III.

Celos.

No soy celosa de lo que se dice enferma de los celos. Siento esa molestia, irritación, angustia (es que son varios los estados por los que pasas cuando estas celosa) pero en las medidas convencionales; celos mesurados, normales, sanos. Eso sí, cuando se trata de mi papá y mis hermanos, soy la peor. La más caprichosa, la más egoísta. Mis hermanos son míos y mi papá es el hombre de mi vida; y me importan tres carajos los complejos de Edipo, Electra y sus amigos. Con mamá el tema es distinto… mamá es mamá.

Por eso no puedo decodificar qué es lo que estoy sintiendo en este momento, al verte charlar muy de cerca con Cecilia (la odio la odio la odio y a vos te odio más). Estoy apretando la copa demasiado fuerte y presiento que no va a terminar la noche entera. Como temo por la salud de mi mano izquierda, dejo la copa sobre la mesa y me ubico dándote la espalda, para obligarme a dejar de mirarlos.

Zaira se acerca a mí y comienza a contarme el mensaje inoportuno de su ex/actual y yo no estoy en las condiciones mentales para escucharla. En sus pausas inclino la cabeza asintiendo o murmuró "mmm", "claro" y "te entiendo"como para que no sospeche que en realidad no estoy prestando atención a lo que me está contando. Mi pie (el chueco) no para de rebotar en el piso de madera, Zairu no para de hablar y Flor y Hernán, que estaban a mi lado, ya se perdieron en algún cuarto de la casa. Bien.

De pronto, siento como una mano acaricia súbitamente mi hombro y me doy vuelta de inmediato para encontrarme con la persona que menos me quería cruzar.

- ¡Chiquis! - piña piña piña para Chechu. Zai se sonríe y yo trato de imitarla; no me sale ser falsa, pero haber estudiado teatro por años de algo me tiene que servir. Acomoda su cabello al costado y hace esa mueca que realiza siempre que se muere de ganas de contar algo. Carraspeo.

- ¿Qué onda con Pepe vos? - pregunta la morocha divertida y le agradezco porque la verdad, es que yo también quiero saber.

- La mejor… me parece que hoy me lo llevo a casa - simplificó con una sonrisa y me dejo de llegar el oxigeno al cerebro. Cecilia se me había adelantado… una vez más - Tenemos una cuenta pendiente…

- ¡Me parecía que había algo ahí eh! - añade Zaira mirando cómplicemente a la rubia y yo me muerdo el labio, pero disimulo mi irritación con una sonrisa acorde al relato.

- ¿Qué raro vos y Pedro no? Como que no pegan - y me sale desde lo más profundo del alma y es una opinión completamente objetiva... ¿Objetiva en mi subjetividad? No pegaban y punto.

Chechu me mira curiosa y Zaira se ríe (gracias Cachorra por pensar que es un chiste). Y se que la rubia sabe lo que se supone que nadie sabía, porque nos sabe de esa noche en la playa (difícil no saber, con Florencia contando a los cuatro vientos) y también nos vio en año nuevo. Sabe que me gustás, que los que tenemos cuentas pendientes en realidad somos nosotros y que estoy un poco (solo un poco) celosa de vos y ella. Pero yo sé que a Chechu eso no le importa en lo más mínimo; como tampoco le importo tirarle onda a Facundo cuando terminamos (decí que a él se lo regalo con moño y en bandeja).

En mi mente, tengo la teoría de que en realidad me molesta tanto porque es ella la que esta metida en el medio. Esbozo una media sonrisa y ella bebe el Gancia con Sprite que reposa encerrado en su mano derecha antes de formular una respuesta. 

- A simple vista capaz… pero tenemos mucha química - refuta y con ese tono dulce y esa sonrisa estúpida me lo restriega en la cara. Y se me vienen a la cabeza fragmentos de esa noche y de los eventos desafortunados en los que finalizo. Gracias Chechu por tener tan pocos códigos.

Flashback.

31 de diciembre de 2009, Palermo.

Año nuevo, vida nueva. Así dicen y más que nunca, necesitaba empezar el primer día del 2010 con la pierna derecha. La obstinación de Florencia por juntarnos a festejar las fiestas termino por convencerme y accedí a unirme a la reunión que hacían en la casa de Pipeta. Probablemente la facilidad para convencerme tuvo que ver con que no tenía ganas de pasar la víspera de año nuevo con mi papá y su nueva pareja 15 años menor.  Diganme egoísta, malcriada y maleducada; no me importa.

El clima es ameno y las risas resuenan en el living. Vos estás muy hablador y eso que recién estás por el primer Fernet (hasta me saludaste con un abrazo cuando llegue cosa que me hizo sonrojar, espero que no lo hayas notado). Chechu me abraza de costado y me convida un cigarrillo mentolado como los que me gustan a mí, mientras nos acomodamos en el sillón. Zaira vuelve de hablar por teléfono con Lucas (ese pibe no puede caerme peor) y se sienta una vez finalizada la llamada para contarnos la última discusión que acaban de tener recién por la última producción de ropa interior que Zairu hizo para Promesse. Machista.

