martes, 31 de julio de 2012

XIII.



Pedí un deseo.



Si me hubieran regalado un deseo hace 6 años hubiera pedido que mis papás no se separen. Si lo hubiera tenido hace 4, hubiera pedido un beso tuyo.  Si me lo hubieran dado hace 2, hubiera pedido conseguir el papel para la novela por la que hice el casting más tedioso de mi vida. Hoy si me lo concedieran... no se que pediría.

Hoy es un día completamente anormal teniendo en cuenta que estamos en invierno y las bajas temperaturas son un cuchillazo a las zonas del cuerpo desprovistas de abrigo. Los descarados 20 grados que hacen obligan a sacar la ropa de medio tiempo que enterré en el placard ni bien el frío apareció.

Me pinte las uñas de dorado, porque el calor me pone de buen humor y el color de esmalte que uso generalmente tiene que ver con mi estado de ánimo. Como prenda superior, tengo mi blazer negro favorito.

Definitivamente hoy es un día diferente a los demás. No hubo tráfico cuando volví del canal, las milanesas no se me quemaron y me puse lo primero que se me ocurrió. Raro raro para ser viernes. Mis viernes son triple c: caóticos, cansadores y alCohólicos (cuando no me agarra el viejazo y esa "c" la reemplazo por la de Cuevana).

Mi humor hoy es indescriptible; estoy en ese punto medio al que nunca puedo llegar. Probablemente es porque se que hoy te veo y los sentidos se me neutralizan.

Sin la charla previa con mi hermano probablemente hubiera estado histérica y hubiera buscado cualquier excusa para no ir a la "fiesta" de hoy. Pero como hoy es un día inusual, estoy en la casa de Hernán, sentada a tres personas de distancia de vos como si fuera lo más normal del mundo. Como si nosotros lo fuéramos.

Hago un comentario poco inteligente, que provoca las risas de todos, incluyendo la tuya. Acaricio mi pantalón de plush bordo, mientras muerdo mis labios (pintados de rojo) y me hundo en la conversación de la que me salí por unos segundos.

Pey, tan melancólico como siempre empieza a recordar anécdotas de años anteriores y me pregunto por qué nadie emborracho al chico para que se calle. No tengo ganas de recordar, así estoy bien, muchas gracias.

Pero al parecer esta fiesta, sin motivos reales más que un porque sí, despierta sorpresivamente lo más sentimental de cada uno de los que estamos. Menos en mí, que no veo la hora de pasar a otro tema de conversación. 

- ¡Miren lo que encontré! - exclama Zaira desde la esquina del living, donde se encuentra un estéreo con una pila inmensa de CDs a su izquierda. Agita y señala una caja que creo reconocer - ¡El compilado de Gesell!

La morocha no vino esas vacaciones, pero nos encargamos de torturar a todo el mundo con los temas de ese verano ni bien volvimos. Cada canción de ese cd trae un recuerdo y con él... Bueno, creo que ahora ya sé que quiero hacer si me dieran un deseo.

- ¡No puedo creer que existe todavía! - dice Flor con una sonrisa y yo levanto las cejas, aburrida. Ese cd es más viejo. Ya me veo a todos bailando al ritmo de "Diva virtual" por toda la casa. Patético.

- ¿Hey se acuerdan de la noche que jugamos a la Ouija? - pregunta Hernán haciéndose el misterioso y te miro, mientras vos permanecés callado. Claro que me acuerdo.


Flashback.
21 de Enero de 2008, Villa Gesell.
Después de 7 rutinarias noches de playa, previa y boliche era lógico que quisiéramos romper la estructura. El jardín de la casa de los chicos estaba plagado de heladeritas con diversas bebidas alcohólicas y la mesa, de ceniceros (algunos improvisados). 
Flor y yo, las únicas mujeres en la mesa, sin tener en cuenta a tres pendejas de 18 amigas de Pey (Julieta, Karina y Yamila). La famosa Juli, es tu pretendiente, y en este momento se encuentra sentada en tu regazo y no justamente por el faltante de sillas. Las otras dos, gatos sin suerte que vinieron por el alcohol gratis.
- ¿Se animan a jugar al juego de la copa? - pregunta desafiante Hernán y se produce el primer silencio de la noche ¿A qué enfermo se le ocurre ponerse a jugar a la Ouija en una previa?
Golpeo levemente el pucho con mi dedo índice, mientras el murmullo se hace presente.
- Yo me prendo, total acá a la noche no duermo - comenta Flor y Hernán le sonríe pícaro; códigos internos entre ellos dos. Si planean dormir en nuestra casa, que vayan desasiendo el plan; yo por más amor que le tenga a Flor, no pienso pasar la noche con los chicos y menos si piensan jugar a esto.
- Yo juego - dice Julieta con una sonrisa y levantando las cejas. Pelotuda. 
- Yo paso - aviso luego de que los chicos asintieran y empiecen a liberar la mesa para traer lo necesario para jugar. Me levanto y busco mi caja de Lucky; además de no jugar, tampoco quiero quedarme mirando. No es que sea supersticiosa pero le tengo respeto a estas cosas.
- Dale Pau, lo hacemos al aire libre - me explica Pey pero diga lo que diga no va a poder convencerme ¿después a la noche como duermo? Seguro los chicos hacen algún tipo de joda en la que van a tomarme de punto y no estoy de humor. Y la verdad, esto de irme funciona como excusa para no tener que verte a vos y a tu amiguita chapando (además lo que me gustaría preguntar los espíritus no pueden responderme). 
- No, posta, no quiero - y las risitas tontas de las pendejas me superan. Me doy vuelta para observarlas, vistiendo esos shorts que no merecen llamarse shorts y haciéndose las capas como si supieran mucho de la vida y apenas saben prepararse un Fernet. 
- Ay que cagona - dice Yamila (creo) y estoy deseando que se atragante con el chicle que esta mascando.
Vos levantás la vista para mirarme y recorro un diccionario de insultos posibles con los que contestarle a la muchachita en cuestión. No puedo caer tan bajo.
- Veremos si pensás lo mismo después de jugar - finalizo sin dar lugar a una respuesta y le sonrío falsamente. Explico que me voy a las escaleras de la entrada para hablar por teléfono con alguien que acabo de inventar y Pipeta me alcanza los Lucky, luego de guiñarme un ojo. Sonrío ampliamente, porque se que significa que las chicas no la van a pasar muy bien que digamos.
Elijo el segundo escalón para ubicarme y observo la gente caminando con bolsas en la mano. Deben ser eso de las 12 y todos están juntándose antes de salir a bailar (de fondo, suena Daddy Yankee con alguno de sus temas; no los diferencio para mí son todos iguales). Le doy una pitada y antes de exhalar miro las estrellas; no hay ni una nube en el cielo.
- ¿Me das fuego? - y bajo la vista para encontrarme con vos, completamente rojo (dato del que no había percatado por la poca luz que hay en el jardín). Y a pesar de tu ridícula imagen, me parecés más lindo que de costumbre. Y tan maleducado como de costumbre.
- ¿"Por favor" ni en pedo no? - pregunto mientras te observo desde abajo y vos revoleás los ojos. Gracias por venir a interrumpir mi paz.
- Por favor, miedosa - y haces énfasis en la última sílaba y resoplo con sorna. Despeinás tu pelo y yo limpio mi cigarrillo de la ceniza; vos tamborileas con el tuyo en la mano, nerviosamente.
- No sé qué hablás si vos también estás acá, rosita -  destaco mientras enarco una ceja y lanzás un "pfff" seguido de una sonrisa. Te cagué.
- ¿Me vas a convidar o no? - insistís, desviando el tema y sonrío triunfadora. Con vos ganar es más divertido que con cualquiera.
- No me dijiste que hacés acá - comento mientras te paso mi encendedor. Te tomás tu tiempo (para responder y para prenderte el pucho, si serás lento) y me muerdo el labio.
- No sé… - que interesante información. Es la nada misma. Inhalás el humo y me quedo pensando en lo que dijiste; no sé si de chusma o por necesidad (de saber por qué estás acá y no allá).
- Cualquiera que la hayas dejado sola a tu amiguita - digo y no puedo evitar el tono despectivo cuando hablo de ella. Me cae mal por gato, no porque haya estado pegada a vos con la gotita desde que llego - Ya que la invitaste, te tendrías que haber quedado - y me muerdo la lengua inconscientemente. Muy en el fondo no quiero que te vayas y además, lo último que dije da a entender como si la bancara. Nada más alejado de la realidad.
- No tenía ganas… - simplificás y parece que querés decirme algo, porque modulas pero luego quedás en silencio. Quizás tiene que ver con las razones por las que estás en frente mío.
- ¿Qué hora es? - pregunto aunque es lo que menos me interesa saber. El silencio es algo que me supera (hablamos del silencio incómodo).
- Las doce en punto… - contestás luego de mirar tu reloj pulsera y mi intuición le erró por unos minutos -  Pedí un deseo.
Te miro graciosa, pero cierro los ojos al instante (no puedo pedir deseos con los ojos abiertos); amo estas cosas. Mil cosas se me ocurren y me muerdo el labio; no puedo ser tan indecisa. Sin embargo, hay una sola cosa que se me queda trabada en la cabeza y no me queda más que pedirla (y me odio por esto); aunque no tenga sentido, ni pies ni cabeza y ni un gramo de lógica dado que lo único que hacemos es pelear, mi deseo es que el juego de la copa sea muy largo. Y que te quedes acá, fumando conmigo mientras vemos a gente más divertida que nosotros pasar.
Fin flashback.

