lunes, 6 de agosto de 2012

XIV.



1460 días.


De 1460 días (que son 4 años) que llevo conociéndote 700 te odie, 400 te ignoré, 300 no me importaste y 60 te lloré (aún sin saber que era exactamente por vos). Todos son números aproximativos, porque nunca tome registro real y porque desde primer año fue ley llevarme matemática en la secundaria (en quinto, la profesora de matemática murmuró un "con razón" al oír que quería estudiar actuación).

Luego de establecer contacto visual por tiempo indeterminado, me muerdo el labio inconscientemente y esbozás una media sonrisa (tus marrones siguen enfrascados en mis verdes). Te rascás la nuca levemente y no puedo evitar sonreír; ese tic me produce ternura.

- ¿Y qué pediste Pau? - me preguntás volviendo a centrarte en mis ojos verdes. Agarro el vaso y tomo un sorbito; esa necesidad de hacerme la interesante...Quizás simplemente lo hago porque me ponés nerviosa (sí, todavía me seguís descolocando).

- No te puedo decir... Sino no se cumple - y revoleás los ojos. No es mi culpa que seas tan escéptico - y quiero que se cumpla.

En realidad, a esta altura es una necesidad más que un querer.

Nos sonreímos y es la primera vez que nos hacemos este tipo de demostraciones en público (aun con 1460 días de amor- odio encima). A vos no parece molestarte la idea, es más, pareciera que te gusta. Eso es nuevo.

Yo no estoy lista para enfrentarme al sin fin de preguntas que podría venirse si alguien se entera. Menos para que Florencia o Zaira o Cecilia se enteren. Y menos que menos si aún entre nosotros las cosas están tan enredadas, malentendidas y por poco erráticas.

Zaira se desploma a mi lado, acompañada de Pey (ésta vez si es ella) y me dan ganas de de invitarla a retirarse ¿Por qué justo ahora?

Me susurra algo al oído, lo cual rompe con la burbuja en la que estábamos metidos y dónde solo existían nuestros deseos. Estamos destinados a la interrupción, especialmente la de ella.

¿Que habrás pedido vos? 

Parece que todos se cansaron de bailar, porque sucesivamente vuelven a acercarse a los sillones. Florencia intenta recuperar su lugar, donde ahora estás sentado vos, pero te negás. Ella frunce el ceño, extrañada, porque hace unas semanas hubieras ocupado la otra punta. Naturalmente, se ubica al lado de Hernán que esta casi enfrentado a nosotros.

- ¿Hey, y Chechu? - inquiere Zaira sin dirigirse a nadie en particular y no puedo evitar mi desinterés. Estamos bien sin ella, gracias. - ¿Vos Peter no sabés nada?

No te sientas observado, por favor.

Necesito de toda mi voluntad para no darme vuelta al instante, como todos los demás, y demostrar mi obvio interés. Cuando lo hago, tratando de permanecer impasible, te noto intacto. Me desespera tu capacidad para que parezca que todo te importa un carajo.

- No, no tengo idea - te limitás a contestar y Flor se inclina para quedar más visible. Su collar parece más largo y su pelo más rojizo, efecto de la luz.

- Qué raro que vos no sepas - comenta Florencia divertida, dejando entrever los rumores que rodean a ustedes dos (propagados por Cecilia, obvio). A mi no me causa gracia, pero Flor tiene un punto. Y es exactamente, lo que me interesa saber, aunque me de miedo preguntar.

- ¿Por qué es raro? Con Chechu no tengo mucha relación - sentenciás y agarro el vaso porque oficialmente acabas de ponerme nerviosa. Delibero entre tirarte el contenido por la cabeza o tragármelo.

- A ver Pepe, pero explicanos. Yo no entiendo nada, pensé que estabas saliendo con ella - dice Zai sin filtro, algo extrañada por tu contestación, y yo bebo lentamente la cerveza. Estos momentos de tensión, son los que me replanteo volver a fumar.

- Nunca salí con ella Zai... Solo fue un beso. A mí me interesa otra persona - contás como si estuvieras diciendo que fuiste a comprar al chino de la esquina de tu casa y casi me atraganto. Se hace un silencio y Florencia, afortunadamente no vio papelón que acabo de hacer, porque está muy ocupada mirando a Hernán y preguntándole con la mirada si él sabe algo. Zaira en cambio, no me saca los ojos de encima, analizándome como si acabara de descubrir algo. Toso alevosamente.

- ¡Ah bueno! - exclama Nan entre risas y siento que me estoy sonrojando y debería haberte tirado la cerveza encima. Me muerdo el labio y los demás lo interpretan como una muestra de fastidio. Genial.

- ¿Quién? - pregunta Pipeta horrorizado, haciendo alusión a la señorita misteriosa que te roba los pensamientos (está bien, esto no lo dijiste, pero como es mi imaginación me permito agregarlo). Estar excluido de esta información le sorprende. 

Mi mente trabaja a la velocidad de la luz pero estoy tan anonadada que no puedo barajar ninguna opción posible. Si llegás a decir mi nombre, no sé cuál va a ser mi reacción. Ojalá no lo hagas (públicamente, personal es otro tema).

