lunes, 3 de septiembre de 2012

Epílogo.


Yo siempre fui de las que sueñan con la casa con vista al río, el golden y el hombre perfecto. Ese era mi ideal máximo a alcanzar, el que me llevaría a la felicidad completa. Quizás una utopía demasiado superficial y básica… el verso universal. Da igual, porque acá estoy, con un departamento en la ciudad, sin perro (el golden es de papá) y un hombre que está lejos de lo que yo imaginaba como perfecto.

Hoy cumplimos 7 meses de novios, con título y todo. Vos me lo pediste, a la semana que empezamos a salir y decidimos dejar de hacernos los boludos. "A mi no me interesa estar con nadie más…" dijiste (quedate tranquilo, a mi tampoco me interesaba… desde hacía mucho tiempo).

Hoy ya no sueño con casa ni perros ni hombres perfectos; mi sueño sos vos. Mi sueño es lo que podemos proyectar juntos porque cualquier paradigma que rigiera mi universo se cayó hace tiempo para no volver. Los límites que parecían tan marcados se hicieron imperceptibles y me di cuenta que no hay cliché que nos acote… salvo las estrellas

Estás raro hace un par de días. Lo disimulás bien, pero tus ojos a mí no me mienten. Estás planeando algo aunque te ocultes tras tus chistes malos que hacés generalmente (y que no entiendo) para distraerme. Igualmente, me robas sonrisas… como siempre.

Pienso en vos y sonrío como una estúpida. Se supone que ya debería haber pasado la etapa de enamoramiento pero sigo tan tonta como al principio.

El timbre de la puerta me desestabiliza (como vos) y me acomodo mi pelo dentro de la capucha del buzo de Nike negro que te robe (ni siquiera fue prestado, te lo olvidaste y lo que queda en casa…). Frunzo el entrecejo, mientras barajo en mi cabeza quiénes pueden estar atrás de la puerta. Son las diez de la mañana del domingo y con vos estuve hasta la madrugada, después de cenar… ¿Será el fumigador? ¿El portero? ¿Cablevisión?

La gente claramente está a destiempo porque realmente a quién se le ocurre aparecerse a esta hora de la mañana. Yo debería estar durmiendo pero estar despierta es cortesía de mi maldito reloj biológico que se empecino (y se empecina) en madrugar cuando no dormí las 8 horas mínimas. Premio a la boluda que se autoboicotea el único día que puede dormir.

Agradecería profundamente que no sean los de Fibertel; para ser más específicos el tal "Leo", un técnico que conocí hace poco. Digamos que hace 5 días se me corto internet en casa y descargue mi furia semanal contra una pobre chica del call center que se encarga del centro de atenciones de la empresa. Se ve que fui muy convincente porque a las 3 horas tenía a Leo y cia. tocando el timbre de casa. Ingenua como solo soy yo, le ofrecí chocotorta que sobró de mi cumpleaños y algo para tomar. Fui servicial y me puse a hablar… como con todo el mundo (odio los silencios). El chico era muy buena onda, pero malinterpretó y ni bien abrí Facebook tenía un mensaje privado de él invitándome a salir.

Claramente me subió el ego y fue gracioso toda la situación hasta que Pedro se enteró (aunque también fueron graciosos sus celos) y adiós chiste. 

Enarco una ceja al acercarme a la puerta. Apuesto lo que sea que es el fumigador, creo haber leído una notificación en el ascensor ayer a la noche. Aunque estaba demasiado ocupada en el ascensor con tus besos.

- No quiero fumigar, gracias… - digo fuertemente sin molestarme en aclarar la voz. No estoy en condiciones de abrir la puerta ni con ganas de recibir gente desconocida.

- Soy yo gorda - contestás y no te hago esperar mucho antes de abrir la puerta. Y ahí estas, con cara de dormido y el pelo todo despeinado, como a mí me gusta. Te sonrío.

- ¿Qué hacés acá? - inquiero levantando una ceja y esbozando una sonrisa de costado. Me da mucha curiosidad tu visita y tengo la leve impresión de que tiene algo que ver con que andes tan misteriosito estos días. Das dos pasos hacia mí.

- ¿Así me vas a recibir? - preguntás y me muerdo el labio. Se que te encanta que haga eso, aunque me cargues siempre.

- Perdón, es que me sorprende que hayas venido. Pero me encanta - finalizo y agarras los costados de mi capucha (o tu capucha, la campera en realidad es tuya) para acercarme hacia vos y rozar mi nariz con la tuya antes de pegar tus labios con los míos ¿Es posible sentir tantas sensaciones en un solo beso?

Me aprisionás la cintura con tus brazos y presionas tus palmas sobre mis espalda una vez que liberaste mi rostro (pero soy yo la que encierra el tuyo ahora). Cierro la puerta como puedo y me despego de vos solo para besarte otra vez. Así de adicta soy.

- Bueno, ¿me vas a decir a qué viniste? - pregunto con curiosidad y tus ojos me sonríen ¿Qué me estás ocultando?

- ¿Cómo? - contestás y sabés bien que odio que me respondan con una pregunta. Revoleo los ojos y te reís.

- Porque son las diez de la mañana y estás levantado Pedro - digo con obviedad. Jamás te levantás a esta hora y generalmente cuando dormimos juntos, me aburro horas antes de que te despiertes (claro que intento despertarte, pero es como si nada).

- Quería empezar desde temprano mi día con vos - explicás y me derrito, mientras acomodo el buzo sobre mi cuerpo. No se me ocurre que contestarte así que te abrazo y beso dulcemente tu mejilla.

- Qué lindo amor - respondo y vos acariciás mi brazo, mientras intento peinar tu pelo sin los resultados deseados - Igual estás raro.

- Ay gorda - refunfuñas mientras revoleás los ojos. Te falta morder el labio para terminar de copiarme mis gestos . Te inspecciono con la mirada - ¿Funciona bien internet ahora?

- Pedro…

- Paula… - decís y te empujo mientras me muerdo el labio (no sé como no se me hace una marca de tanto que lo muerdo). Carcajeás (ah, te hacés el gracioso).

Me atrapás en tus brazos y aunque intento salir no puedo. Me rindo al instante y me hundo en el aroma de tu perfume. Suspiro.

No somos convencionales, no somos la típica historia de amor ni la pareja perfecta. Pero lo que hay entre nosotros es tan fuerte que en 1460 días lograste meterte en lo más hondo de mí y por más esfuerzo que hice en odiarte, detestarte y aborrecerte (en este orden) y en que no me importaras, no conseguí más que quererte cada vez más. Karma, supongo. O destino.

Y el instinto (y el corazón) le ganó a la razón, a los celos, a los besos ebrios y con gusto a menta (que nos seguimos dando, pero muchísimo más seguido), a las heladeras, a las idas y vueltas y a los yo nunca. Porque con vos, "nunca" es una palabra que definitivamente tiene que ser borrada del diccionario.

Nos separamos (sí, de vez en cuando nos soltamos) y siento un ruido extraño que proviene de tu dirección. Frunzo el ceño.

- ¿Ves que estás raro? ¿Qué es ese ruido? - pregunto inquisitiva. Vos permanecés impasible ante mis sospechas y me irrita, porque no me das ni una pista. Ajjj te odio.

- Tengo tos Pau - me explicás mientras hacés una mueca y me arrepiento al instante de acusarte. Capaz por eso estás así, porque te sentís mal.

- ¿Querés algo?

- Deja gorda, yo me busco un vaso de agua - me asegurás mientras besás la punta de mi nariz y dejas la mochila sobre el sofá. Asiento mientras te veo caminar hacia la cocina - ¿Me sacás el celular de la mochila? Está en el bolsillo grande - me pedís desde el otro ambiente fuertemente para que te escuche y deslizo el cierre para abrirlo. Meto de lleno la mano dentro y no encuentro nada, hasta que mi mano roza ¿un suave pelaje?