Agito mi vaso, mientras escucho lo que sucedió en el jardín esa noche mientras vos y yo estábamos en la entrada; las bromas que le hicieron a las chicas, los mensajes que recibieron de los espíritus y demás. Me auto-felicito por haber decidido marcharme y tomo un sorbo de la cerveza que me sirvieron.

Me muerdo el labio; incluso ese día cuando mis sentimientos hacia vos eran mínimos y más confusos que nunca supe qué elegir. Qué irónico.

Retiro mi mano izquierda de mi regazo, dispuesta a mirar la hora; por inercia más que por cualquier otra razón. Antes de leer las agujas, siento que el asiento vacío a mi derecha se desocupa; no me molesto en mirar, seguro es Zaira.

- Son las 12 en punto - te escucho decir con suavidad y sin saber cómo no me sobresalto. Solo volteo a verte.

Nos mantenemos en silencio unos segundos.

- Pidamos un deseo - sugiero y tus ojos marrones transmiten calidez. Asentís y por primera vez antes de desear algo, no cierro los ojos; los mantengo abiertos y mirándote fijamente (vos hacés lo mismo) y deseo que seamos vos y yo, de una vez. Pero los que somos cuando nos miramos... los que cuando se observan en silencio, se entienden más que con cualquier palabra.




Amo el flashback. Ya quedan poquitos.

¡Que les lluevan Pedros!

(de cualquier tipo, a elección del lector) 

Besos.

sábado, 28 de julio de 2012

XII.


Todo mi universo.

Acá estoy, olvidándote. O eso se supone que estoy haciendo, jugar a la desmemoriada…  (sí, estoy mintiéndome a mí misma, porque no te estoy olvidando un carajo pero cobardemente pienso que así es mejor).

Las cosas no están resultando como yo creía; para nada. No sé si son los planetas que no se alinearon, vos y yo que no funcionamos ni bajo la mejor combinación astrológica o si sólo yo soy el problema. Por suerte, ya supere esa etapa sadomasoquista en la que uno se echa la culpa de todo. Ahora simplemente me dedico a ignorar el tema, haciéndome la superada y engañándome creyendo que esto es olvidar.

Mi universo conspira contra mí, pero llego la hora de aceptar que las cosas son como son y punto. Y hoy me levante con ganas de pensarlo de verdad (por alguna razón seguís irrumpiendo mis pensamientos, pero cada vez te reprimo con más éxito).

Nadie se dio cuenta mi "desprecio" genuino hacia vos esta semana y la verdad, me sirvió para sostener mi clásica postura anti Pedro. Entre otras cosas, programe mi cerebro para que funcione en modo automático cuando habla Chechu (no es joda, de verdad no la escucho) así que no sé si te nombro en alguna de las conversaciones que mantuvimos. Y abandone nuestro grupo de BlackBerry que tenemos con las chicas con la excusa de que me llegaban demasiadas notificaciones y me molestaba (¿eh?).

Estas acciones, derivan en una sequía de Pedro, Peters y derivados (es mejor así, creéme). Al menos oral y textualmente.

La cuestión es que estoy manejando hacia mi vieja casa de Olivos para ver a mi hermano (que hace un día volvió del hospital, increíblemente) y entre colorado y colorado de semáforos, asaltás mis pensamientos nuevamente (soy monotemática, lo sé). Y me siento la misma idiota que todos los días, con la diferencia que ya no lloro como antes. Contémoslo como un progreso.

Una vez dentro de casa, revoleo el tapado negro y gris sobre el sofá que pertenecía a mi abuela materna. Ella tenía una afición sobre sus muebles, pero le regalo a su hija uno para que haya algo de ella dentro de la casa (sus mambos). Saludo a Ale, mamá, efusivamente (y evitando mirarla demasiado a los ojos, no quiero responder preguntas) en la cocina y subo las escaleras hasta la habitación de mi hermano, que está decorada igual que cuando me fui a vivir sola, dos años atrás. Lo único positivo de que algunas cosas sigan como siempre.