- La que lo tiene que saber, lo sabe - finalizás y yo exhalo lentamente. Esa manera tan vos de mantener el misterio pero aún así dejar callados a todos, sin palabras posibles para agregar. Sin embargo esta cuasi declaración lleva todo completamente a otro nivel… Mi hermano tenía razón, te gusto en serio. Pero en serio - Sentite tocada... - me susurrás por debajo y tengo que hacer un esfuerzo enorme para no sonrojarme. Zaira está pasmada... y yo también. Creo que estúpida me describiría mejor, pero la otra palabra se acerca bastante. 

- ¿Y ella qué onda? - pregunta con interés Agustín, tu amigo que juega profesionalmente en Racing. Me cae muy bien (y mejor cuando mete goles).

- Creo que le pasa lo mismo. Espero - y me mirás sin disimulo. No sé qué hacer, así que me guío por mis instintos y te miro mordiéndome el labio porque es obvio que me interesas, que te quiero y que quiero todo con vos . No solamente un beso por temporada.

Sonreís y nadie entiende nada. Que nos entendamos vos y yo es un milagro, así que… 

Dejo el vaso en la mesa, totalmente decidida a no hacerme cargo para dar cualquier tipo de explicación. Si tuviste el tupe de decir todas esas cosas en publico, tema tuyo. Y no por lavarme las manos, sino porque primero, las explicaciones tienen que ser entre nosotros.

No pasan ni siquiera quince minutos, que llega la gran ausente de la noche (ausente hasta ahora, aunque si faltaba no la iba a extrañar). Saluda a los presentes con su sonrisa tan odiosa (absolutamente todo me molesta de ella, más hoy que estás vos) y cuando llega a vos, me pide que me corra para dejarle un lugar en el sofá. Seguí soñando. 

Exhalo lentamente, luego de decirle que no. Pensar que por mí está hoy en esta reunión es un autoboicot (digamos que fue amiga mía antes que de las demás). Más lo es, recordar que la considere una mejor amiga por años. Las vueltas de la vida… y las caretas que se caen.

Zaira le dice que se siente al lado de ella, luego de guiñarme un ojo. Ay cachorra... Siempre tan leal aunque te haya ocultado esto tanto tiempo. No necesito más.

Mientras hablamos entre todos, me acaricias la mano con sutileza, y nadie lo ve porque por fin dejamos de ser el centro de atención (salvo Chechu, que no alcanza a ver tu caricia pero sí cómo no me sacás los ojos de encima). Te sonrío.

Estoy de tan buen humor al ver que te importa poco y nada que ella esté presente que me ofrezco para ir buscar más hielo, con la esperanza de que te aparezcas y podamos hablar tranquilos de una vez. Mis ilusiones se van al tacho cuando Chechu se levanta simultáneamente del sofá conmigo, deseosa de ayudarme. No me queda más que suspirar, porque si me niego insistiría y si puedo evitar que hable (y así no oír su irritante voz) mejor.

En la cocina, los azulejos perfectamente blancos reflejan la luz y cuento al menos dos escudos de Independiente en las paredes. Sería tan fácil adivinar que ésta es la casa de Hernán.

- ¿Saco un bowl? - pregunto mientras abro la alacena porque creo que Hernán no tiene hielera y si la tiene, imposible encontrarla. 

- Dale, saco el hielo - me sonríe Chechu. Intento esbozar una sonrisa, pero logro una muy pobre. Mejor poco que nada.

- Me encanta como le quedan esas camisas a Peter... Me mata - anuncia Cecilia mordiéndose el labio y es tan colgado el comentario que se que me lo hace a propósito. Sino sabe que entre los dos hay algo (no puede definirse en este momento) claramente nuestras miraditas y la negativa para sentarse al lado tuyo no le cayeron nada bien. 

- Mmm - murmuro fingiendo que no me importa. No le voy a dar el gusto.

- Me encanta - agrega mientras deja caer los hielos en el recipiente. Evito mirarla, porque no estoy psicológicamente preparada para ver su sonrisa tonta - Hoy me lo llevo a casa.

Mi piña en su cara, eso es lo que se va a llevar.

La miro con sorna, porque no se me ocurre de que otra manera mirarla ¿No le da vergüenza?

- Primero hay que ver si quiere - comento mientras me alejo de la mesada y mi "amiga" enarca una ceja. Esencial, mi querido Watson.

- Sabés qué Paula, siempre me estás tirando mala onda con Pedro - dice con una prepotencia camuflada. Me repito que mantenerme al margen, es mi mejor estrategia si quiero evitar pelearme con ella. Pero las ganas que tengo de mandarla a la mierda por sin código y mala amiga son más fuertes.

-No es mala onda, es una realidad. - me limito a contestar. Concisa y suficiente.

- La realidad es que estás celosa - ataca como si tuviera una verdad universal entre los labios y cuento ovejas en mi cabeza. Es un método antirrábico. 

- No debería estar celosa de algo que no existe, pero sí me dieron celos - admito y ella se sorprende. Esperaba mi eterna negativa, pero ya me canse de dejarle lugar para que haga lo que quiera - Ahora solo siento lástima... Porque me di cuenta que sos una mina que todo le da lo mismo. 

