viernes, 6 de julio de 2012

II.



La heladera de la muerte
Me alcanzan los dedos de una mano para contar las veces que vos y yo nos llevamos realmente bien. Efímeros momentos, perdidos entre miradas burlonas y simulaciones de que el otro no existía.
El primero, el beso del boliche en Gesell. El día siguiente transcurrió como cualquier otro; como si el alcohol nos hubiera borrado la memoria y siguiéramos siendo los mismos pibes que no pegan ni con la gotita. Algo similar paso una noche que fuimos a una fiesta en la playa y sin saber como, terminamos a los besos en el mar, como si fuéramos la pareja más perfecta del universo. Y al día siguiente; comunicación y miradas con cupo.
Idiotas desmemoriados.
Pero como dicen, lo que paso en Gesell queda en Gesell y cuando volvimos a Buenos Aires éramos esos dos malos conocidos otra vez … casi extraños(o simulábamos que lo éramos). Quizás tuvo que ver que en el medio, apareció Martín un "chongo", con el que venía hablando hacía unas semanas, en Bocata (otro boliche) y... bueno. Mala mía.
Sin embargo, nunca me dijiste nada o diste a entender que ¿lo nuestro? fueran mas que besos de una o dos noches causados por aburrimiento y calor. Y si te molesto, no lo exteriorizaste (bah, estuviste más distante de mi que de costumbre pero en su momento no lo note como algo inusual).
Hombre e histérico, mala combinación (prefiero creer que lo sos, antes de pensar que te soy indiferente).
Entonces te banqué menos y te odie más (odio entre comillas). Y para mi mala suerte, ustedes, los amigos de Hernán, se integraron a nuestro grupo de amigas y entre ellos vos. Y volviste con tu silencio insoportable, tus diálogos pausados, tus "eeeemmmm" y esas acotaciones con las que te creías el más inteligente, cuando en realidad eras el más goma. 
Te llamé persona no grata en el momento que te reíste 10 minutos sin parar de mis "pichicatear", "yo me posesiono en la pasarela" y "para pelear hacen falta dos". También cuando te atreviste (porque sos un descarado) a decirme chueca por mi leve inclinación hacia adentro de la pierna izquierda cuando sos la persona con piernas más desviadas de Mármol y Buenos Aires. 
Mis amigas al principio me daban la segunda; opinaban que eras un mala onda sin gracia que parecía retardado. Bueno, hasta que en la tercer salida grupal cambiaron de opinión (se complotaron todas, estoy segura) y dijeron que vos, Peter, eras lo más. E incluso que estaba para darte para que guardes, archives y otros adjetivos que no tengo ganas de reproducir en este momento.
Ratatatatatata (ametralladora para todas). 
Mi indignación alcanzó niveles impensados, pero ellas no tenían idea de lo que había pasado en Gesell (salvo Flor, que se solidarizo conmigo) y en realidad tampoco debería molestarme. Porque ese desliz (no sé como llamarlo) nos fue indiferentes a los dos. Pero me molestaba.
Me odio por ser tan enroscada.
Exhalo una gran cantidad de aire, mientras recorro el living sin saber por qué me dirigí allí en primer lugar. Considero prepararme algo para cenar pero hoy, sábado, solo hay pan, queso y coca cola a medio acabar. Y ahí se terminan mis víveres, sin contar el paquete de galletitas Toddy en la alacena (es un misterio como sobrevivo sola).
No tengo ganas de esperar el delivery y en dos horas tengo que pasar a buscar a Zaira para ir a la bendita fiesta a la que me comprometí a ir y a la que ahora dudo asistir. Me preparo un mísero tostado de queso y comienzo la producción para ambos cumpleaños que se festejaban, incluyendo make up, ropa y tratamiento rápido de belleza.
Y cuando me doy cuenta del resultado final, observándome al espejo, veo que inconscientemente me vestí demasiado provocativa; lo cual podía significar para el ojo ajeno dos cosas: que estoy muy desesperada, o que voy para mostrarme e histeriquearle a alguien o a varios. A uno. A vos. 
Ajam (ya se la respuesta).
No quiero admitirlo pero voy a dejar todos mis prejuicios, problemas personales que tenemos y ese pacto implícito que hicimos de no agresión entre nosotros para no aburrir a los demás en las reuniones y voy a reconocer que te tengo ganas. Muchas. Demasiadas.
Y de paso, confieso que no me alcanzaron ni los primeros besos que nos dimos, ni los segundos. Tampoco la única charla que entablamos seriamente los dos (en el 2009), donde me contaste cómo te dolía el fallecimiento de tu mamá y a mi, la separación de mis viejos (que se les dio por querer experimentar qué es estar soltero con 20 años de casados). Creo que nunca se lo contaste a nadie y es hoy que no entiendo por qué me elegiste a mí para abrirte de esa manera. Tal vez porque te es más fácil contarle a alguien que no es tu amigo.