- ¡Hola torre! - exclamo al entrar y mi hermano deja el celular en la mesa de luz al verme. Sonríe y lo imito - No pareces tan largo así acostado.

- Hola Melli, la frazada engaña... - explica mientras se endereza contra el respaldo de la cama. Asiento y acaricio mi pelo mientras me acomodo en el borde del colchón - ¿En qué anduviste desaparecida?

- Grabando - menciono como si fuera obvio (es casi cierto, la mayoría del tiempo que no estuve enterrada bajo las sábanas de mi cama, estuve en Polka). Veo venir un interrogatorio y no es exactamente lo que tenía en mente al venir a Olivos.

- Claro... - me dice y acaricio mi jean desgastado. Retengo el aire, porque ese "claro" sonó muy sospechoso - ¿Qué te pasa Pochita?

- ¿Eh? - exclamo, totalmente por sorpresa. Gonzalo enarca una ceja y se que no puedo mentirle. Mi plan de superada se cae a pedazos y largo un suspiro antes de que mi hermano haga otra pregunta para presionarme.

- Dale, estás rara... - insiste y llego a la conclusión de que sólo me engaño a mi misma. Al final, tanta actuación al pedo si no puedo sostener una Paula feliz ante los demás. Debe ser porque jugar a ser uno mismo es más difícil cuando todo es negro.

- ¿Cómo te diste cuenta? - pregunto, mirando sus ojos celestes. No estoy lista para empezar a hablar todavía.

- Intuición de hermano... - asegura y lo miro con sorna. Sonríe - Bueno... y mamá me buchoneó algo.

Será que esta mujer hasta por teléfono se da cuenta cuando me pasa algo.

- No se puede hacer un duelo en paz eh - bromeo y Gonza sonríe y asiente mientras acomoda la frazada. Me muerdo el labio instintivamente. 

- Hombres, malditos... ¿Qué te hicieron ahora? - dice jodiendo y el plural está de más. Se me anuda la garganta al instante al pensar en vos (fue inevitable) y me siento un pollito mojado. Mi hermano frunce el ceño y acaba de darse cuenta que dio en el clavo.

- Ah es mal de amores en serio - afirma y lo peor es que tiene razón. Hago una especie de hipo inconsciente y Gonzalo se mueve a un costado de la cama - Veni, acostate.

Me levanto para acomodarse a su lado tras su pedido y al sentir su contacto a mi izquierda se que no falta mucho para llorar. No por vos, sino por lo que hubiera significado que Gonza no estuviera más ¿Cómo se supone que se sigue cuando un hermano se va?

- Che, estás más grandota vos porque no entramos como antes - y lo fulmino con la mirada. Pendejo de mierda.

- Te aviso que de la única manera que puedo crecer es de ancho, así que gracias por decirme gorda - contesto y mi torre estalla en risas. Me tiento al instante, es imposible no reír junto a él. Es muy contagioso y hoy no es mi día para hacerme la ofendida.

Ya perdí la cuenta de las veces que nos tiramos juntos a hablar en esta misma cama. Una de las primeras fue cuando nuestros viejos nos contaron que se ampliaba la familia a mis doce y a la panza de mamá comenzamos a decirle Delfi. Me hice la madura, cargándolo a Gonzalo porque no podía ponerse celoso (la más caradura, porque a mi también me dieron celos); celos que se acabaron una vez que cruzamos miradas con la pepita.

Otra fue cuando mi hermano estaba enamorado de su mejor amiga y ella no lo veía como otra cosa ni de casualidad (cosa que suele pasar y demasiado seguido). Una de las últimas, cuando nuestros viejos decidieron separarse… y bueno. Esa noche, dormimos los tres juntos en su cuarto.

Me apoyo en su hombro con delicadeza (mi hermano aún está dolorido por el accidente) y siento como con su mano acaricia mi pelo.

- Bueno ¿a quién odiamos? - pregunta Gonza y me roba una sonrisa. Inclino mi cabeza para observarlo.

- A Pedro - digo sin vueltas y mi interlocutor frunce el ceño. Lógicamente, qué va a saber quién sos, suspiro, pensando en todo lo que voy a tener que explicar (y en lo confuso que está todavía en mi cabeza).

- ¿Pedro? - repite y luego de unos segundos su rostro se clarifica - ¿El amigo de Hernán que no te bancas?

Bingo.

- Digamos que "bancar" o no es muy relativo - explico sin siquiera entenderme yo. Pobre del que tenga que escuchar mis quilombos mentales/amorosos/existenciales (sí, tan patética soy que mas o menos pelearme con vos me traba la vida).

- Digamos que del odio al amor hay un solo paso - frase trillada pero real. Si estuviéramos jugando un partido de tenis, lo de mi hermano sería un match point ¡Que manía de acertar cada cosa implícita que surge!

- Estás afilado eh - digo con una sonrisa mientras sacudo su cabello castaño. Él se queja y abandono la lucha al instante; soy muy torpe y nuestros jueguitos siempre terminan mal.

- Bueno, contame - pide y exhalo el aire lentamente. Me cuelgo mirando las rayitas con marcador azul y rojo en el marco de la puerta, de cuándo mamá nos medía, mientras trato de ordenar el suceso de hechos ¿Por dónde empezar? ¿Cómo resumir cuatro años?

- Empiezo desde el principio - aviso y Gonzalo revolea los ojos tras modular un "¿Y de dónde vas a empezar?" y me contengo de empujarlo, porque si se cae de la cama se rompe todo. Me muerdo el labio en compensación y él sonríe satisfecho (mentalmente me anoto, no olvidar hacerle la vida imposible cuando se recomponga).

Tras lo que parecen horas de relato, con lágrimas y puteadas en el medio, le resumo a mi hermano mi "historia con vos" incluyendo nuestros besos perdidos, descolgados y bañados en alcohol, las actitudes gatunas y garcas de mi "amiga" (un par de comillas no es suficiente) Chechu y lo más reciente: tu apoyo cuando mi hermano estuvo en el hospital y el posterior fiasco en la cena que mantuvimos hace unos días. También menciono el mensaje de Facundo.

Suspiro al terminar y lo único que me sale luego de hablar sin parar es abrazar fuerte a Gonzalo. Quizás lo que más me hizo falta estos días fue este tipo de contención; pero estaba muy ocupada jugando a la superada como para pedirla.

- Es un pelotudo - simplifica mi hermano y asiento porque decir eso y darme la razón es prácticamente lo mismo. Aunque muy dentro mío no me guste escuchar que te insulten.

Sus ojos celestes combinan con el empapelado azul de la habitación y me pierdo en un póster de Racing antes de volver a hablar.

- Ya sé.