- Ah bueno, ¿qué te pasa Paula? ¿Tanto te afecta que Pedro no te de bola? - pregunta desafiante y comienzo a angustiarme. Esto no era lo que tenía planeado al venir a buscar hielo.

- Deja de proyectar. Sabés muy bien que sí me da bola y si no te acordás hace memoria. Va a ser difícil lo único, porque estás desmemoriada hace bastante - remato y se hace la sorprendida. Comienzo a sentir una molestia en el pecho y los ojos más acuosos. Me obligo a permanecer dura.

- Uy Paula, no se qué te estará pasando que te la estás agarrando conmigo - se defiende.

- Seguí haciéndote la boluda. No te alcanzo con meterte con mi ex, que te quisiste levantar a Pedro que estuvo conmigo. Venís cagándote en mí desde antes - espeto y niega rotundamente con la cabeza. No solo se hace la boluda sino que me toma como una también. Genial.

- No puedo creer que me eches en cara lo de Facundo ahora... Ya te explique como fueron las cosas. Y Pedro no es nada tuyo, y hasta donde sabía no te lo bancas.

Bla bla, con ese verso a otro lado. Bien que sabe lo de las vacaciones, las ganas que le tuve y le sigo teniendo.

- Tus explicaciones no me alcanzan. Y sabés que con Pedro hay onda desde Gesell… pero a vos no te importa - murmuro, porque si elevo mi tono de voz va a notarse aún más cómo me estoy quebrando.

- Vos nunca me dijiste nada. Y si hay onda entre nosotros, bueno, lo lamento - reflexiona y no se puede ser tan fría. Y negadora.

- Esta bien Chechu seguí agarrando mis sobras. Sos patética. 

Reprimo mis ganas de llorar, no muy segura si de bronca o de tristeza. Odio pelear con la gente.

La dejo con la palabra en la boca (en realidad no sé si agrego algo más, pero mis oídos están entrenados para no oír su voz cuando no tengo ganas) y me vuelvo al living rápidamente. Al llegar cerca del sofá comienzo a tomar mis cosas y acomodo el abrigo en mi brazo izquierdo. Me mirás preocupado.

- Me voy chicos... - anuncio con un hilo de voz. Ser tan transparente es odioso a veces.

- ¿Por qué? - pregunta Flor asombrada y revoleo los ojos. Te materializas a mi lado y agarrás tu campera de cuero, mientras todos nos miran.

- Te llevo - decís y no me estás preguntando. Nadie emite palabra y vuelvo a mirarte.

- No, está bien, me vuelvo en taxi - contesto y vos te rascás la nuca por unos segundos. La verdad, lo único que necesito es irme ya de este lugar; no quiero llorar enfrente de nadie, menos frente a Chechu.

- Llamate un radio taxi - agrega Cecilia que no sé en que momento volvió al living y ni siquiera la miro. Forra - Dale Pepe quedate... ¿Sino como nos volvemos con Zai? - se queja y no puedo creer que le de la cara. La morocha frunce el ceño y la mira desentendida.

- En taxi - simplificás y río internamente - Dale Pau, te llevo. Y si no querés, me voy yo también. No tiene sentido que me quede si te vas - agregás y muero lentamente con tu remate. 

Termino de acomodar mi cartera y Nan nos avisa que el hombre de seguridad nos abre abajo. Mientras nos dirigimos a la puerta, me abrazás de costado dulcemente y deslizo mi brazo por tu espalda. Ya no me importan los demás, solo me importás vos. Y entonces los 1460 días de angustia, bronca, idas, vueltas y desamor parecen nada cuando entre nosotros dos puede haber algo tan incondicional y sincero.





Y al fin el gato encerrado y ubicado en su jaulita, Pepe con los pantalones puestos y Paula siendo fiel a sí misma. Queda nada para el final.

Una cosilla importante. Empecé mi carcel, la fuckultad, por ende el ritmo de subida va a ser claramente distinto. 

¡Besos de Pedros desvistiéndose sensualmente! (?)


9 comentarios:

  1. Buenisimooooooo !!!!! qe bueno qe estuvo este cap.. fuera los gatitos!! jajajajaja meencantoo !!!! pero que maldad de irte y dejarla aca no??? jajjajaja cuando volves a subir no sabes????

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    1. Te copio lo que explique en tw: https://twitter.com/tanpauliter_/status/232626397032615937 https://twitter.com/tanpauliter_/status/232626827393376256 https://twitter.com/tanpauliter_/status/232627089990365185

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  2. BU E NA. Al fin la ubicaron violento a la zorrita esta jajajaja. Pedro ♥

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  3. que buen capitulooooooooo.. el *El no tiene sentido que me quede si te vas* de Pepe es para morir lentamente de amor en cámara lenta..asdfghjkl ♥_♥

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  4. asjajkasdj morí literalmente con este capitulo. Aparte de que nunca me la banque a esa mina con esta novela me estas haciendo odiarla... jajaja necesito más

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  5. Eeeeeeeeeeesa, vamos las pibas y las Paulas!

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