Ni esas 3 cosas ni nuestro último contacto, en año nuevo (fines 2010), el cual tengo pocos deseos de recordar porque me provoca ganas de atropellarte con mi auto. Y menos me alcanza "despreciarte" tanto… porque eso me hace desearte más. Me muerdo el labio, casi inconscientemente y decido intentar poner en práctica esos ejercicios que aprendí en meditación para poner la mente en blanco (y que nunca me salieron).
Mi imagen en el espejo me baja a la realidad y me recuerda lo poco apropiada que estoy vestida para la fiesta. Me digo a mi misma que puedo ser sexy sin ser vulgar y después de una hora ya estoy arreglada y correcta; ni muy muy ni tan tan. Acto seguido me saco una foto para subir a twitter (soy adicta a las redes sociales y necesito un poco que me suban el autoestima) y agarro las llaves del auto para salir y prepararme mentalmente para lo que puede pasar. O lo que quiero que pase.
Zaira me entretiene durante todo el viaje y no me deja pensar en todo eso que me estuvo atormentando minutos atrás en el departamento. Ella también esta soltera; aunque a veces le agarra el síndrome de dependencia del ex (o actual, porque nunca se sabe) y le dice chau al amor propio y a la dignidad. A mi me pasa exactamente lo contrario; no podría importarme menos Facundo.
- Flor ya está allá - comento mientras reviso los chats no leídos en el Blackberry messenger (con el semáforo en rojo) y Zairu asiente a mi lado, en la butaca del acompañante - Y está con Chechu - y no puedo evitar el tono irritado de mi voz, que Zaira percibe al instante. Enarca una ceja.
- ¿Que pasó con Chechu? - pregunta intrigada y me tomo unos segundos para dar una respuesta con la menor cantidad de información posible. No quiero hablar de lo que pasó en año nuevo, ya lo dije. 
- Nada Cachorra, es que ya no me gustan algunas actitudes que tiene - y la morocha presiona entre sus dedos, pensativa, su celular. Se que no me cree del todo, pero estoy segura que no tiene idea que tiene algo que ver con vos. Soy lo suficientemente discreta como para que nadie sepa lo que pasa. Lo que pasó.
- Sí, a mi tampoco me parece que este bueno lo que hace con los hombres - agrega y la morocha es exactamente lo contrario a Cecilia. Zaira es ingenua (Chechu se hace), dulce y con tiempos bastante particulares. Chechu no tiene tiempos - Pero es nuestra amiga y tenemos que aceptarla como es, que se yo. Mientras no se meta con algún chico nuestro, todo bien - y mi amiga ríe y mi mente reproduce al instante " y justamente, esa es la cuestión". Sonrío como dándole la razón, porque si profundizamos en el tema tenemos como para dos horas y tengo que explicarle a Zaira, que sos mi asignatura pendiente. Pero no concuerdo con lo último que dijo porque a Cecilia los códigos se le olvidaron a principios del 2010. Y ella si sabía del beso en la playa.
Zorra.
- Es verdad - y quiero reír pero mi risa suena como una tos ronca así que aprovecho que el semáforo cambio a verde para arrancar el auto y concentrarme en la seguridad vial de los peatones que cruzan las calles cuando se les canta.
Solo una vez fui al departamento de Pey y fue justamente, para despedir el 2009. Es amplio y cómodo, ideal para hacer reuniones y fiestas con amigos. Además los vecinos son muy copados y no se quejan de los ruidos y descontrol que podemos llegar a hacer en ese 4 "A". Me saluda cariñosamente cuando baja a abrirme la puerta de entrada (me abalancé prácticamente para desearle un feliz cumpleaños), pero dejo de ser el centro de atención en el momento que ve quien era mi acompañante. Hago un chiste acerca de eso y se que el dueño de casa me odia, pero lo abrazo para que se olvide que lo hice quedar mal y nos metemos en el ascensor. Zaira se pone colorada y él supera su color facial por varios tonos.
Con Zairu nos miramos cómplices antes de entrar y no me cuesta ubicar a Flor porque nos llama con un grito ni bien cruzamos la puerta del departamento, haciendo que todos los presentes giren la cabeza y miren nuestra entrada ¿triunfal? (hola a todos). Te busco y te encuentro con esa expresión ilegible y quiero autogolpearme porque me gustaría que al menos te deslumbres un poco. Espero que mi desilusión no se haya manifestado en mi rostro y simulo una emoción totalmente exagerada. 
