
Fin flashback.


Las agujas del reloj me hacen acordar a tus latidos (el sonido que emanan, claro está). Exactos, pausados, perfectamente sincronizados. Se me escapa un suspiro por la especie de flashback que acabo de revivir y me agradezco a mí misma por cortar esa avalancha de recuerdos en el momento justo (obvie lo que paso días después en Gesell, nuestra indiferencia, malentendidos nunca aclarados, Chechu, Facundo, terceros irrelevantes). Bah, terceros… para que sean tres primero tienen que ser dos y nosotros… mejor dejémoslo ahí.

"¿Cuándo va a ser el día que podamos hablar bien? / No sé ojalá sea pronto"

Ese fragmento de nuestro último diálogo se repite en mi cabeza y me pregunto cuándo es pronto, porque mi nivel de ansiedad no permite otra cosa que exactitudes. Y sí, ya no me gasto en negar lo innegable; supere esa etapa, tanto como la de furia desmedida, y ahora estoy negociando conmigo misma. Asimilando que me importás más de lo que debería, pero que el deber no es siempre lo que es.

Odio la filosofía así que me quedo con lo único que tengo claro en este mar de sentimientos encontrados: me encantás. Me desarmás con tu sonrisa, con tu mirada e incluso con tus "emmmmm" (aunque parezcas tonto por tantas veces que lo repetís). Con tus rascadas en el cuello y tus camisas cuadrille.

Antes, mas o menos para cuando te hacías el bohemio porque estudiabas Producción en TEA Imagen y tu noviecita del momento Cine en el IUNA, hacía la mímica de tus diálogos, exagerando los "emms" y las rascadas en el cuello. Me odiabas y te odie (y te lo merecías por cargarme con Racing y la promoción todo ese año).

"Del amor al odio hay un solo paso" dijo alguien alguna vez, sin dimensionar la gran verdad que puso a la luz para los años siguientes. Pero ¿alguna vez lo nuestro fue odio?No sinceramente. Amor tampoco…  aunque lo que sí, tenemos una conexión muy fuerte más allá de la evidente atracción física. Y cuentas pendientes. Varias.

Arremango mi campera color verde militar mientras intento prepararme un café instantáneo Dolka en la mesada de la cocina. Mi desafío es intentar que quede espumoso como los que sirven en los bares y cafés, pero bato y bato y no consigo más que una molestia en la muñeca y que el contenido esté igual que al principio. Como me aburrí de batir (y claramente soy una inútil en esto), dejo mi Maru Botana interna de lado y vierto el agua caliente en la taza; lo convencional nunca falla.

El teléfono irrumpe mi momento de soledad, con su estruendosa melodía, y enarco una ceja al ver en la pantalla el nombre de mi hermana. Digamos que el sábado (luego de que me ruegue, me perjure, me soborne y me prometa) accedí a cubrirla para que pudiera salir a una fiesta aunque estuviera castigada; la coartada: noche de hermanas. La cuestión es que mamá se terminó enterando por culpa de Delfina y caímos las dos (a mi con mis 24 años ya no puede castigarme con nada pero el sermón me lo comí igual). Aún estaba un poco molesta.

- ¡Pepi! - saludo al decidir que ya es tiempo de perdonar a mi hermana por su pequeño error. A mamá ya se le iba a pasar.

- Pochi… - y escuchar la voz dulce de mi vieja me desorienta, por completo. Y no me hace falta escuchar sus latidos para darme cuenta que algo extraño está pasando.

- Ma ¿por qué me llamás desde el celular de la Pepona? - inquiero con tranquilidad.

- Es que el mío se quedo sin batería - explica y exhalar me descomprime el pecho momentáneamente. Escucho a Alejandra tomar una bocanada de aire, en medio del silencio - Hija, Gonza… tuvo un accidente con el auto, está… delicado - mis dedos se entumecen y el celular no se cae porque esta encerrado en la palma de mi mano - Estamos en el hospital con Delfi - hace un pausa esperando una reacción mía que nunca llega y luego continúa - Papá te va a pasar a buscar para que no tengas que manejar hasta acá mi amor. 

Y a mi cerebro le cuesta asimilar lo que mi mamá está diciendo, porque inconscientemente no lo quiero creer. Trato de buscar el error, la falla, algún indicio que me diga que entendí mal, que esto es un sueño o que mi mamá está confundida. Pero su tono triste y quebrado para hablarme, ocultado por una entereza que en este momento no es capaz de fingir, se me ríe en la cara y me dice que Alejandra no miente. Que los latidos de mi hermano están contados. Que no se cuántos le quedan.

No sé cuando las lágrimas comienzan a resbalarse por mis mejillas, pero cuando me doy cuenta noto mis pómulos húmedos. Hipo un poco y mi mamá respeta este momento que necesito para asimilar las cosas; a veces en silencio nos entendemos mejor. Me siento en el piso antes de caerme, luego de cortar el teléfono, y dejo salir todas esas lágrimas que retuve para no hacer sentir peor a mamá. 

Me ovillo en el piso de madera  y me acurruco entre mis rodillas; siento tantas cosas que me pesa el cuerpo. Los recuerdos con mi hermano no tardan en llegar, sus risas, sus consejos, nuestras peleas, nuestros veranos en Pinamar, las caminatas al colegio… Tantas imágenes en mi cabeza me marean y siento que estoy a punto de colapsar.

"Gonza va a estar bien".

Inspiro una gran cantidad de aire y me aferro lo más que puedo a esa última frase que dijo mamá; de otra manera no creo poder reunir la fuerza suficiente para enfrentarme a esa lucha que es inevitable y de la que quiero y debo participar; por mi falso mellizo, por Gonza (y creo que nadie que no tenga un hermano, entiende ese lazo invisible que une nuestras almas).

Y de repente, me encuentro sola, débil y desorientada. Pero buscando latidos; los suyos.







Faaaaa, no me esperaban. Yo tampoco, pero como no se que va a ser de mi este finde quise mimarlas un poco (?). 

Amo este capítulo, el flashback sobre todo.

En fin espero que lo disfruten, desconchen! Nos vemos prontito.

Lluevales Pedros Alfonsos sonrientes con camisas desabotonadas a cuadros.

PD: Lau, ahora te vas a dar cuenta de lo que te decía. Te quiero mil <3 

4 comentarios:

  1. lo de gonzalo me deprimió un poco, che... no lo mates Jajajaja

    AME EL FLASHBACK *suspira* MUCHO. Y me copa que subas tan de seguido, GEÑA.

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  2. La verdad, me gusto más cuando él le hizo de productor que el flashback! Siento que es más real, no sé, ja! Me encanta!! :)

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  3. aaaaaaaaaaa juro que esta novela me puede

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  4. Gracias por el cambio de letra, querida amiga jajajaja, lo aprecio :P

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