- ¡Ay! - grito al despegarme de un salto del sofá y te materializás de inmediato a mi lado. Me mirás sorprendido -  ¿Qué tenés acá dentro Pedro? - pregunto aún alterada.

- De todas las reacciones que pensé que ibas a tener, nunca imaginé ésta - explicás como si me estuvieras contando que fuiste a comprar puchos a la esquina y me altera tu tranquilidad. No entiendo nada.

- ¿Eh? - musito, porque no se me ocurre qué más decir.

- Es tu regalo de cumple y por los 7 meses que cumplimos hoy - comentás mientras rascás tu nuca. Supongo que mis gritos no estaban dentro de tus planes. Me arrodillo sobre el sobre el sofá y abro de par en par la mochila para encontrarme con mi deseo más profundo de hace años. Sonrío y me muerdo el labio automáticamente (y me reto por haber sido tan arrebatada).

Esto es lo que me encanta de nosotros: la sorpresa constante. Por eso tengo la certeza de que jamás nos vamos a aburrir. La verdad, haber dejado de hablar en pretérito de nosotros es un alivio… pero esa sensación de que haya algo pendiente es nuestra magia. Son esas ganas de más, esa sed que no se acaba. Es eso que hace lo nuestro… eterno.

- Me muero - es lo único que atino a decir mientras tomo el perrito (creo que es macho) entre mis brazos. Estoy atónita, navegando entre la felicidad y emoción extrema.

- ¿No te gusta? - me preguntás preocupado mientras te arrodillás al lado mío y me robás una sonrisa. Tarado, obvio que me gusta.

- No… - y es gracioso ver como tu cara se transforma (al fin sacaste la cara de póker, tontito) - me encanta. No puedo creer que te acordaras - murmuro con la voz quebrada y siento como mis ojos comienzan a bañarse en lágrimas de emoción. Soy muy sensible, lo admito.

Cabe destacar que la única vez que mencione que quería un bulldog francés fue en el verano que nos fuimos de vacaciones juntos, en el 2008 y fueron pocos los momentos de sobriedad que compartimos… Claro, se te escapó el detalle que el perro que quería era una perra blanca y negra y lo que sostengo es un macho completamente negro. Pormenores que me interesan poco y nada porque el regalo viene de tu parte. Y eso para mí es más importante que cualquier otra cosa.

- Me alegro Pau, espero que sea el que querías - y asiento aunque no sea totalmente verdad. Rozo tus labios rápidamente y vuelvo a enfocarme en el perrito, con el que estoy empatizando velozmente - ¿Sabés que nombre ponerle?

Acaricio el lomo del animal y cierro los ojos mientras esbozo una mueca. Se que esta escena te causa gracia aunque no lo exteriorices.

- Moro - decido finalmente (como si no hubiera planeado el nombre hace años…) y vos hacés caras. Te fulmino con la mirada - Es hermoso el nombre - me defiendo.

- Yo no dije nada - decís inocentemente y me muerdo el labio.

- Ya sé, pero te conozco, Pedro Alfonso- te digo y vos carcajeás. Me cuelgo mirándote (suele pasarme constantemente) y vos me sonreís. Recorro con mis ojos los tuyos y me detengo en tu boca. Y otra vez me cuelgo (no es joda). Quién diría que yo iba a terminar así… pero me encanta. Porque me gusta quién soy cuando estoy con vos, porque soy más real - Te amo - digo (y se me escapa) mientras vuelvo a sostenerte la mirada.

- Te amo más Pau - me respondés mirándome a los ojos y traspasándome con la mirada, como siempre. Siento un escalofrío.

- Shhh - susurro mientras me acerco para que nuestras bocas se reencuentren y se acoplen en un beso interminable. Me pierdo entre el sonido de tus latidos y confirmo que el amor no es cuestión de cara o seca, porque vos y yo somos uno.

Y no hace falta pedir deseoscruza el amor, yo cruzaré los dedos.









¡Hola! Acá está lo que tanto les debía. Lo que está en negrita son todos los nombres de los capítulos de Asignatura, que los fui mechando a medida que iba narrando. "Cruza el amor, yo cruzaré los dedos" es una frase de Puente, un tema de Gustavo Cerati que me encanta.

Espero que les guste tanto como a mí, siento que era el broche que le faltaba a la historia.

Así que nos estamos leyendo pronto... con Sacrilegio. 

¡Besos de Pedros despeinados y recién levantados!


PD: Gracias a Jime por su no ayuda, copo trolo. jajajajajajaja

viernes, 17 de agosto de 2012

XV.


Pretérito.


Hasta no hace mucho, pensar en vos era vivir de recuerdos. Vivir de miradas desencontradas, de silencios tajantes e indiferencias simuladas. Digamos que por 4 años jugamos perfectamente nuestro papel de los típicos dos que no se pueden ver ni en pintura (con algunos deslices que incluyeron un par de besos y planteos implícitos reducidos a una mirada fulminante o simplemente a un insulto no merecido).

Ahora, en el presente, estamos sentados en los escalones del edificio de mi casa, casi por inercia más que por deseo (supongo que porque la vía pública es sitio neutral). Te acaricio la mano, entreteniéndome con la rugosidad de tu piel, mientras recorro sus extensiones. Tus latidos son perfectamente audibles; lo único que los acompaña son los autos que transitan la calle de vez en cuando y el borracho de la esquina que gime y hace los ruidos más extraños que oí jamás. Bizarro.

Te miro impaciente (y me olvido del borracho que en este momento habla solo) y vos mantenés la vista fija en el frente. Lanzo un suspiro.

- ¿Podés decir algo? - pido con una sonrisa nerviosa. Vos te tomás tu tiempo para responder, como de costumbre (ojo, me encanta tu pasividad pero a veces me irrita).

- Algo - decís y me muerdo el labio automáticamente. Vos y tus chistes tontos.

Balanceo la cabeza, en desaprobación y vos me mirás divertido. Y cuando lo hacés, me hielo. Tu mirada es tan distinta y tan igual... algo entre los dos definitivamente es diferente. Quizás porque por primera vez, las cosas parecen aclararse y nos estamos redescubriendo.

Lo único seguro es que me descolocás como siempre porque solo alcanza con que acaricies mi pelo dulcemente para estremecerme. Carraspeo.

- Pedro... - me quejo, pero mi sonrisa hace mi reproche poco serio. Vos recuperás el semblante.

- Es que capaz preferís hablar otro día... - explicás y entorno los ojos. De mí no te escapás más.

- Pedro, ya estamos acá. Casi te me declaraste en la casa de Hernán frente a todos nuestros amigos y ¿no te animás a quedarte a hablar conmigo?

- Con vos me animo a todo - rematás haciéndote el galán y me muerdo el labio. Goma (pero lindo).

- Bue... Hace unos días no parecía - contradigo enarcando una ceja, graciosa. Pareces cohibido y te rascás la nuca con rapidez. Mientras, el sonido del viento decora nuestras pausas.

- Tenés razón... - decís y me sorprende que lo admitas sin vueltas o frases misteriosas. Definitivamente, algo cambio - pero nunca deje de querer estar con vos. 

- ¿Y entonces? - pregunto con una mueca aunque sé que lo que te molesto fue el mensaje de Facundo... "Muero de ganas de verte otra vez".

Yo y mi suerte, que justo cuando el tarado aparece después de meses, vos lees sus patéticos intentos de conquista. 

- Se que no tenía derecho a hacerte ninguna escena, pero me dieron celos - te sincerás y asiento. Carraspeás y antes de continuar tamborileo sobre el mármol del escalón - y además sentí que me estabas haciendo lo mismo que la otra vez.

Mi eterna duda. Mi supuesto mal imperdonable que me valió cientos de miradas llenas de reproche. A ver.

- ¿Qué es lo de la otra vez? - inquiero deseosa por develar la incógnita. Hace años que tengo clavada la espina de a qué te referís con "lo tuyo es jugar a dos puntas".