- Pero Pau… cuando un hombre insiste o siempre vuelve es porque posta quiere o le interesa algo - me explica y no esperaba algo así después del insulto hacia tu persona (lo lógico sería adjetivarte de la peor manera y levantar mi autoestima). De cualquier manera, esto no me ayuda; me confunde más ¿Por qué si te intereso te metes con una amiga mía? - Va más allá de cualquier cuenta pendiente, si no ni se calienta.

- Está bien… pero ¿por qué entonces se mete con Cecilia? - pregunto aunque me duela escuchar la respuesta. Se que mi hermano va a ser sincero y no sé si me va a gustar confirmar lo que creo que es verdad.

- No sé Pochita, pero fijate quién busca a quién - dice y frunzo el ceño, más confundida que antes - Según lo que me contás, es Chechu la que dice que lo va a conquistar y ble. 

- Claro y él es una pobre víctima - simplifico y Gonza se ríe. No le encuentro la gracia.

- No Pau, pero el pibe siempre vuelve a vos. Te busca a vos - vuelve a repetir y entiendo lo que me dice. Supongo que tampoco puedo pretender que se haga lo que yo quiera, pero ¿y los códigos? - Además estuvo con vos cuando más lo necesitaste - y hace referencia al hospital y me tengo que morder el labio para reprimir unas lágrimas que me quedaron por ahí (si, mi capacidad de llorar es ilimitada) - y eso vale un montón. No se hace por cualquiera eh… Ni cualquiera lo hace.

- Aja, ¿y los códigos? - pregunto luego de la frase filosófica que acaba de tirarme mi hermano. Chistosamente, tiene sentido; acompañarme en ese momento con la entereza que tuviste implica un responsabilidad que no cualquiera (justamente) se hubiera bancado. Pero ahí estuviste, sosteniendo mi universo. Sosteniéndome.

- Los códigos van más por el lado de tu amiga me parece… aunque él ahí estuvo mal si quiere estar con vos. Un pelotudo - contesta Gonzalo y me alegro por volver a ese lugar donde todos te odiamos.

- Exactamente mi punto - coincido y me acomodo sobre la cama.

- Pero - y exhalo mientras revoleo los ojos. Siempre tiene que haber un pero (es ley) - es muy difícil seguirte el ritmo a vos Jirafita, porque te embalás y chau…

- Será que Pedrito es muy lento para mí - me defiendo y Gonza estalla en risas. Si no puede estar a mi par es porque no es para mí ¿no?

- Pero las relaciones son siempre sobre ceder… mira el polista, estaba a tu mismo ritmo y así terminaron - refuta mi hermano y tengo que mantener el silencio porque tiene razón. Facundo estaba a mi misma velocidad o más - Si no ceden un poco los dos, las cosas no van a funcionar.

Ceder… dejar entrar. Dar un poco más. 

- Es verdad - solo atino a decir porque no tengo más que agregar.

- Para mi, tienen que hablar - agrega Gonzalo y hago una mueca - Y escucharse. No sé qué puede salir de eso, pero al menos vas a tener la versión completa, no suposiciones - y me guiña un ojo.

Hablar; algo que se me da tan fácil pero que con vos es tan difícil.

- Decirlo, es menos complicado - argumento pero sin ganas de ganar ninguna cuestión. Dentro mío, todo mi universo está revolucionándose, tan solo con la posibilidad de otro final. Enceguecida por mi postura, estaba convencida a olvidar y agregarte a mi lista negra para siempre, sin darte y darme chance (porque es esta es una oportunidad para mí también) de hacer algo por nosotros. De no solo ser un recuerdo frustrado.

- Hacerlo es menos difícil de lo que pensás… deja que fluya - me dice con una sonrisa que me contagia al instante. Y lo abrazo en silencio, porque hablar con mi mellizo falso es recargar energías. Es ordenar ideas y derribar fantasmas.

Que fluya… y que el universo conspire.




De mis favoritos... sino es EL favorito. Si tuviera un hermano, me gustaría que fuera como él ¡Gracias Lalux por todo!

¡Que les lluevan Pedros meneando y llenos de besos... de ustedes!

PD1: Dedicado de inicio a fin a Florchu @Flor_Pauliter , la más popu. 
PD2: Jimena deja de agredirme (?). Si seguís así lo único que te va a llover son modelos de examen. Dani, la converti a Jime en una fan de The OC... soy crá. #BeProud


martes, 24 de julio de 2012

XI.




Límite.


Lo admito, me enamore de vos. No se cuando y creo saber cómo, pero lo más importante es que lo estoy y que no puedo hacer absolutamente nada al respecto. Ese límite lo pusieron vos y tu desfachatez. 

"Jugás a dos puntas es lo tuyo" se repite en mi cabeza sin cesar (incluso con un tono más mordaz... Sí, soy masoquista). No sé por qué no puedo dejar de darle vueltas a esa frase. Supongo que quiero justificar tu estupidez con algo... Pero ninguna idea encaja como para respaldar tus celebres palabras (ironía al mil). 

Utilizando la pared como soporte, saco el celular par a utilizar la pantalla como espejo y confirmo que el rimmel decora parte de mis ojos y pómulos que no debería. Parezco un panda.

A ciegas, deslizo una carilina, que encontré perdida en la cartera, por mi rostro; no da quedarme así y que me veas (o que me vea alguien por la calle). Suerte que el maquillaje era resistente al agua. 

A los pocos minutos salís y me buscás con la mirada; estoy apoyada contra la pared de ladrillos a izquierda de la puerta. Sí sí, soy el proyecto de oso panda.

- ¿Cuanto salió? - pregunto exaltada cuando estamos enfrentados; no quiero dejar lugar a los silencios, son peligrosos. Ante tu mutismo y sin esperar una respuesta, busco la billetera para pagarte la mitad. No quiero deberte nada y según vos... Ya te debo demasiado.

- No importa Paula - musitás y revoleo los ojos. Sí que importa.

- Dale decime... No te hagas el difícil - insisto. Que pagues vos no es la idea y menos en esta situación...

- No - decís terminante. Revoleo los ojos y vos me retas con la mirada. Ahora venis a hacerte el limitador de situaciones - Deja de ser tan caprichosa.

- ¿Terminaste de bardearme? - pregunto tajante y trato que mis ojos verdes dejen de dar lástima. Se que notás que estuve llorando por tu expresión compungida y tratas de tomarme la mano en un impulso. Me corro automáticamente.

- Paula...

- Paula nada. Soy caprichosa, soy tarada y ahora resulta que también una forra - escupo sin tomar respiro y balbuceas algo mientras fruncís el entrecejo - ¿Sabés quién hace siempre lo mismo? Vos - acuso y soltás una risita mientras negás con la cabeza - Sos un histérico, de manual.

Sacudis tu cabello castaño y aprovecho para hipar.

