viernes, 17 de agosto de 2012

XV.


Pretérito.


Hasta no hace mucho, pensar en vos era vivir de recuerdos. Vivir de miradas desencontradas, de silencios tajantes e indiferencias simuladas. Digamos que por 4 años jugamos perfectamente nuestro papel de los típicos dos que no se pueden ver ni en pintura (con algunos deslices que incluyeron un par de besos y planteos implícitos reducidos a una mirada fulminante o simplemente a un insulto no merecido).

Ahora, en el presente, estamos sentados en los escalones del edificio de mi casa, casi por inercia más que por deseo (supongo que porque la vía pública es sitio neutral). Te acaricio la mano, entreteniéndome con la rugosidad de tu piel, mientras recorro sus extensiones. Tus latidos son perfectamente audibles; lo único que los acompaña son los autos que transitan la calle de vez en cuando y el borracho de la esquina que gime y hace los ruidos más extraños que oí jamás. Bizarro.

Te miro impaciente (y me olvido del borracho que en este momento habla solo) y vos mantenés la vista fija en el frente. Lanzo un suspiro.

- ¿Podés decir algo? - pido con una sonrisa nerviosa. Vos te tomás tu tiempo para responder, como de costumbre (ojo, me encanta tu pasividad pero a veces me irrita).

- Algo - decís y me muerdo el labio automáticamente. Vos y tus chistes tontos.

Balanceo la cabeza, en desaprobación y vos me mirás divertido. Y cuando lo hacés, me hielo. Tu mirada es tan distinta y tan igual... algo entre los dos definitivamente es diferente. Quizás porque por primera vez, las cosas parecen aclararse y nos estamos redescubriendo.

Lo único seguro es que me descolocás como siempre porque solo alcanza con que acaricies mi pelo dulcemente para estremecerme. Carraspeo.

- Pedro... - me quejo, pero mi sonrisa hace mi reproche poco serio. Vos recuperás el semblante.

- Es que capaz preferís hablar otro día... - explicás y entorno los ojos. De mí no te escapás más.

- Pedro, ya estamos acá. Casi te me declaraste en la casa de Hernán frente a todos nuestros amigos y ¿no te animás a quedarte a hablar conmigo?

- Con vos me animo a todo - rematás haciéndote el galán y me muerdo el labio. Goma (pero lindo).

- Bue... Hace unos días no parecía - contradigo enarcando una ceja, graciosa. Pareces cohibido y te rascás la nuca con rapidez. Mientras, el sonido del viento decora nuestras pausas.

- Tenés razón... - decís y me sorprende que lo admitas sin vueltas o frases misteriosas. Definitivamente, algo cambio - pero nunca deje de querer estar con vos. 

- ¿Y entonces? - pregunto con una mueca aunque sé que lo que te molesto fue el mensaje de Facundo... "Muero de ganas de verte otra vez".

Yo y mi suerte, que justo cuando el tarado aparece después de meses, vos lees sus patéticos intentos de conquista. 

- Se que no tenía derecho a hacerte ninguna escena, pero me dieron celos - te sincerás y asiento. Carraspeás y antes de continuar tamborileo sobre el mármol del escalón - y además sentí que me estabas haciendo lo mismo que la otra vez.

Mi eterna duda. Mi supuesto mal imperdonable que me valió cientos de miradas llenas de reproche. A ver.

- ¿Qué es lo de la otra vez? - inquiero deseosa por develar la incógnita. Hace años que tengo clavada la espina de a qué te referís con "lo tuyo es jugar a dos puntas".

- Lo de año nuevo - explicás y arqueo las cejas, confundida. Perdonarás mi memoria pero lo único que recuerdo, no quiero traerlo a colación - cuándo te fuiste con tu ex ni bien te llamó y me dejaste colgado después de que estuvimos juntos en la cocina.

¿WTF?

- Sí, me fui con él, pero porque no tenía más ganas de ver como te chapabas a Chechu en el balcón - remato mientras me vuelvo al frente. Se que no es justificación, pero era muy pendeja y estaba harta que vos hicieras conmigo lo que se te cante.

- Pero yo no me estaba chapando a Chechu - me explicás tratando de buscar mi mirada y lanzo un bufido irónico - En serio, estabamos en el balcón muy cerca... Pero la corrí y volví a entrar a la casa. Al rato te fuiste con Facundo y bueno, ahí sí.

Me molesta demasiado escuchar de tu boca que estuviste con ella, pero disimulo porque estás siendo sincero y eso para mí es valioso. De todas maneras, qué pendejos, por favor. 

- Cualquiera igual... - musito y vos parecés compungido de verdad - lo de los dos. Muy infantil.

Pasa un auto por primera vez desde que nos sentamos y el viento comienza a levantarse. Siento una ligera brisa en mis mejillas, mientras espero que articules palabra.