- Lo de año nuevo - explicás y arqueo las cejas, confundida. Perdonarás mi memoria pero lo único que recuerdo, no quiero traerlo a colación - cuándo te fuiste con tu ex ni bien te llamó y me dejaste colgado después de que estuvimos juntos en la cocina.

¿WTF?

- Sí, me fui con él, pero porque no tenía más ganas de ver como te chapabas a Chechu en el balcón - remato mientras me vuelvo al frente. Se que no es justificación, pero era muy pendeja y estaba harta que vos hicieras conmigo lo que se te cante.

- Pero yo no me estaba chapando a Chechu - me explicás tratando de buscar mi mirada y lanzo un bufido irónico - En serio, estabamos en el balcón muy cerca... Pero la corrí y volví a entrar a la casa. Al rato te fuiste con Facundo y bueno, ahí sí.

Me molesta demasiado escuchar de tu boca que estuviste con ella, pero disimulo porque estás siendo sincero y eso para mí es valioso. De todas maneras, qué pendejos, por favor. 

- Cualquiera igual... - musito y vos parecés compungido de verdad - lo de los dos. Muy infantil.

Pasa un auto por primera vez desde que nos sentamos y el viento comienza a levantarse. Siento una ligera brisa en mis mejillas, mientras espero que articules palabra.

- Sí... Pero está bien. A la larga nos sirvió para saber que esto va en serio. Yo quiero estar con vos Pau - me decís entre reo y tímido y te miro sonriendo de costado. 

"En serio" y "quiero estar con vos" son frases para la perpetuidad... ¿Qué odio/prejuicio es lo demasiado fuerte para poder contra una atracción tan grande?

- Yo también. No quiero perder más el tiempo - coincido ampliando la sonrisa - Te quiero.

Y esta vez, no tengo miedo ni reparos en decirlo.

- Te quiero Pau - murmurás entre sonrisas y te acercás un poco más a mí. Siento cómo nuestros cuerpos van adquiriendo contacto y me hago adicta a la calidez que emanás - Sabés, pensé que no ibas a querer hablar conmigo... O que me ibas a tratar muy mal.

- Era la idea... Pero te tuve enfrente y no pude - reconozco rememorando mi idea inicial al llegar a la casa de Hernán. Una charla para aclarar las cosas, nada más, nada de cocina - Igual sos un exagerado, nunca te trato mal - lanzás una risita irónica y aprovecho que te tengo cerca para empujarte mientras me muerdo el labio - ¿Perdón?

- Antes me tratabas mal siempre... - justificás y revoleo los ojos. Te estás olvidando el plural en todo caso, chiquito.

- Ah bueno, ¿y por casa?  Te recuerdo, Peter, que el que empezó con este jueguito fuiste vos - y enarco una ceja luego de decirlo. Hagamos memoria.


Flashback

3 de enero de 2008,  Olivos (mi casa).

Hoy definitivamente es uno de esos días en que el mundo y todo el/lo que lo habita está en mi contra (o yo voy en contra de ellos) y cualquier cosa que intente hacer no sale o lo hace exactamente al revés de lo deseado. Un día anti-Paula.

Quizás es egocéntrico pensar que los millones de personas que habitan este planeta , están complotados para entorpecer mis planes, pero es dicho en un sentido puramente metafórico.

Entonces, repasemos lo que califica al día desastroso como tal: 35 grados de calor (comienzos de verano), el auto en el taller, pileta de casa sucia, obligación de ir a la casa de Flor. La última es la peor de todas; no puedo fallar, por más que lo único que quiera es quedarme mirando Lost en Cuevana con el aire acondicionado a mil. Van los amigos de Hernán que van a la costa, para conocernos antes de viajar. Sigo reticente a la idea de cambiar Pinamar por Gesell, pero soy demasiado buena amiga y ya no puedo echarme para atrás. 

Es mi segundo día sola en casa ; mis papás se fueron con mis hermanos a Punta del Este, por quince días. Están atravesando una profunda y gran crisis que buscan solucionar con tiempo en familia. La verdad, para verlos pelear todos los días prefiero ser la gran ausencia de las vacaciones familiares.

No hay cambio en la mesada (me olvide de sacar plata del cajero), por lo que lo único que me queda es depositar mi fe en el transporte público. El calor que hace es inhumano y se siente aún más entre la gente que me aprieta en el 168 que me lleva a la casa de mi mejor amiga ¿Por qué tanta gente viajando a esta hora?

Mi mal humor se dispara y cuando toco el timbre, tomo aire con la determinación de cambiar mi mala suerte. La abrazo fuerte y me indica que siga hasta el jardín, donde se encontraban mis compañeros de viaje.

No me simpatiza la idea de salir y calcinarme con el sol, pero estoy demasiado cerca de la entrada. Y ni bien pongo un pie afuera no tengo tiempo de respirar que con un manguerazo, me empapan entera.

El celular, el iPod, mi ropa, mi pelo.

Me doy vuelta, con odio, hacia mi agresor y me pierdo observando al boludo que atónito, me mira con la manguera en la mano mientras se rasca la nuca (el boludo sos vos). Con la barba recién cortada, una remera de "Los 
Piojos" y ojos amarronados me mirás expectante.

- Flaco, ¿sos pelotudo? - inquiero con fervor y así un 3 de enero,se inauguran las hostilidades entre nosotros.

Fin flashback.



- Tu cara ese día - recordás mientras te matas de risa y muy en el fondo te agradecí que me mojaras porque el calor era insoportable. Mi celular no tanto, que tuvo que vivir en arroz un día para recuperarse.

- ¿Me vas a seguir cargando? - pregunto simulando molestia y vos haces un esfuerzo por contener la risa - Fue divertido igual - agrego y me regalas otra de tus sonrisas. Hermosas.

Me abrazás de costado y rodeo tu cintura con mi brazo izquierdo. Me acaricias el pelo y descanso los ojos al sentir tu contacto. Al relajarme completamente, mi cuerpo comienza a percibir el frío que está comenzando a hacer y me incorporo.

- ¿No querés pasar? - pregunto con una media sonrisa al separarme de vos. Me mirás sorprendido - Tengo frío - agrego tiritando levemente.

- ¿Estás segura? - decís y revoleo los ojos mientras abandono mi asiento en los escalones. Ya empezamos con las vueltas (y, una vez que soy directa).

- Dale no te hagas el interesante, ya pasamos esa etapa - respondo mientras tironeo de tu brazo para levantarte. Sos pesado eh.

- No es de interesante, no quiero que te sientas obligada - explicás y tus dedos recorren mi brazo. Entrás o entrás.

- Te invito porque quiero - refuto y deposito un beso en tu nariz mientras saco las llaves de la cartera. Te siento sonreír y me abrazás desde atrás mientras nos adentramos en el hall y por suerte, hoy el de seguridad tiene franco. Qué fácil fue convencerte.

Se ve que no fui la única que soñó años con este momento y dejar de hablar en pretérito cuando me refiero a nosotros dos es tan reconfortante como pleno.

Es que... ¿Cómo nos permitimos negarnos esto tanto tiempo?

Siempre dije que las asignaturas pendientes son resoluciones necesarias para algo mayor. Que son tareas a cumplir para poder pasar a lo que sigue. Hoy me doy cuenta que el paradigma se me fue al tacho.

Entre los miles de besos y caricias que nos damos, la necesidad de vos se hace más grande y ya no estoy segura si vos alguna vez vas a dejar algo pendiente en mi vida porque esa es nuestra magia. Es lo que nos hace eternos, únicos e insaciables.

Y me sonreís y me mirás (y te miro y te sonrío) y me conformo con saber que sos mío y que soy tuya... Hasta que estemos más allá del cielo.






FIN





Soy malísima para las despedidas. Pésima. Por eso esto no se termina acá y se viene un epílogo que termina de cerrar este piloncito de 15 capítulos que fue Asignatura.

La verdad, nunca me imagine el impacto (si queremos decirle así) que tuvo esta historia. En ella puse muchas cosas mías: memorias, anécdotas, corazón y cerebro y la mayor satisfacción fue la respuesta que tuve. Gracias a todos por pasarse a leer, hacerme el aguante, querer pegarle a Paula, querer pegarle a Pedro, querer matar a Chechu.