- Deja de proyectar Paula... Hacete cargo, una vez - refutás molesto y la situación me supera. Vos me superás; vos y tus constantes contradicciones.

- Ay Pedro por favor... Siempre que te digo que sí, que me animo a jugármela por vos te alejas de mí o te metes con amigas mías - digo y vos ponés tu mejor cara de desconcierto. Andate a cagar.

- ¿Amigas tuyas? Estás diciendo cualquiera - y se ve que es lo único que te llamó la atención porque de lo primero no dijiste ni a. Te conviene ignorarlo en realidad… porque es más fácil.

- ¿No te cansás de hacerte el boludo? - inquiero y me mirás duramente. Ya no me inhibís con tus miraditas ni con tus muecas - De Chechu te hablo.

Me observás pasmado y si pudiera sonreír, lo haría. Ahí está lo que hace años quiero echarte en cara y nunca hice. De repente, me siento más aliviada; debería haberlo hecho hace mucho tiempo.

- Yo con Cecilia... Nada - balbuceás y con esta respuesta no hacés más que confirmarlo. Revoleo los ojos y siento unas inmensas ganas de llorar; ni siquiera se por qué si la confirmación no me proporciona nada nuevo.

- No te creo... Yo te vi - y vos negás con la cabeza. Deja de tomarme como idiota -Y me lo confirmaste el día que Flor se recibió... 

- Para Paula, estas entendiendo cualquier cosa. Y nosotros no éramos nada en ese momento, además.

A los botes, nos hundimos. O me hundo (si querías hacerme sentir mejor, muy contraproducente lo tuyo).

- ¿Esa es tu justificación? - y vos te rascás la nuca, molesto. Estas enrojeciendo, de bronca. Me consterna lo cara dura que sos.

- Sos tan pendeja...

- Y vos no solo sos un mentiroso, sino que un cagón. Ni siquiera tenés las pelotas para decirme como son las cosas - digo elevando mi tono de voz, pero no muy alto. Vos movés los brazos con violencia, frente a mí. 

- A vos te conviene no entenderlas... Así no tenés que meter excusas para irte con tu ex - me gritás y siento como las lágrimas comienzan a recorrer mis mejillas, derramando lo poco de rimmel que cubría mis pestañas - Ex o actual, ya no sé.

No sé por qué pero volvés a las mismas incoherencias de hace un rato y en algún loco lugar de mi cabeza, empiezo a pensar que lo crees de verdad. Pero si pensás eso de mí… nada de lo que te diga lo va a cambiar. Y a esta altura ni siquiera se si quiero cambiarlo

- Sos tan básico... Después de cuatro años seguís haciendo lo mismo... Jugártela a medias - digo con fuerza, pero con tranquilidad. Limpio mi cachete con el dorso de mi mano izquierda, mientras hipo por las lágrimas derramadas. Vos atinas a acercarte a mi, pero te contenés - No tiene sentido aclarar nada...

Y se que te dolieron mis palabras (en el ego supongo, porque si me querés es muy a tu manera) y encerrás tus manos en forma de puños.

- Escapate, como siempre - musitás con odio y yo me limito a mirarte. No entendés nada y nunca lo entendiste.

- No me escapo, pongo un punto final. No quiero estar con alguien así…- hago una pausa -  No me jodas más. - digo clavándote a los ojos y lo digo más en serio que nunca. Esto no me sirve.

Me inclino hacia la derecha, para irme, pero vos me cerrás el paso mientras me tomás por los hombros. Levanto la mirada.

- Soltame - te pido con lágrimas en los ojos y creo que suena a súplica. Odio ser tan débil con vos. 

Si buscabas que caiga con vos, como tu tarada, tu actitud tuvo el efecto contrario.

Te corres a un lado con esa postura tan vos (ni siquiera insististe en retenerme) y me apuro para alejarme lo más rápido que puedo, pero sin quedar como una loca desesperada.

Necesito irme lejos donde Pedros Alfonsos con ojos vidriosos no me hagan tener tan poca voluntad y determinación. Donde nadie me nuble mi pensamiento... donde pueda pensar con claridad. Donde no haya límites más que yo misma.

El problema es, justamente, que te siento en todas partes. 




¡La cantidad de problemas que empiezan con malentendidos!... 100% real. No me odien, esto era necesario. Volverán y serán millones... creo.

Besos y la lluvia de Pedros se las debo, ando sin stock (?).

lunes, 23 de julio de 2012

X.


Yo nunca.


Me dicen la gurú del amor. La cupido, la doctora amor, la personificación de "gente que busca gente". Lamentablemente, en este momento, el título no me sirve de nada porque apenas soy gurú de las palabras que salen de mi boca (de esta situación, menos). Tu irritación y enojo son imperiosos y aun intento comprender tu bipolaridad (¿el "sos tan linda" que fue, hace 5 minutos?).

Irónico es, ser a la que siempre acudan en busca de consejos que tengan que ver con lo amoroso y que al enfrentarme a una situación real de análisis (como esta), me sienta una inútil. Suelo ser la consejera porque eso de escuchar, contener, retar y analizar se me da bien. Obviamente, uno la tiene clara en cualquier asunto menos en el suyo. Vos sos el claro ejemplo.

Dejo salir una exhalación y vuelvo a mirarte después de dos minutos de silencio y miradas hacia extremos opuestos. Mientras tanto, lucho por no sacar el tema de Chechu a flote, pero no me estás dando muchas razones para intentarlo.

- No lo leí a propósito Paula, no paraba de sonar con ese ringtone que tenés y lo abrí - explicas pero se que son excusas, que te dio curiosidad y lo abriste y que te encontraste con que era de Facundo. Me muerdo el labio porque no creo tus razones y miro hacia un costado (y aguante mi ringtone) - No entiendo por que te pones así si no tenés nada que ocultar - decís utilizando tu tono mas sugestivo y vuelvo a vos fulminándote con la mirada.

Siamo fuori.

Tus insinuaciones y tu tonito mordaz agotan la paciencia y comprensión que me quedaban. La Paula Zen abdica temporalmente y me permito sentirme completamente furiosa. Sos un pelotudo.

- ¿Eh? - suelto al despegar los labios, porque es la palabra que mejor representa mi confusión interior. Rascas la parte anterior de tu oreja impaciente y la gente que ocupa las mesas vecinas comienza a observarnos con interés. 

- Nada Paula deja - musitas y ahora que hiciste todas estas sugestiones bancátela. Tomo la copa de vino y la acerco al centro de la mesa; corre peligro cerca de los bordes por los movimientos toscos de mis manos.

- No, ahora no dejo nada. Decime que querés decir - refuto con el teléfono en la mano, sin saber que dice el mensaje aún. Murmuras algo por lo bajo y enfurezco aún más - ¿Perdón? No te escuche...