La música invade mis oídos pero no es exageradamente alta así que aún puedo escuchar a los demás. Después de acomodarme en el ambiente, comienzo a divertirme de verdad e incluso me siento cómoda. Los chicos son muy buena onda y entre nosotros siempre hubo la mejor. Sin embargo, la situación comienza a desbordarme cuando las anécdotas de Gesell 2008 comienzan a hacer acto de presencia, casi cacheteándome en la cara ¡Qué bueno!
- Me voy a la cocina, a buscar hielo - anuncio con una sonrisa antes de retirarme y me pregunto donde estás, porque desde que entre a la casa de Pipeta te vi sólo una vez y ahora entre tanta gente te perdí de vista. Seguro estás fumando en el balcón. 
Llego a la heladera y la abro para inspeccionar su interior y hacer tiempo antes de volver; quizás se aburrieron de hablar del pasado y cambiaron de tema. Ojalá.
Se nota que el Pipeta es hombre y vive solo, porque en la heladera solo hay cerveza, coca cola y un pedazo de queso. Enarco una ceja y abro de una vez el freezer, para sacar el hielo que venía a buscar para mi Champagne (en realidad, debería llevar directamente la hielera al living). Me apoyo contra el electrodoméstico porque acabo de decidir hacer una parada estratégica en la cocina por tiempo indeterminado y te veo.
Y allí estás entrando a la cocina (que estaba completamente a oscuras porque no encontré el botón para prender la luz), con esa camisa a cuadros, con dos botones sin abotonar,  que te queda tan malditamente bien. No puedo verte con claridad, pero creo que sonreís. Forro.
- Pau - murmurás a una distancia considerable y por alguna extraña razón mi cuerpo decidió que estoy más segura acostada contra la heladera. Me muerdo el labio.
- Feliz cumple atrasado - te felicito suavemente, casi con dulzura, y vos tomás eso como un permiso para acercarse un poco más. Desvío la mirada, aunque no puedas ver mis ojos verdes (mejor, porque siempre me delatan).
- Gracias, igual ya me felicitaste - decís y de pronto tu mano derecha usa de apoyo la puerta de la heladera, como todo mi cuerpo. Estoy encerrada.
- Sí, pero no personalmente - y me arrepiento al instante de haber dicho eso, porque doy a entender que me importa saludarte en tu día.
- Qué correcta… - murmurás y no sé si es un cumplido o una burla. Carraspeo fuertemente, porque tu respiración entrecortada, la puerta de la heladera, vos, yo y la oscuridad me hacen acordar a año nuevo. Y me prometí que estos ayuda memoria no me iban a afectar ni hacerme olvidar que lo mío con vos era una simple cuenta sin saldar. Sólo eso.
- Soy muy educada.
- ¿Te diste cuenta que estamos igual que en año nuevo? - inquirís con una voz sensual y tengo ganas de revolearte el Champagne por la cabeza. Sí, es obvio que me di cuenta y que estoy reviviendo una y otra vez esa noche. Yo también estoy presa del deja vú y tu tono interesante para hablar, tu camisa desabotonada y tu aliento a cigarrillo no colaboran.
Idiota.
- Es verdad, no me había dado cuenta - Mentira 1 - Ni me acordaba de año nuevo… - Mentira 2 y pareces hasta un poco decepcionado. Y yo soy una estúpida, porque si tantas ganas te tengo debería aprovechar que me diste un pie para que algo pase, que te tengo a dos centímetros de distancia y que la oscuridad que nos envuelve, no deja ver nuestras verdaderas emociones. Al menos las físicas.
Y está bien, porque creo que las cosas entre nosotros así funcionan mejor. Quizás, esta es la única manera que podemos vernos realmente.
Siento que retirás la mano de la heladera y que aunque solo te hayas alejado un poco, la distancia entre nosotros alcanza límites incalculables otra vez.
- Claro, que te vas a acordar… - y no entiendo a que viene ese comentario cargado de agresividad. Matate - ¿Te corrés así saco una Coca? - pedís con ese tono insoportable que usas siempre y no tenés cara para hacerme un ofendido.
- ¿Por qué no me corrés vos? Digo, siempre te gusta tomar la iniciativa - musito furiosa y se que estoy jugando con fuego, pero me quiero quemar.
- Porque se me fueron las ganas de agarrar la Coca - replicas y te perdés en la oscuridad, dejándome con la palabra en la boca. Y no hay cosa que me moleste más, que eso.
Entonces ahí estoy, aún en la puerta de la heladera, con la hielera semi derretida, el Champagne a medio acabar y con una cara de incredulidad que habla por sí misma. Gracias que estoy a oscuras.