Y fundamentalmente tengo que agradecer a un par de personitas que nombraré a continuación: primerísimas, mis amigas de siempre Dani y Jime, que siempre están haciéndome el aguante, riéndose conmigo y compartiendo la vida. 

Lauci, amiga sos mi consejera n 1 ya tu sabes, gracias por todo. Mar, llave desaparecida, espero que lo leas (?) jajajajaj te quiero puti. Vanchi y Juli por siempre estar ahí tirando buena onda y haciéndome el aguante, son in cre i bles. Y Flor, sos triste, pero sos lo más y se que puedo contar con vos y viceversa para lo que sea. Y Agus, por ser tan tan genia y tan amor de persona.

A las mencionadas, las quiero mucho (no daba repetirlo en cada oración jajaja).

En el epílogo, hacemos un pequeño salto en el tiempo y no enteraremos que pasó con PyP, Chechu, etc.

¡Besos de Pedros facheros con pantalón blanco (como los del video de Bando)!

lunes, 6 de agosto de 2012

XIV.



1460 días.


De 1460 días (que son 4 años) que llevo conociéndote 700 te odie, 400 te ignoré, 300 no me importaste y 60 te lloré (aún sin saber que era exactamente por vos). Todos son números aproximativos, porque nunca tome registro real y porque desde primer año fue ley llevarme matemática en la secundaria (en quinto, la profesora de matemática murmuró un "con razón" al oír que quería estudiar actuación).

Luego de establecer contacto visual por tiempo indeterminado, me muerdo el labio inconscientemente y esbozás una media sonrisa (tus marrones siguen enfrascados en mis verdes). Te rascás la nuca levemente y no puedo evitar sonreír; ese tic me produce ternura.

- ¿Y qué pediste Pau? - me preguntás volviendo a centrarte en mis ojos verdes. Agarro el vaso y tomo un sorbito; esa necesidad de hacerme la interesante...Quizás simplemente lo hago porque me ponés nerviosa (sí, todavía me seguís descolocando).

- No te puedo decir... Sino no se cumple - y revoleás los ojos. No es mi culpa que seas tan escéptico - y quiero que se cumpla.

En realidad, a esta altura es una necesidad más que un querer.

Nos sonreímos y es la primera vez que nos hacemos este tipo de demostraciones en público (aun con 1460 días de amor- odio encima). A vos no parece molestarte la idea, es más, pareciera que te gusta. Eso es nuevo.

Yo no estoy lista para enfrentarme al sin fin de preguntas que podría venirse si alguien se entera. Menos para que Florencia o Zaira o Cecilia se enteren. Y menos que menos si aún entre nosotros las cosas están tan enredadas, malentendidas y por poco erráticas.

Zaira se desploma a mi lado, acompañada de Pey (ésta vez si es ella) y me dan ganas de de invitarla a retirarse ¿Por qué justo ahora?

Me susurra algo al oído, lo cual rompe con la burbuja en la que estábamos metidos y dónde solo existían nuestros deseos. Estamos destinados a la interrupción, especialmente la de ella.

¿Que habrás pedido vos? 

Parece que todos se cansaron de bailar, porque sucesivamente vuelven a acercarse a los sillones. Florencia intenta recuperar su lugar, donde ahora estás sentado vos, pero te negás. Ella frunce el ceño, extrañada, porque hace unas semanas hubieras ocupado la otra punta. Naturalmente, se ubica al lado de Hernán que esta casi enfrentado a nosotros.

- ¿Hey, y Chechu? - inquiere Zaira sin dirigirse a nadie en particular y no puedo evitar mi desinterés. Estamos bien sin ella, gracias. - ¿Vos Peter no sabés nada?

No te sientas observado, por favor.

Necesito de toda mi voluntad para no darme vuelta al instante, como todos los demás, y demostrar mi obvio interés. Cuando lo hago, tratando de permanecer impasible, te noto intacto. Me desespera tu capacidad para que parezca que todo te importa un carajo.

- No, no tengo idea - te limitás a contestar y Flor se inclina para quedar más visible. Su collar parece más largo y su pelo más rojizo, efecto de la luz.

- Qué raro que vos no sepas - comenta Florencia divertida, dejando entrever los rumores que rodean a ustedes dos (propagados por Cecilia, obvio). A mi no me causa gracia, pero Flor tiene un punto. Y es exactamente, lo que me interesa saber, aunque me de miedo preguntar.

- ¿Por qué es raro? Con Chechu no tengo mucha relación - sentenciás y agarro el vaso porque oficialmente acabas de ponerme nerviosa. Delibero entre tirarte el contenido por la cabeza o tragármelo.

- A ver Pepe, pero explicanos. Yo no entiendo nada, pensé que estabas saliendo con ella - dice Zai sin filtro, algo extrañada por tu contestación, y yo bebo lentamente la cerveza. Estos momentos de tensión, son los que me replanteo volver a fumar.

- Nunca salí con ella Zai... Solo fue un beso. A mí me interesa otra persona - contás como si estuvieras diciendo que fuiste a comprar al chino de la esquina de tu casa y casi me atraganto. Se hace un silencio y Florencia, afortunadamente no vio papelón que acabo de hacer, porque está muy ocupada mirando a Hernán y preguntándole con la mirada si él sabe algo. Zaira en cambio, no me saca los ojos de encima, analizándome como si acabara de descubrir algo. Toso alevosamente.

- ¡Ah bueno! - exclama Nan entre risas y siento que me estoy sonrojando y debería haberte tirado la cerveza encima. Me muerdo el labio y los demás lo interpretan como una muestra de fastidio. Genial.

- ¿Quién? - pregunta Pipeta horrorizado, haciendo alusión a la señorita misteriosa que te roba los pensamientos (está bien, esto no lo dijiste, pero como es mi imaginación me permito agregarlo). Estar excluido de esta información le sorprende. 

Mi mente trabaja a la velocidad de la luz pero estoy tan anonadada que no puedo barajar ninguna opción posible. Si llegás a decir mi nombre, no sé cuál va a ser mi reacción. Ojalá no lo hagas (públicamente, personal es otro tema).

- La que lo tiene que saber, lo sabe - finalizás y yo exhalo lentamente. Esa manera tan vos de mantener el misterio pero aún así dejar callados a todos, sin palabras posibles para agregar. Sin embargo esta cuasi declaración lleva todo completamente a otro nivel… Mi hermano tenía razón, te gusto en serio. Pero en serio - Sentite tocada... - me susurrás por debajo y tengo que hacer un esfuerzo enorme para no sonrojarme. Zaira está pasmada... y yo también. Creo que estúpida me describiría mejor, pero la otra palabra se acerca bastante. 

- ¿Y ella qué onda? - pregunta con interés Agustín, tu amigo que juega profesionalmente en Racing. Me cae muy bien (y mejor cuando mete goles).

- Creo que le pasa lo mismo. Espero - y me mirás sin disimulo. No sé qué hacer, así que me guío por mis instintos y te miro mordiéndome el labio porque es obvio que me interesas, que te quiero y que quiero todo con vos . No solamente un beso por temporada.

Sonreís y nadie entiende nada. Que nos entendamos vos y yo es un milagro, así que… 

Dejo el vaso en la mesa, totalmente decidida a no hacerme cargo para dar cualquier tipo de explicación. Si tuviste el tupe de decir todas esas cosas en publico, tema tuyo. Y no por lavarme las manos, sino porque primero, las explicaciones tienen que ser entre nosotros.

No pasan ni siquiera quince minutos, que llega la gran ausente de la noche (ausente hasta ahora, aunque si faltaba no la iba a extrañar). Saluda a los presentes con su sonrisa tan odiosa (absolutamente todo me molesta de ella, más hoy que estás vos) y cuando llega a vos, me pide que me corra para dejarle un lugar en el sofá. Seguí soñando. 