- Esta bien Pau, seguí haciéndote la tonta - soltás con tranquilidad y noto como mis mejillas suben de temperatura notablemente. Siento las miradas de todo el restaurante sobre mi, aunque solo sean un par de personas las que están mirando.

- No puedo creer que por esta boludez te pongas así - simplifico y vos miras hacia otro lado. Las ganas de llorar comienzan a aflorar, pero me repito que la situación no merece mis lagrimas. Tus facciones endurecidas, vuelven a ser imposibles de decodificar y de alguna manera volvemos a lo de siempre. Y estar así la verdad, ya paso de moda.

- Yo no puedo creer que vuelvas a hacer lo mismo - decís y estoy completamente desorientada - Se ve que jugar a dos puntas es lo tuyo.

Y no es la primera vez que te escucho decir eso.



Flashback.
14 de diciembre 2011, Olivos.
Creía que la joda a los 23 iba a ser un recuerdo memorable, no un presente. Pero la superpoblación en la mesa que ocupa el centro del jardín de la casa de Flor, con botellas de diferentes graduaciones alcohólicas dicen lo contrario.
La primavera se había despedido hace rato, dejando que el verano se adueñe del cambio de estación días antes de lo que correspondía. El calor, aun a esas horas de la noche y al aire libre, más que perceptible era palpable. 
La consigna de la noche era traer una "bebida" por persona y la verdad, a nadie se le ocurrió traer Coca o Sprite más que para mezclarla con Fernet o Gancia. Y cuando quise tomar solo gaseosa, me agregaron alcohol e ir a buscar agua en la cocina me dio fiaca (al menos lo intente).
Teniendo en cuenta que éramos como 25 invitados, dos docenas y media de botellas con alcohol eran una cantidad sumamente exagerada para la cantidad de personas que estábamos en la fiesta. Sin embargo, nadie parecía sorprenderse ("por graduarme merezco nadar en Champagne, mínimo" aseguraba Flor).
Justamente, el festejo se debía a que mi amiga oficialmente se había recibido de diseñadora gráfica de la UBA después de noches sin dormir y ataques de histeria (la cual sufrí en carne propia, mientras le cebaba mates). Y quería celebrar el fin de esta etapa al máximo y como se lo merecía. 
Facundo se suponía que iba a acompañarme y unirse a la fiesta más tarde, pero como tiene un partido de Polo mañana prefiere quedarse descansando (menciono algo de la concentración y no sé qué por teléfono, pero ya no recuerdo). Me sentía algo rara sin él, pero su ausencia dejo de importarme después del primer tequila.
- Che, ¿y si hacemos un yo nunca?- propone Pey, mientras Zaira me abraza al sentarse junto a mi. Odio el "yo nunca"; me parece un juego muy boludo y en el saltan muchas internas que la mitad no entiende. Vos te acercas a la mesa, mientras prendes un cigarrillo, supongo que es tu manera de apoyar la propuesta de Pipeta. Desvío mi mirada antes de que me cruces con la tuya.
-¡Daaaaale!- festeja Flor entonada y la mayoría se acerca y se ubica en ronda. Yo no quiero jugar pero es muy obvio levantarme y además, no me van a dejar. Volteo para mirarte, pero tu cara es apenas visible entre el humo y la sombra que te hacen unos amigos de Flor cerca tuyo.
Resoplo y el juego comienza sin darme tiempo a acomodarme o ponerme a pensar que voy a decir cuando me toque. Al ver que faltan muchos antes de llegar a mi, me relajo mientras escucho los "yo nunca de los demás" y relleno la copa con Mumm.
Diez dichos (o puchos) después le toca el turno a Florencia que comparte asiento con vos (y esta sentada como puede y creo que vos estás sosteniéndola por la cintura).; después Zaira… y yo. Todavía no sé que decir y me acaba de llamar poderosamente la atención el encendedor multicolor de un desconocido cinco personas alejado de mi. El alcohol incrementa mi déficit de atención.
- "Yo nunca… garche en un campo de polo" - dice mi "amiga" o ex amiga Flor, luego de romper entre risas y ocasionar que todos los invitados volteen a mirarme… incluido vos. Que bueno que era un secreto.
Siento tu mirada fulminarme y agarro el vaso de Champagne con Speed que me había preparado. Se ve que soy la única que le gusta innovar, porque nadie hace más que mirarme y esbozo una sonrisa incómoda. Ni cien metros bajo tierra serían suficientes para enterrarme.
- Que puedo decir… si me intereso por algo lo hago al cien por ciento. Aguante el polo - y te miro a vos y escucho las risas de fondo, mientras me concentro en tus ojos y dejo deslizar el liquido por mi garganta. Te estoy histeriqueando (y te estoy tirando no una rama, sino un bosque entero), pero no sé cuantos litros de alcohol tengo encima y la libido se me fue a la mierda. Y la tenés vos, creo.
Te limitas a matarme con el silencio… como solés hacer últimamente. 
Zaira me susurra algo al oído, que no comprendo porque es una mezcla de risas y balbuceos y le quito el Gancia que está tomando de la mano (aunque no le corresponda). Con una borracha alcanza.
- "Yo nunca… estuve con dos personas al mismo tiempo" - anuncias fuertemente y se escuchan varios "uh" perdidos en la ronda. Manga de infieles.
No tomás, lo cual es algo hipócrita… Chechu y yo, año nuevo. En fin, te lo dejo pasar porque fue algo informal, no estábamos en carácter de nada. Y no me molesta tampoco. Para nada. 
La mitad de la mesa alza sus vasos para tomar y enarco una ceja. O yo estoy viendo doble o… los códigos no existen más.
"Que raro que no tomaste, si jugar a dos puntas es lo tuyo" susurra alguien a mi oído y al sentir el aliento a Fernet se que sos vos. Me estremezco y al darme vuelta para mirarte, me encuentro con que ya te alejaste de mi. Cagón.
Me levanto de mi asiento y me importa poco y nada que me toque después de Zaira y todos me miren y griten para que vuelva. Parezco una anti, pero cerca del macetón de fresias de la mamá de Florencia me siento más tranquila. Ni siquiera se porque me importa tanto, si no es verdad. Supongo que lo que me molesta en realidad, es que vos pienses eso de mí. Y que los demás se lleven una impresión mía que no es ¿no?.
Busco el paquete de chicles de frutilla perdido en el bolsillo delantero de mi short, en un intento de alivianar mi ansiedad y trasladarla a otro lado. Esto de dejar de fumar se me está haciendo muy difícil y comienzo a mirar con cariño el paquete de Lucky de dueño desconocido que está en una esquina de la mesa donde están jugando.
Agarro mi teléfono y comienzo a murmurar, actuando la llamada telefónica de la historia. Al verme con el Blackberry y simulando una peleita con mi interlocutor inexistente, los demás vuelven a concentrarse en el juego, suponiendo que debe tratarse de Facundo. Te espío de reojo y estás obligándote a no mirarme. O así parece.
Cuando me recompongo (luego de un par de minutos), vuelvo a guardar el celular e inspiro antes de volver. "Mi mundo lo contiene todo, mi mundo lo contiene todo, mi mundo lo contiene todo" me recito una y otra vez. No vas a afectarme más, proyecto de idiota.
- Perdón - me disculpo al llegar a la mesa y miro a Zaira dándole a entender que necesitaba hablar con ella, sin disimulo alguno. Mi performance parece alcanzar el efecto deseado, ya que todos piensan que necesito descargarme con mi amiga. La morocha me observa perdidamente por unos segundos; perfecto, Zaira está tan en pedo que ni va a acordarse de esto mañana.
- Te toca a vos Pau - me avisa Pey con una sonrisa (seguro intentando distraerme del mal momento que pase… o piensan que) y vos permaneces inmutable, igual que desde que llegue. O indiferente, lo cual sería mejor porque en algún lugar muy muy adentro te afecta.
- Bueno - digo y cesan las risas y murmullos. Te dedico una última mirada - Yo nunca… estuve con dos amigas, una misma noche - sentencio y tengo que ocultarme para no mostrar lo afectada que estoy porque acabas de agarrar el vaso. Muerdo el labio inferior con fuerza.
- ¡Winner Pepe! - gritan tus amigos y a medida que aumentan los silbidos, más me indigno. No puedo creer que tengas la cara como para hacerme esto.
- Ni garca - murmura Zai y creo que soy la única que la escucha. Las ganas de llorar comienzan a cerrarme el pecho pero me niego rotundamente a darte el gusto. 
- ¡Y vos que agarrás el vaso Hernán! - exclama Flor y no había observado que su novio disimuladamente había tomado el vaso para tomar por completo su contenido. Carcajeo al ver su expresión y me olvido de vos por un minuto.
- Emm - titubea y Florencia no está más sentada al lado tuyo; está parada inspeccionando cada uno de los movimientos/palabras de Nan. Acomodo mi blusa y te observo tragar el Fernet lentamente. Me indigno más con cada sorbo.
- ¿Hey y dos amigos cuenta también? - pregunta Chechu inocentemente del otro lado de la mesa y revoleo los ojos. Ni me había percatado de su presencia. De fondo, las risas de todos y un "toma nena" que se pierde entre las carcajadas.
Gato gato gato gato.
Hernán suspira porque ya no es el centro de atención (Cecilia lo salvo con su gaterío) y me río porque si no tengo que llorar. Vos sonreís de costado por esa maldita costumbre que tenés y hago fondo blanco del champagne con speed (solo para que te quedes con la intriga). Hoy no manejo.
Fin flashback.