- Voy a buscar hielo - me ofrezco cuando todos comienzan a quejarse por la falta del mismo. El calor es apenas soportable, los ventiladores no pueden estar más fuerte (Pipeta, comprate un aire acondicionado) y el ventanal que da al balcón está abierto por completo. Abandono la mesa pero antes de dirigirme a la cocina te busco de reojo, sin los resultados esperados. Exhalo una gran bocanada de aire mientras me dirijo hacia la cocina, a metros de distancia, y agito mis pulseras a medida que avanzo.

E inesperadamente, te encuentro apoyado contra la mesada frente a la heladera, con la remera escote en v (que bien te queda el violeta) en contraste con tu bronceado (que apenas puede apreciarse entre tanta oscuridad), un rosario de madera y el vaso de Fernet en la mano (infaltable). Las luces de afuera alumbran levemente tu rostro y noto que no te sorprende en lo más mínimo mi presencia ¿Me estabas esperando?

- Hola - saludo y vos me sonreís. Eso es bueno, supongo. Me doy vuelta para alcanzar el freezer y me parás, tomándome del hombro. Otra vez los escalofríos recorriendo mi cuerpo; debe ser estática. Sí, es estática.

- Yo tengo la hielera - explicás y apoyo mi espalda contra la heladera, porque nuestra cercanía me hace perder el equilibrio. Hago una mueca imperceptible.

- Ah - me limito a contestar y me encantaría que se me ocurra algo más interesante, pero la verdad que la situación no colabora con mi inventiva. No te veo muy bien, pero se que aprovechaste nuestro silencio para tomar un sorbo de tu bebida ¿Será que estás tomando valor para decirme algo?

Y los invitados en el departamento, en todo el edificio y la cuadra comienzan a hacer la cuenta regresiva para despedir al 2009 y darle la bienvenida al 2010 y vos y yo no hacemos más que mirarnos. Nadie parece acordarse que faltamos y eso, en realidad, es una ventaja. Te vas acercando a medida que los números van bajando y no deben separarnos mas de 3 centímetros cuando falta solo un segundo para que empiece el año nuevo. Tu perfume me invade y recuerdo que usas el mismo desde que nos conocemos; desde ese día que nos presentaron y me caíste terriblemente mal. Que irónico. 

- Feliz año nuevo - susurro entre mis labios y ahora mi nariz choca estratégicamente con la tuya. Mi corazón adopta un ritmo descoordinado con demasiados altos y algunos bajos y de alguna loca manera siento que está sincronizado con el tuyo. Entonces es cuando la aversión que me provocas deja de tener sentido y me olvido de todo lo demás. Y solo pienso en vos.

Tomás dominio de mis labios en silencio y nuevamente nuestras bocas vuelven a fundirse en esos besos vehementes, necesarios y apasionados. Tu mano izquierda hace presión contra mi nuca y tu derecha, sirve de sostén contra la puerta de la heladera (que también sirve de apoyo para mi espalda). Te muerdo el labio para que entiendas que esto no es sólo tu juego sino que mío también y siento como tu cuerpo se relaja. Y si no estuviera la heladera atrás no se dónde terminaríamos.

Perdemos la noción del tiempo y siento que me ahogo por la cantidad ínfima de aire que queda en mis pulmones pero no quiero cortar el beso, porque hablar no es justamente lo nuestro. 

- Siempre… siempre terminamos igual nosotros dos - acoto una vez que nos separamos, desesperados por buscar aire. Tus ojos café brillan por la luz de la luna y mi respiración agitada se confunde con los festejos de afuera.

- Digamos que es nuestra forma de entendernos - agregás y cuando te sonrío, me robás un beso. Frunzo el ceño - Me encanta cuando sonreís.

Me muerdo el labio y no me acuerdo por qué es que no te banco. Pisos abajo, comienzan a explotar los petardos y los fuegos artificiales, y quiero matar a los pendejos porque nos desconcentraron por completo. Me siento la Grinch del año nuevo.

- ¿Tenés puchos? - pregunto en un manotazo de ahogado por continuar con el ambiente distendido que habíamos logrado. Sacas del bolsillo de tu jean un atado y me extendés un Marlboro junto a tu encendedor de River. Odio los Marlboro, pero no es momento para ponerme exquisita.

- ¿Estás de novia? - y me sorprende que seas tan directo. Rascas tu sien, aparentemente nervioso por escuchar mi respuesta. 

- No - respondo sin dar vueltas; ya no da hacerme la misteriosa. Al fin y al cabo, tus besos son lo único que me importa en este momento. Doy una pitada y exhalo lentamente el humo (definitivamente los Marlboro son muy fuertes para mí) - ¿Vos?

- Tampoco - y te apoyás de la manera más sexy que se te ocurre en la mesada. Ya sabía que estabas soltero, porque logre sacárselo a Florencia sin que se diera cuenta, mientras me hablaba de Hernán y sus cosas. Esbocé una sonrisa triunfante.