Exhalo lentamente, luego de decirle que no. Pensar que por mí está hoy en esta reunión es un autoboicot (digamos que fue amiga mía antes que de las demás). Más lo es, recordar que la considere una mejor amiga por años. Las vueltas de la vida… y las caretas que se caen.

Zaira le dice que se siente al lado de ella, luego de guiñarme un ojo. Ay cachorra... Siempre tan leal aunque te haya ocultado esto tanto tiempo. No necesito más.

Mientras hablamos entre todos, me acaricias la mano con sutileza, y nadie lo ve porque por fin dejamos de ser el centro de atención (salvo Chechu, que no alcanza a ver tu caricia pero sí cómo no me sacás los ojos de encima). Te sonrío.

Estoy de tan buen humor al ver que te importa poco y nada que ella esté presente que me ofrezco para ir buscar más hielo, con la esperanza de que te aparezcas y podamos hablar tranquilos de una vez. Mis ilusiones se van al tacho cuando Chechu se levanta simultáneamente del sofá conmigo, deseosa de ayudarme. No me queda más que suspirar, porque si me niego insistiría y si puedo evitar que hable (y así no oír su irritante voz) mejor.

En la cocina, los azulejos perfectamente blancos reflejan la luz y cuento al menos dos escudos de Independiente en las paredes. Sería tan fácil adivinar que ésta es la casa de Hernán.

- ¿Saco un bowl? - pregunto mientras abro la alacena porque creo que Hernán no tiene hielera y si la tiene, imposible encontrarla. 

- Dale, saco el hielo - me sonríe Chechu. Intento esbozar una sonrisa, pero logro una muy pobre. Mejor poco que nada.

- Me encanta como le quedan esas camisas a Peter... Me mata - anuncia Cecilia mordiéndose el labio y es tan colgado el comentario que se que me lo hace a propósito. Sino sabe que entre los dos hay algo (no puede definirse en este momento) claramente nuestras miraditas y la negativa para sentarse al lado tuyo no le cayeron nada bien. 

- Mmm - murmuro fingiendo que no me importa. No le voy a dar el gusto.

- Me encanta - agrega mientras deja caer los hielos en el recipiente. Evito mirarla, porque no estoy psicológicamente preparada para ver su sonrisa tonta - Hoy me lo llevo a casa.

Mi piña en su cara, eso es lo que se va a llevar.

La miro con sorna, porque no se me ocurre de que otra manera mirarla ¿No le da vergüenza?

- Primero hay que ver si quiere - comento mientras me alejo de la mesada y mi "amiga" enarca una ceja. Esencial, mi querido Watson.

- Sabés qué Paula, siempre me estás tirando mala onda con Pedro - dice con una prepotencia camuflada. Me repito que mantenerme al margen, es mi mejor estrategia si quiero evitar pelearme con ella. Pero las ganas que tengo de mandarla a la mierda por sin código y mala amiga son más fuertes.

-No es mala onda, es una realidad. - me limito a contestar. Concisa y suficiente.

- La realidad es que estás celosa - ataca como si tuviera una verdad universal entre los labios y cuento ovejas en mi cabeza. Es un método antirrábico. 

- No debería estar celosa de algo que no existe, pero sí me dieron celos - admito y ella se sorprende. Esperaba mi eterna negativa, pero ya me canse de dejarle lugar para que haga lo que quiera - Ahora solo siento lástima... Porque me di cuenta que sos una mina que todo le da lo mismo. 

- Ah bueno, ¿qué te pasa Paula? ¿Tanto te afecta que Pedro no te de bola? - pregunta desafiante y comienzo a angustiarme. Esto no era lo que tenía planeado al venir a buscar hielo.

- Deja de proyectar. Sabés muy bien que sí me da bola y si no te acordás hace memoria. Va a ser difícil lo único, porque estás desmemoriada hace bastante - remato y se hace la sorprendida. Comienzo a sentir una molestia en el pecho y los ojos más acuosos. Me obligo a permanecer dura.

- Uy Paula, no se qué te estará pasando que te la estás agarrando conmigo - se defiende.

- Seguí haciéndote la boluda. No te alcanzo con meterte con mi ex, que te quisiste levantar a Pedro que estuvo conmigo. Venís cagándote en mí desde antes - espeto y niega rotundamente con la cabeza. No solo se hace la boluda sino que me toma como una también. Genial.

- No puedo creer que me eches en cara lo de Facundo ahora... Ya te explique como fueron las cosas. Y Pedro no es nada tuyo, y hasta donde sabía no te lo bancas.

Bla bla, con ese verso a otro lado. Bien que sabe lo de las vacaciones, las ganas que le tuve y le sigo teniendo.

- Tus explicaciones no me alcanzan. Y sabés que con Pedro hay onda desde Gesell… pero a vos no te importa - murmuro, porque si elevo mi tono de voz va a notarse aún más cómo me estoy quebrando.

- Vos nunca me dijiste nada. Y si hay onda entre nosotros, bueno, lo lamento - reflexiona y no se puede ser tan fría. Y negadora.

- Esta bien Chechu seguí agarrando mis sobras. Sos patética. 

Reprimo mis ganas de llorar, no muy segura si de bronca o de tristeza. Odio pelear con la gente.

La dejo con la palabra en la boca (en realidad no sé si agrego algo más, pero mis oídos están entrenados para no oír su voz cuando no tengo ganas) y me vuelvo al living rápidamente. Al llegar cerca del sofá comienzo a tomar mis cosas y acomodo el abrigo en mi brazo izquierdo. Me mirás preocupado.

- Me voy chicos... - anuncio con un hilo de voz. Ser tan transparente es odioso a veces.

- ¿Por qué? - pregunta Flor asombrada y revoleo los ojos. Te materializas a mi lado y agarrás tu campera de cuero, mientras todos nos miran.

- Te llevo - decís y no me estás preguntando. Nadie emite palabra y vuelvo a mirarte.

- No, está bien, me vuelvo en taxi - contesto y vos te rascás la nuca por unos segundos. La verdad, lo único que necesito es irme ya de este lugar; no quiero llorar enfrente de nadie, menos frente a Chechu.

- Llamate un radio taxi - agrega Cecilia que no sé en que momento volvió al living y ni siquiera la miro. Forra - Dale Pepe quedate... ¿Sino como nos volvemos con Zai? - se queja y no puedo creer que le de la cara. La morocha frunce el ceño y la mira desentendida.

- En taxi - simplificás y río internamente - Dale Pau, te llevo. Y si no querés, me voy yo también. No tiene sentido que me quede si te vas - agregás y muero lentamente con tu remate. 

Termino de acomodar mi cartera y Nan nos avisa que el hombre de seguridad nos abre abajo. Mientras nos dirigimos a la puerta, me abrazás de costado dulcemente y deslizo mi brazo por tu espalda. Ya no me importan los demás, solo me importás vos. Y entonces los 1460 días de angustia, bronca, idas, vueltas y desamor parecen nada cuando entre nosotros dos puede haber algo tan incondicional y sincero.





Y al fin el gato encerrado y ubicado en su jaulita, Pepe con los pantalones puestos y Paula siendo fiel a sí misma. Queda nada para el final.

Una cosilla importante. Empecé mi carcel, la fuckultad, por ende el ritmo de subida va a ser claramente distinto. 

¡Besos de Pedros desvistiéndose sensualmente! (?)


martes, 31 de julio de 2012

XIII.



Pedí un deseo.



Si me hubieran regalado un deseo hace 6 años hubiera pedido que mis papás no se separen. Si lo hubiera tenido hace 4, hubiera pedido un beso tuyo.  Si me lo hubieran dado hace 2, hubiera pedido conseguir el papel para la novela por la que hice el casting más tedioso de mi vida. Hoy si me lo concedieran... no se que pediría.

Hoy es un día completamente anormal teniendo en cuenta que estamos en invierno y las bajas temperaturas son un cuchillazo a las zonas del cuerpo desprovistas de abrigo. Los descarados 20 grados que hacen obligan a sacar la ropa de medio tiempo que enterré en el placard ni bien el frío apareció.