Los recuerdos de esa noche me cachetean y es la primera vez que recuerdo la fiesta con tanta nitidez. Al final, inconscientemente sabía que entre vos y Chechu había pasado algo porque tomaste en el yo nunca... Por eso la duda, por eso me perseguía y por eso mi actitud hacia vos.

Me mirás expectante; probablemente esperas un insulto y la verdad, te lo mereces. Pero me duele tanto que ni siquiera tengo ganas.

No entiendo porque proyectás en mi... Pero no pienso hacerme cargo de tus problemas. Me harte de llorar. 

- Pedí la cuenta - digo, tratando de recomponer mi tono de voz. Estas desconcertado y decís una palabra entre resoplidos. Tomo mi cartera y vuelvo a mirarte - No vamos a discutir acá ¿o si? 

- Tenés razón - afirmas y enarco las cejas; ya lo sé. Tomo mi montgomery y me mirás extrañado.

- Te espero afuera - anuncio secamente y me dirijo hacia la puerta, mientras dejo que las lágrimas afloren libremente. Con suerte, tengo quince minutos de angustia para mi sola.





Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia (?).

Llegue a los diez y estoy un poco lejos del desenlace. Ya no digo el número porque no quiero mentir.

Es larguito, disfrutenlo y ojalá no se pierdan entre el flashback y lo demás... jaja.

¡Besos!


PD: Aguante Pau. 
PD2: Hay una encuesta en tw acerca del desenlace de uno de los personajes más queridos de la historia (?). Entren e informense ;)


jueves, 19 de julio de 2012

IX.


Cena para dos.



El bar alemán le da color a esa esquina gris de Devoto. La luz ilumina perfectamente cada rincón del restaurante, pero no demasiado como para encandilar a los ojos de los clientes. Las mesas están ubicadas a una distancia considerable entre sí, lo que hace que el acceso de los mozos y comensales sea ideal. Vos estás ubicado frente a mí, con una camisa nueva que no conozco y el rosario de madera que tenés desde el 2008 colgando de tu cuello, de esa manera infartantemente sexy. Tres botones sin abotonar, lo cual es un clásico tuyo, y la barba levemente afeitada. Excelente elección.

Sonreímos sincronizadamente, vos reís de mis acotaciones y yo de tu sarcasmo. Nunca imagine que nuestro humor pudiera congeniar tan bien; es más, casi se fueron del todo mis nervios por el clásico tabú de la primera cita formal. Los silencios, son pausas o diálogos mudos; eso de hablar con la mirada se nos da muy bien.

- ¿Cómo sabés que mi comida preferida son las pastas? - pregunto con curiosidad. El lugar se especializa justamente, en ese tipo de platos, y los ñoquis con salsa rosa (y mucho mucho queso rallado, no sé comer de otra manera) que tengo frente a mi me ruegan que los elimine del plato. Hacés una mueca que te delata y enarco una ceja. Te estás muriendo por hacer un remate.

- Soy muy observador - decís, citándome, y muerdo mi labio inferior instantáneamente. Y definitivamente, si no lo averiguaste antes, tenés mucha memoria.

- Dale Peter, en serio, ¿a quién le preguntaste? - insisto y revoleás tus ojos color almendra. Hoy están más brillosos que de costumbre.

- ¡A nadie! Si no te diste cuenta, hace cuatro años que nos conocemos y convivimos dos semanas de un verano. Creo que conozco algunos de tus gustos. - y me llevo un ñoqui a la boca, porque acabas de callarme. Otra vez - Y no me digas Peter... Poli.

Entorno los ojos y carcajeás. "Poli"... suena tan raro. Definitivamente no pega conmigo, no me gusta, no me copa y no pienso hacerme cargo de ese sobrenombre jamás. Las papas fritas de tu plato llaman mi atención, pero retiro la vista de inmediato. 

Volviendo al tema del ñoqui, el verano y tu minuciosidad, no es tan loco que sepas mi comida preferida porque en Gesell vivi comiendo ñoquis con salsa rosa antes de la dieta de la uva (entre otras cosas, nuevamente repito, nunca escatimo con la comida) y cualquiera lo podría haber notado. Pero que vos lo hayas hecho... es especial.