- Qué bueno - murmuro con absoluta sinceridad y vos reís. Me encanta tu risa, es muy contagiosa (vos también sos lindo cuando te reís).

- ¡Acá estaban! - exclama Zaira alegremente y como la falta de luz nos oculta, no puede ver como la estoy fulminando con la mirada por aparecerse justo ahora. Vos despeinás tu cabello y acercás el vaso de plástico a tu boca, dejándome a mí la tarea de dar explicaciones. Gracias eh, sos un copado.

- Sí, vine a buscar hielo y nos quedamos fumando un cigarrillo - le comentó a mi amiga mientras la abrazo por la cintura y volvemos al living. Dejarla más tiempo a la morocha entre nosotros era peligroso; en cualquier momento podía venirse un ping pong de preguntas y respuestas.

- Linda manera de empezar el año - bromea Zaira y no puedo descifrar el tono que utiliza. La abrazo para hacerla olvidar de lo que no vio y nos reunimos con todos los demás.

Acomodo un mechón de pelo rubio tras mi oreja, dejando ver mi colorido aro de plumas, antes de abrazar fuertemente a Flor con la excusa de festejar el inicio del 2010 y volver a sentarme en mi lugar en el sillón. Te veo pasar hasta el balcón, seguido por Chechu y Pipeta y supongo que el dueño de casa te cagó a pedos por fumarle adentro de la casa. Apago el pucho de inmediato.

01-01-2010 00:40 AM

De: Ralph

"Pau, mi mejor manera de empezar el año es con vos… quiero verte"

Ralph le decía a Facundo (Pieres), por justamente Polo Ralph Lauren (chiste, chiste). Caño, de mi altura y muy simpático. Nos habíamos cruzado en varios eventos sociales, producciones y pegamos buena onda. Muy buena.

Pero hoy tenía otros planes y Facundo no estaba en ellos…

Guardo el teléfono sin emitir una contestación porque no existen maneras lindas de rechazar a alguien y tampoco sabía qué responderle. Cuando miro a mi derecha veo a Pipeta enroscándose con sus palabras en un trágico intento por chamullarse a Zaira; y entonces no me cierra la situación que podría estar desarrollándose en el balcón. Chechu y vos.

Abandono la comodidad del sillón y camino con aire despreocupado hasta los ventanales que dan al balcón. Mojo mis labios mientras agudizo la vista y ahí te veo; a la misma distancia que estábamos minutos atrás solo que no conmigo. Tu expresión es seria y otra vez ilegible; no sé si estás feliz, enojado, si estás disfrutando o si te la querés sacar de encima. Pero eso ya no me importa; me alcanza ver que los segundos pasan y no te molestas en separarla de vos. Matate. 

Matense en realidad, vos por hacerme un interesado y ahora meterte con una amiga mía y Chechu por saber que sos mi asignatura pendiente y mi chico en Gesell y cagarse en todo eso. 

No estoy celosa, estoy indignada. Furiosamente indignada. Indignadamente celosa.

Entonces saco el Blackberry y tipeo la respuesta que estaba decidida a no redactar: "Estoy en Palermo, ¿me venís a buscar?"

Y vuelvo a agarrar mi copa de Champagne, con una sonrisa de suficiencia que oculta mi molestia, para brindar con mis amigos. Año nuevo, vida nueva.

Fin flashback.

Y es demasiado fuerte escuchar a Chechu hablar de vos y ella para mi intelecto, entonces me excuso argumentando que tengo que ir al baño y hago mutis por el foro.

Una vez en el cubículo, retoco algunas imperfecciones en mi maquillaje y noto como mis ojos están empapados en lágrimas. "No voy a llorar, no voy a llorar, no voy a llorar". Repito esta frase por lo menos cinco veces pero sin resultados exitosos. De última son lágrimas de bronca, por sentirme la boluda del año otra vez. Me muerdo el labio, para no dejar que las lágrimas recorran mi rostro y evidencien lo patética que soy. O que me siento.

Inhalar y exhalar lentamente me ayuda, pero sigo sintiéndome lo menos por dejar que esta estupidez me afecte tanto. Cuando recobro la "Paula Zen" interior, abro la puerta del baño y cierro los ojos al chocarme con un cuerpo macizo que me impide la salida.

- ¿Por qué no tenés más cuidado? - me quejo y cuando levanto la vista mis ojos verdes se encuentran con los tuyos. Y no la bajo, porque estoy cansada de que me manejes como querés.

- Perdoname - me pedís y asiento con la cabeza secamente. 

- Sos un idiota - musito antes de empujarte levemente para retirarme y ahí te quedas, perplejo y totalmente desorientado. Y en el sillón del living, reposamos Zaira, mis celos y yo.

Cada día soy un poco menos creíble. Es como la cuarta vez que digo que no subo hasta el jueves y acá estoy. Pero bueno, soy débil y todo es culpa de @Flor_Pauliter (?) . En fin les regalo el tercero (larguito, que dure) y para evacuar dudas preguntemen en tw que contesto tutti (@tanpauliter_).

Que les lluevan Pedros desabotonados con aliento a Fernet y puchos, besos!