Me pinte las uñas de dorado, porque el calor me pone de buen humor y el color de esmalte que uso generalmente tiene que ver con mi estado de ánimo. Como prenda superior, tengo mi blazer negro favorito.

Definitivamente hoy es un día diferente a los demás. No hubo tráfico cuando volví del canal, las milanesas no se me quemaron y me puse lo primero que se me ocurrió. Raro raro para ser viernes. Mis viernes son triple c: caóticos, cansadores y alCohólicos (cuando no me agarra el viejazo y esa "c" la reemplazo por la de Cuevana).

Mi humor hoy es indescriptible; estoy en ese punto medio al que nunca puedo llegar. Probablemente es porque se que hoy te veo y los sentidos se me neutralizan.

Sin la charla previa con mi hermano probablemente hubiera estado histérica y hubiera buscado cualquier excusa para no ir a la "fiesta" de hoy. Pero como hoy es un día inusual, estoy en la casa de Hernán, sentada a tres personas de distancia de vos como si fuera lo más normal del mundo. Como si nosotros lo fuéramos.

Hago un comentario poco inteligente, que provoca las risas de todos, incluyendo la tuya. Acaricio mi pantalón de plush bordo, mientras muerdo mis labios (pintados de rojo) y me hundo en la conversación de la que me salí por unos segundos.

Pey, tan melancólico como siempre empieza a recordar anécdotas de años anteriores y me pregunto por qué nadie emborracho al chico para que se calle. No tengo ganas de recordar, así estoy bien, muchas gracias.

Pero al parecer esta fiesta, sin motivos reales más que un porque sí, despierta sorpresivamente lo más sentimental de cada uno de los que estamos. Menos en mí, que no veo la hora de pasar a otro tema de conversación. 

- ¡Miren lo que encontré! - exclama Zaira desde la esquina del living, donde se encuentra un estéreo con una pila inmensa de CDs a su izquierda. Agita y señala una caja que creo reconocer - ¡El compilado de Gesell!

La morocha no vino esas vacaciones, pero nos encargamos de torturar a todo el mundo con los temas de ese verano ni bien volvimos. Cada canción de ese cd trae un recuerdo y con él... Bueno, creo que ahora ya sé que quiero hacer si me dieran un deseo.

- ¡No puedo creer que existe todavía! - dice Flor con una sonrisa y yo levanto las cejas, aburrida. Ese cd es más viejo. Ya me veo a todos bailando al ritmo de "Diva virtual" por toda la casa. Patético.

- ¿Hey se acuerdan de la noche que jugamos a la Ouija? - pregunta Hernán haciéndose el misterioso y te miro, mientras vos permanecés callado. Claro que me acuerdo.


Flashback.
21 de Enero de 2008, Villa Gesell.
Después de 7 rutinarias noches de playa, previa y boliche era lógico que quisiéramos romper la estructura. El jardín de la casa de los chicos estaba plagado de heladeritas con diversas bebidas alcohólicas y la mesa, de ceniceros (algunos improvisados). 
Flor y yo, las únicas mujeres en la mesa, sin tener en cuenta a tres pendejas de 18 amigas de Pey (Julieta, Karina y Yamila). La famosa Juli, es tu pretendiente, y en este momento se encuentra sentada en tu regazo y no justamente por el faltante de sillas. Las otras dos, gatos sin suerte que vinieron por el alcohol gratis.
- ¿Se animan a jugar al juego de la copa? - pregunta desafiante Hernán y se produce el primer silencio de la noche ¿A qué enfermo se le ocurre ponerse a jugar a la Ouija en una previa?
Golpeo levemente el pucho con mi dedo índice, mientras el murmullo se hace presente.
- Yo me prendo, total acá a la noche no duermo - comenta Flor y Hernán le sonríe pícaro; códigos internos entre ellos dos. Si planean dormir en nuestra casa, que vayan desasiendo el plan; yo por más amor que le tenga a Flor, no pienso pasar la noche con los chicos y menos si piensan jugar a esto.
- Yo juego - dice Julieta con una sonrisa y levantando las cejas. Pelotuda. 
- Yo paso - aviso luego de que los chicos asintieran y empiecen a liberar la mesa para traer lo necesario para jugar. Me levanto y busco mi caja de Lucky; además de no jugar, tampoco quiero quedarme mirando. No es que sea supersticiosa pero le tengo respeto a estas cosas.
- Dale Pau, lo hacemos al aire libre - me explica Pey pero diga lo que diga no va a poder convencerme ¿después a la noche como duermo? Seguro los chicos hacen algún tipo de joda en la que van a tomarme de punto y no estoy de humor. Y la verdad, esto de irme funciona como excusa para no tener que verte a vos y a tu amiguita chapando (además lo que me gustaría preguntar los espíritus no pueden responderme). 
- No, posta, no quiero - y las risitas tontas de las pendejas me superan. Me doy vuelta para observarlas, vistiendo esos shorts que no merecen llamarse shorts y haciéndose las capas como si supieran mucho de la vida y apenas saben prepararse un Fernet. 
- Ay que cagona - dice Yamila (creo) y estoy deseando que se atragante con el chicle que esta mascando.
Vos levantás la vista para mirarme y recorro un diccionario de insultos posibles con los que contestarle a la muchachita en cuestión. No puedo caer tan bajo.
- Veremos si pensás lo mismo después de jugar - finalizo sin dar lugar a una respuesta y le sonrío falsamente. Explico que me voy a las escaleras de la entrada para hablar por teléfono con alguien que acabo de inventar y Pipeta me alcanza los Lucky, luego de guiñarme un ojo. Sonrío ampliamente, porque se que significa que las chicas no la van a pasar muy bien que digamos.
Elijo el segundo escalón para ubicarme y observo la gente caminando con bolsas en la mano. Deben ser eso de las 12 y todos están juntándose antes de salir a bailar (de fondo, suena Daddy Yankee con alguno de sus temas; no los diferencio para mí son todos iguales). Le doy una pitada y antes de exhalar miro las estrellas; no hay ni una nube en el cielo.
- ¿Me das fuego? - y bajo la vista para encontrarme con vos, completamente rojo (dato del que no había percatado por la poca luz que hay en el jardín). Y a pesar de tu ridícula imagen, me parecés más lindo que de costumbre. Y tan maleducado como de costumbre.
- ¿"Por favor" ni en pedo no? - pregunto mientras te observo desde abajo y vos revoleás los ojos. Gracias por venir a interrumpir mi paz.
- Por favor, miedosa - y haces énfasis en la última sílaba y resoplo con sorna. Despeinás tu pelo y yo limpio mi cigarrillo de la ceniza; vos tamborileas con el tuyo en la mano, nerviosamente.
- No sé qué hablás si vos también estás acá, rosita -  destaco mientras enarco una ceja y lanzás un "pfff" seguido de una sonrisa. Te cagué.
- ¿Me vas a convidar o no? - insistís, desviando el tema y sonrío triunfadora. Con vos ganar es más divertido que con cualquiera.
- No me dijiste que hacés acá - comento mientras te paso mi encendedor. Te tomás tu tiempo (para responder y para prenderte el pucho, si serás lento) y me muerdo el labio.
- No sé… - que interesante información. Es la nada misma. Inhalás el humo y me quedo pensando en lo que dijiste; no sé si de chusma o por necesidad (de saber por qué estás acá y no allá).
- Cualquiera que la hayas dejado sola a tu amiguita - digo y no puedo evitar el tono despectivo cuando hablo de ella. Me cae mal por gato, no porque haya estado pegada a vos con la gotita desde que llego - Ya que la invitaste, te tendrías que haber quedado - y me muerdo la lengua inconscientemente. Muy en el fondo no quiero que te vayas y además, lo último que dije da a entender como si la bancara. Nada más alejado de la realidad.
- No tenía ganas… - simplificás y parece que querés decirme algo, porque modulas pero luego quedás en silencio. Quizás tiene que ver con las razones por las que estás en frente mío.
- ¿Qué hora es? - pregunto aunque es lo que menos me interesa saber. El silencio es algo que me supera (hablamos del silencio incómodo).
- Las doce en punto… - contestás luego de mirar tu reloj pulsera y mi intuición le erró por unos minutos -  Pedí un deseo.
Te miro graciosa, pero cierro los ojos al instante (no puedo pedir deseos con los ojos abiertos); amo estas cosas. Mil cosas se me ocurren y me muerdo el labio; no puedo ser tan indecisa. Sin embargo, hay una sola cosa que se me queda trabada en la cabeza y no me queda más que pedirla (y me odio por esto); aunque no tenga sentido, ni pies ni cabeza y ni un gramo de lógica dado que lo único que hacemos es pelear, mi deseo es que el juego de la copa sea muy largo. Y que te quedes acá, fumando conmigo mientras vemos a gente más divertida que nosotros pasar.
Fin flashback.