Intento hacer una recopilación de todas las cosas que conozco de vos (y que conocí en estos 4 años) y descubro que sé más de lo que creía; además de las cosas superficiales (como River, Bélgica, fútbol, producción, truco, lentitud, amor por las camisas, fanatismo por Montaner -Ismael Serrano - Los Piojos), conozco varias cosas de vos que no me había dado cuenta, como tu carraspeo cuando vas a decir algo que te cuesta, cuando rascas tu nuca porque estás nervioso, cuando te olvidas las eses al hablar cuando estas enojado. También solés posponer la alarma una y otra vez para seguir durmiendo, tardas eternidades en levantarte, sos vueltero, tenés un lado creativo desconocido por muchos y a tu tranquilidad a veces se confunde con mal humor. Y me encantás (se ve que hacer énfasis en este último punto se está haciendo costumbre).

- Ni Peter ni Poli. ¿Pepe y Pau está bien? - pregunto con una sonrisa intentando poner punto final a ese juego de sobrenombres. Igual, te voy a seguir diciendo Peter para molestarte, de vez en cuando.

- Perfecto - finalizás y te sonrío - Sabés, el otro día me cruce con Pau Granica, y con Chechu... Creo que va a participar en alguna ficción del trece.

Pausa.

- Ah no sabía nada - comento mientras revuelvo la salsa rosa con el tenedor tratando de no darle importancia. Pero conociendo a Cecilia y por lo que me dijo Flor a la tarde, Chechu solo fue a verte a vos. Que contrato ni que contrato.

- Si, estuvimos hablando un rato, buena onda - comentás al pasar y bajo la mirada para no ponerme en evidencia. No da una escena de celos que rompa el clima ameno y la confianza que alcanzamos. Igualmente, me parece cualquiera que me lo comentes.

- ¿Pau? ¿Pasa algo? - inquirís y yergo la cabeza para volver a mi posición inicial, con mi vista enfrentada a la tuya. No quiero arruinar nada, nombrándola o incluso discutiendo acerca de ella; no tiene lugar entre nosotros. Pero digamos que aunque aparentemente a vos te de lo mismo, para mi no es una boludez que la nombres - Te colgaste.

- Si, perdón - atino a responder. Carraspeo al instante, mientras acomodo la servilleta en mi regazo y recompongo mi expresión. Vos retomás la sonrisa.

- Sabes, vi un poco de las ediciones de las entrevistas... Salís hermosa - y me derrito. 

Las entrevistas, mi productora a la cual jamás llame (¡y que tengo que llamar!) y nuestro extraño cruce se me vienen a la cabeza. Jugar a la periodista me divierte, definitivamente. 

- ¿En serio? Gracias - digo levemente sonrojada y vos mojas tus labios con el Malbec - ¿Qué tan desastrosas son? - y esbozo una mueca graciosa. Digamos que "salís hermosa" es un comentario muy estético y aunque me produce un cosquilleo general, necesito una crítica más constructiva.

- Para no tener experiencia, sos muy espontánea y fresca Pau - explicás y me robás otra sonrisa - la verdad no puedo ser totalmente objetivo, pero todos quedaron muy conformes. Me sorprendiste.

Yo tampoco puedo ser objetiva con vos, que bueno que nos entendemos.

- Que bueno, porque estaba muy nerviosa - agrego y le doy un sorbito al Malbec - Vos me sorprendés siempre - agrego y esbozas una media sonrisa. 

Tu mano, suelta el tenedor y se acerca a la mía, extendiéndose a través de la mesa. Cierro los ojos al sentir la yema de tus dedos sobre la palma de mi mano y te regalo mi sonrisa más sincera.

- Sos tan linda - murmurás y me molesta de sobremanera la mesa que nos separa. Se ve que hice una mueca, porque soltás una risita.

- Vos sos lindo y romántico... Pensaba que eras tierno solo cuando estabas pasadito de copas - respondo con viveza y vos revoleás los ojos, con una sonrisa que intentas disimular.

- ¿Volvemos al Fernet? Ya lo dejaste bastante claro la otra vez -contestas haciéndote el enojado y carcajeo. A las pruebas me remito.

- Si, siempre. Sino fuera por el Fernet, no estaríamos acá - contesto mientras llevo la copa de vidrio a mi boca, para beber el vino. Enarcas una ceja, divertido. 

- ¿Estás diciendo que no te hubiera encarado? - preguntás, al borde del desafío. Mis ojos brillan y expectante, esperas mi respuesta.

- Digo que todavía te estaría esperando - digo con seguridad y soltás una risa (que esta entre el resoplido y la queja) mientras ladeas tu cabeza hacia la izquierda - Voy al baño.

Rascás tu nuca y abandono mi asiento de madera frente a vos. Pido indicaciones para llegar al baño a un mozo que me encuentro en el camino y te dedico una última mirada antes de entrar; sin siquiera esforzarte, me robás una sonrisa. Ladrón.

Si soy yo el reflejo que me devuelve el espejo, estoy hasta el fondo. Nunca supe muy bien cual es la cara cuando estás enamorada, pero si no es esta, pega en el palo.

No sé si es demasiado rápido, normal o predecible. Lo único que se es que no me dan más miedo mis sentimientos y que después de mucho tiempo soy genuinamente feliz (esto es mérito tuyo).

Peino mi cabello castaño entre mis dedos y acto seguido lavo mis manos con el jabón de fresias del baño (que por cierto, es riquísimo). Me reconcilie con el castaño, definitivamente. Pau rubia... es de otra temporada.

 Esquivo a una chica que trae la cuenta para la mesa vecina antes de llegar y corro la silla para sentarme. Y cuando me encuentro con tu rostro duro e ilegible se que la estabilidad y la seguridad se fueron a la mierda.

- Te llego un mensaje... - musitas y aunque mantengo silencio, mi cabeza comienza a hacer suposiciones. Arqueas las cejas y tus pausas me desesperan - de tu ex.

- ¿Facundo? - inquiero y asentís. Mis mejillas aumentan su temperatura cada vez más y no es justamente por vergüenza- ¿Lo leíste? No me gusta que me revisen el teléfono.

Y revoleás los ojos irritado, como si mi planteo fuera completamente desacertado (cosa que me enfurece aún más). Dejo caer mis brazos a los costados de mi cuerpo mientras muerdo mi labio con violencia. Ni pensemos en pedir postre.





Parapachinchinchirinchin.

Y en algún momento tenían que explotar.

Pasen un lindo día del amigo junto a todos los que están incondicionales al lado de ustedes. Nos vemos en unos días.

¡Que les lluevan besos de Pedro (con esas babuchas extrañas que usa en los ensayos + medias + PONYs)!