Holaaaaaa. Bueno, es larguito y capaz algo presta a confusión así que explico brevemente: Pau y Pepe se conocen desde un poquito antes de Gesell y mas que de los incidentes que vamos conociendo, ellos no se llevan, es más prácticamente no se bancan. Los opuestos se atraen dicen... y siempre hay algún tercero dando vueltas.
Nada, espero que les guste! y aparecí hoy porque mañana tengo una cita en el Picadilly con dos personitas cuyo nombre empieza con P y termina con aula y edro. Cuak.
En fin, disfruten el finde largo y a partir del jueves de la semana que viene me tendrán seguidin. Deseenme suerte :( jajaja.
Que lluevan fotos inéditas de PyP ! (como nos cagaron los de caras jaja)

10 comentarios:

  1. Qué feo!! Eso no se le hace a una mujer (?)
    Ojalá muera de sed!

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  2. geniaaaaaaaal, as always. Pau le hubiera dado un abrazo de cumpleaños, o el un abrazo de bienvenida a ella (?) jajajajaja espero que pase algo antes del capitulo 10, nos haces sufrir ADRIANAAAAAAAAA! jaja
    Acá Mar, cambio #prrrip

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    1. Obvio que va a suceder algo antes del 10, te vas a tragar todas tus palabras PANQUECA

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  3. Ah, una cosa: La tipografía de los comentarios y de la columna de la derecha es una caca, no leo una goma Lucía, solucioname eso... Jajajajaja ahora si, cambio y fuera #priiipp

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    1. Y ya te lo solucione numero 1, igual no me gusta como queda jajajajaj

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  4. hay juro que amo tus novelas. son muy adictivas. kajsdkasjdkasjd

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  5. No sé si te dije esto cuando lo leí la primera, pero la actitud del final de Paula, de perder la chance es tan Jime jaja. Viste viste como estoy avanzando :P

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