Agito mi vaso, mientras escucho lo que sucedió en el jardín esa noche mientras vos y yo estábamos en la entrada; las bromas que le hicieron a las chicas, los mensajes que recibieron de los espíritus y demás. Me auto-felicito por haber decidido marcharme y tomo un sorbo de la cerveza que me sirvieron.

Me muerdo el labio; incluso ese día cuando mis sentimientos hacia vos eran mínimos y más confusos que nunca supe qué elegir. Qué irónico.

Retiro mi mano izquierda de mi regazo, dispuesta a mirar la hora; por inercia más que por cualquier otra razón. Antes de leer las agujas, siento que el asiento vacío a mi derecha se desocupa; no me molesto en mirar, seguro es Zaira.

- Son las 12 en punto - te escucho decir con suavidad y sin saber cómo no me sobresalto. Solo volteo a verte.

Nos mantenemos en silencio unos segundos.

- Pidamos un deseo - sugiero y tus ojos marrones transmiten calidez. Asentís y por primera vez antes de desear algo, no cierro los ojos; los mantengo abiertos y mirándote fijamente (vos hacés lo mismo) y deseo que seamos vos y yo, de una vez. Pero los que somos cuando nos miramos... los que cuando se observan en silencio, se entienden más que con cualquier palabra.




Amo el flashback. Ya quedan poquitos.

¡Que les lluevan Pedros!

(de cualquier tipo, a elección del lector) 

Besos.

sábado, 28 de julio de 2012

XII.


Todo mi universo.

Acá estoy, olvidándote. O eso se supone que estoy haciendo, jugar a la desmemoriada…  (sí, estoy mintiéndome a mí misma, porque no te estoy olvidando un carajo pero cobardemente pienso que así es mejor).

Las cosas no están resultando como yo creía; para nada. No sé si son los planetas que no se alinearon, vos y yo que no funcionamos ni bajo la mejor combinación astrológica o si sólo yo soy el problema. Por suerte, ya supere esa etapa sadomasoquista en la que uno se echa la culpa de todo. Ahora simplemente me dedico a ignorar el tema, haciéndome la superada y engañándome creyendo que esto es olvidar.

Mi universo conspira contra mí, pero llego la hora de aceptar que las cosas son como son y punto. Y hoy me levante con ganas de pensarlo de verdad (por alguna razón seguís irrumpiendo mis pensamientos, pero cada vez te reprimo con más éxito).

Nadie se dio cuenta mi "desprecio" genuino hacia vos esta semana y la verdad, me sirvió para sostener mi clásica postura anti Pedro. Entre otras cosas, programe mi cerebro para que funcione en modo automático cuando habla Chechu (no es joda, de verdad no la escucho) así que no sé si te nombro en alguna de las conversaciones que mantuvimos. Y abandone nuestro grupo de BlackBerry que tenemos con las chicas con la excusa de que me llegaban demasiadas notificaciones y me molestaba (¿eh?).

Estas acciones, derivan en una sequía de Pedro, Peters y derivados (es mejor así, creéme). Al menos oral y textualmente.

La cuestión es que estoy manejando hacia mi vieja casa de Olivos para ver a mi hermano (que hace un día volvió del hospital, increíblemente) y entre colorado y colorado de semáforos, asaltás mis pensamientos nuevamente (soy monotemática, lo sé). Y me siento la misma idiota que todos los días, con la diferencia que ya no lloro como antes. Contémoslo como un progreso.

Una vez dentro de casa, revoleo el tapado negro y gris sobre el sofá que pertenecía a mi abuela materna. Ella tenía una afición sobre sus muebles, pero le regalo a su hija uno para que haya algo de ella dentro de la casa (sus mambos). Saludo a Ale, mamá, efusivamente (y evitando mirarla demasiado a los ojos, no quiero responder preguntas) en la cocina y subo las escaleras hasta la habitación de mi hermano, que está decorada igual que cuando me fui a vivir sola, dos años atrás. Lo único positivo de que algunas cosas sigan como siempre.

- ¡Hola torre! - exclamo al entrar y mi hermano deja el celular en la mesa de luz al verme. Sonríe y lo imito - No pareces tan largo así acostado.

- Hola Melli, la frazada engaña... - explica mientras se endereza contra el respaldo de la cama. Asiento y acaricio mi pelo mientras me acomodo en el borde del colchón - ¿En qué anduviste desaparecida?

- Grabando - menciono como si fuera obvio (es casi cierto, la mayoría del tiempo que no estuve enterrada bajo las sábanas de mi cama, estuve en Polka). Veo venir un interrogatorio y no es exactamente lo que tenía en mente al venir a Olivos.

- Claro... - me dice y acaricio mi jean desgastado. Retengo el aire, porque ese "claro" sonó muy sospechoso - ¿Qué te pasa Pochita?

- ¿Eh? - exclamo, totalmente por sorpresa. Gonzalo enarca una ceja y se que no puedo mentirle. Mi plan de superada se cae a pedazos y largo un suspiro antes de que mi hermano haga otra pregunta para presionarme.

- Dale, estás rara... - insiste y llego a la conclusión de que sólo me engaño a mi misma. Al final, tanta actuación al pedo si no puedo sostener una Paula feliz ante los demás. Debe ser porque jugar a ser uno mismo es más difícil cuando todo es negro.

- ¿Cómo te diste cuenta? - pregunto, mirando sus ojos celestes. No estoy lista para empezar a hablar todavía.

- Intuición de hermano... - asegura y lo miro con sorna. Sonríe - Bueno... y mamá me buchoneó algo.

Será que esta mujer hasta por teléfono se da cuenta cuando me pasa algo.

- No se puede hacer un duelo en paz eh - bromeo y Gonza sonríe y asiente mientras acomoda la frazada. Me muerdo el labio instintivamente. 

- Hombres, malditos... ¿Qué te hicieron ahora? - dice jodiendo y el plural está de más. Se me anuda la garganta al instante al pensar en vos (fue inevitable) y me siento un pollito mojado. Mi hermano frunce el ceño y acaba de darse cuenta que dio en el clavo.

- Ah es mal de amores en serio - afirma y lo peor es que tiene razón. Hago una especie de hipo inconsciente y Gonzalo se mueve a un costado de la cama - Veni, acostate.

Me levanto para acomodarse a su lado tras su pedido y al sentir su contacto a mi izquierda se que no falta mucho para llorar. No por vos, sino por lo que hubiera significado que Gonza no estuviera más ¿Cómo se supone que se sigue cuando un hermano se va?

- Che, estás más grandota vos porque no entramos como antes - y lo fulmino con la mirada. Pendejo de mierda.

- Te aviso que de la única manera que puedo crecer es de ancho, así que gracias por decirme gorda - contesto y mi torre estalla en risas. Me tiento al instante, es imposible no reír junto a él. Es muy contagioso y hoy no es mi día para hacerme la ofendida.

Ya perdí la cuenta de las veces que nos tiramos juntos a hablar en esta misma cama. Una de las primeras fue cuando nuestros viejos nos contaron que se ampliaba la familia a mis doce y a la panza de mamá comenzamos a decirle Delfi. Me hice la madura, cargándolo a Gonzalo porque no podía ponerse celoso (la más caradura, porque a mi también me dieron celos); celos que se acabaron una vez que cruzamos miradas con la pepita.

Otra fue cuando mi hermano estaba enamorado de su mejor amiga y ella no lo veía como otra cosa ni de casualidad (cosa que suele pasar y demasiado seguido). Una de las últimas, cuando nuestros viejos decidieron separarse… y bueno. Esa noche, dormimos los tres juntos en su cuarto.

Me apoyo en su hombro con delicadeza (mi hermano aún está dolorido por el accidente) y siento como con su mano acaricia mi pelo.

- Bueno ¿a quién odiamos? - pregunta Gonza y me roba una sonrisa. Inclino mi cabeza para observarlo.

- A Pedro - digo sin vueltas y mi interlocutor frunce el ceño. Lógicamente, qué va a saber quién sos, suspiro, pensando en todo lo que voy a tener que explicar (y en lo confuso que está todavía en mi cabeza).

- ¿Pedro? - repite y luego de unos segundos su rostro se clarifica - ¿El amigo de Hernán que no te bancas?

Bingo.

- Digamos que "bancar" o no es muy relativo - explico sin siquiera entenderme yo. Pobre del que tenga que escuchar mis quilombos mentales/amorosos/existenciales (sí, tan patética soy que mas o menos pelearme con vos me traba la vida).

- Digamos que del odio al amor hay un solo paso - frase trillada pero real. Si estuviéramos jugando un partido de tenis, lo de mi hermano sería un match point ¡Que manía de acertar cada cosa implícita que surge!

- Estás afilado eh - digo con una sonrisa mientras sacudo su cabello castaño. Él se queja y abandono la lucha al instante; soy muy torpe y nuestros jueguitos siempre terminan mal.

- Bueno, contame - pide y exhalo el aire lentamente. Me cuelgo mirando las rayitas con marcador azul y rojo en el marco de la puerta, de cuándo mamá nos medía, mientras trato de ordenar el suceso de hechos ¿Por dónde empezar? ¿Cómo resumir cuatro años?

- Empiezo desde el principio - aviso y Gonzalo revolea los ojos tras modular un "¿Y de dónde vas a empezar?" y me contengo de empujarlo, porque si se cae de la cama se rompe todo. Me muerdo el labio en compensación y él sonríe satisfecho (mentalmente me anoto, no olvidar hacerle la vida imposible cuando se recomponga).

Tras lo que parecen horas de relato, con lágrimas y puteadas en el medio, le resumo a mi hermano mi "historia con vos" incluyendo nuestros besos perdidos, descolgados y bañados en alcohol, las actitudes gatunas y garcas de mi "amiga" (un par de comillas no es suficiente) Chechu y lo más reciente: tu apoyo cuando mi hermano estuvo en el hospital y el posterior fiasco en la cena que mantuvimos hace unos días. También menciono el mensaje de Facundo.

Suspiro al terminar y lo único que me sale luego de hablar sin parar es abrazar fuerte a Gonzalo. Quizás lo que más me hizo falta estos días fue este tipo de contención; pero estaba muy ocupada jugando a la superada como para pedirla.

- Es un pelotudo - simplifica mi hermano y asiento porque decir eso y darme la razón es prácticamente lo mismo. Aunque muy dentro mío no me guste escuchar que te insulten.

Sus ojos celestes combinan con el empapelado azul de la habitación y me pierdo en un póster de Racing antes de volver a hablar.

- Ya sé.

- Pero Pau… cuando un hombre insiste o siempre vuelve es porque posta quiere o le interesa algo - me explica y no esperaba algo así después del insulto hacia tu persona (lo lógico sería adjetivarte de la peor manera y levantar mi autoestima). De cualquier manera, esto no me ayuda; me confunde más ¿Por qué si te intereso te metes con una amiga mía? - Va más allá de cualquier cuenta pendiente, si no ni se calienta.

- Está bien… pero ¿por qué entonces se mete con Cecilia? - pregunto aunque me duela escuchar la respuesta. Se que mi hermano va a ser sincero y no sé si me va a gustar confirmar lo que creo que es verdad.

- No sé Pochita, pero fijate quién busca a quién - dice y frunzo el ceño, más confundida que antes - Según lo que me contás, es Chechu la que dice que lo va a conquistar y ble. 

- Claro y él es una pobre víctima - simplifico y Gonza se ríe. No le encuentro la gracia.

- No Pau, pero el pibe siempre vuelve a vos. Te busca a vos - vuelve a repetir y entiendo lo que me dice. Supongo que tampoco puedo pretender que se haga lo que yo quiera, pero ¿y los códigos? - Además estuvo con vos cuando más lo necesitaste - y hace referencia al hospital y me tengo que morder el labio para reprimir unas lágrimas que me quedaron por ahí (si, mi capacidad de llorar es ilimitada) - y eso vale un montón. No se hace por cualquiera eh… Ni cualquiera lo hace.

- Aja, ¿y los códigos? - pregunto luego de la frase filosófica que acaba de tirarme mi hermano. Chistosamente, tiene sentido; acompañarme en ese momento con la entereza que tuviste implica un responsabilidad que no cualquiera (justamente) se hubiera bancado. Pero ahí estuviste, sosteniendo mi universo. Sosteniéndome.

- Los códigos van más por el lado de tu amiga me parece… aunque él ahí estuvo mal si quiere estar con vos. Un pelotudo - contesta Gonzalo y me alegro por volver a ese lugar donde todos te odiamos.

- Exactamente mi punto - coincido y me acomodo sobre la cama.

- Pero - y exhalo mientras revoleo los ojos. Siempre tiene que haber un pero (es ley) - es muy difícil seguirte el ritmo a vos Jirafita, porque te embalás y chau…

- Será que Pedrito es muy lento para mí - me defiendo y Gonza estalla en risas. Si no puede estar a mi par es porque no es para mí ¿no?

- Pero las relaciones son siempre sobre ceder… mira el polista, estaba a tu mismo ritmo y así terminaron - refuta mi hermano y tengo que mantener el silencio porque tiene razón. Facundo estaba a mi misma velocidad o más - Si no ceden un poco los dos, las cosas no van a funcionar.

Ceder… dejar entrar. Dar un poco más. 

- Es verdad - solo atino a decir porque no tengo más que agregar.

- Para mi, tienen que hablar - agrega Gonzalo y hago una mueca - Y escucharse. No sé qué puede salir de eso, pero al menos vas a tener la versión completa, no suposiciones - y me guiña un ojo.

Hablar; algo que se me da tan fácil pero que con vos es tan difícil.

- Decirlo, es menos complicado - argumento pero sin ganas de ganar ninguna cuestión. Dentro mío, todo mi universo está revolucionándose, tan solo con la posibilidad de otro final. Enceguecida por mi postura, estaba convencida a olvidar y agregarte a mi lista negra para siempre, sin darte y darme chance (porque es esta es una oportunidad para mí también) de hacer algo por nosotros. De no solo ser un recuerdo frustrado.

- Hacerlo es menos difícil de lo que pensás… deja que fluya - me dice con una sonrisa que me contagia al instante. Y lo abrazo en silencio, porque hablar con mi mellizo falso es recargar energías. Es ordenar ideas y derribar fantasmas.

Que fluya… y que el universo conspire.




De mis favoritos... sino es EL favorito. Si tuviera un hermano, me gustaría que fuera como él ¡Gracias Lalux por todo!

¡Que les lluevan Pedros meneando y llenos de besos... de ustedes!

PD1: Dedicado de inicio a fin a Florchu @Flor_Pauliter , la más popu. 
PD2: Jimena deja de agredirme (?). Si seguís así lo único que te va a llover son modelos de examen. Dani, la converti a Jime en una fan de The OC... soy crá. #BeProud