- Sí... Pero está bien. A la larga nos sirvió para saber que esto va en serio. Yo quiero estar con vos Pau - me decís entre reo y tímido y te miro sonriendo de costado. 

"En serio" y "quiero estar con vos" son frases para la perpetuidad... ¿Qué odio/prejuicio es lo demasiado fuerte para poder contra una atracción tan grande?

- Yo también. No quiero perder más el tiempo - coincido ampliando la sonrisa - Te quiero.

Y esta vez, no tengo miedo ni reparos en decirlo.

- Te quiero Pau - murmurás entre sonrisas y te acercás un poco más a mí. Siento cómo nuestros cuerpos van adquiriendo contacto y me hago adicta a la calidez que emanás - Sabés, pensé que no ibas a querer hablar conmigo... O que me ibas a tratar muy mal.

- Era la idea... Pero te tuve enfrente y no pude - reconozco rememorando mi idea inicial al llegar a la casa de Hernán. Una charla para aclarar las cosas, nada más, nada de cocina - Igual sos un exagerado, nunca te trato mal - lanzás una risita irónica y aprovecho que te tengo cerca para empujarte mientras me muerdo el labio - ¿Perdón?

- Antes me tratabas mal siempre... - justificás y revoleo los ojos. Te estás olvidando el plural en todo caso, chiquito.

- Ah bueno, ¿y por casa?  Te recuerdo, Peter, que el que empezó con este jueguito fuiste vos - y enarco una ceja luego de decirlo. Hagamos memoria.


Flashback

3 de enero de 2008,  Olivos (mi casa).

Hoy definitivamente es uno de esos días en que el mundo y todo el/lo que lo habita está en mi contra (o yo voy en contra de ellos) y cualquier cosa que intente hacer no sale o lo hace exactamente al revés de lo deseado. Un día anti-Paula.

Quizás es egocéntrico pensar que los millones de personas que habitan este planeta , están complotados para entorpecer mis planes, pero es dicho en un sentido puramente metafórico.

Entonces, repasemos lo que califica al día desastroso como tal: 35 grados de calor (comienzos de verano), el auto en el taller, pileta de casa sucia, obligación de ir a la casa de Flor. La última es la peor de todas; no puedo fallar, por más que lo único que quiera es quedarme mirando Lost en Cuevana con el aire acondicionado a mil. Van los amigos de Hernán que van a la costa, para conocernos antes de viajar. Sigo reticente a la idea de cambiar Pinamar por Gesell, pero soy demasiado buena amiga y ya no puedo echarme para atrás. 

Es mi segundo día sola en casa ; mis papás se fueron con mis hermanos a Punta del Este, por quince días. Están atravesando una profunda y gran crisis que buscan solucionar con tiempo en familia. La verdad, para verlos pelear todos los días prefiero ser la gran ausencia de las vacaciones familiares.

No hay cambio en la mesada (me olvide de sacar plata del cajero), por lo que lo único que me queda es depositar mi fe en el transporte público. El calor que hace es inhumano y se siente aún más entre la gente que me aprieta en el 168 que me lleva a la casa de mi mejor amiga ¿Por qué tanta gente viajando a esta hora?

Mi mal humor se dispara y cuando toco el timbre, tomo aire con la determinación de cambiar mi mala suerte. La abrazo fuerte y me indica que siga hasta el jardín, donde se encontraban mis compañeros de viaje.

No me simpatiza la idea de salir y calcinarme con el sol, pero estoy demasiado cerca de la entrada. Y ni bien pongo un pie afuera no tengo tiempo de respirar que con un manguerazo, me empapan entera.

El celular, el iPod, mi ropa, mi pelo.

Me doy vuelta, con odio, hacia mi agresor y me pierdo observando al boludo que atónito, me mira con la manguera en la mano mientras se rasca la nuca (el boludo sos vos). Con la barba recién cortada, una remera de "Los 
Piojos" y ojos amarronados me mirás expectante.

- Flaco, ¿sos pelotudo? - inquiero con fervor y así un 3 de enero,se inauguran las hostilidades entre nosotros.

Fin flashback.



- Tu cara ese día - recordás mientras te matas de risa y muy en el fondo te agradecí que me mojaras porque el calor era insoportable. Mi celular no tanto, que tuvo que vivir en arroz un día para recuperarse.

- ¿Me vas a seguir cargando? - pregunto simulando molestia y vos haces un esfuerzo por contener la risa - Fue divertido igual - agrego y me regalas otra de tus sonrisas. Hermosas.

Me abrazás de costado y rodeo tu cintura con mi brazo izquierdo. Me acaricias el pelo y descanso los ojos al sentir tu contacto. Al relajarme completamente, mi cuerpo comienza a percibir el frío que está comenzando a hacer y me incorporo.

- ¿No querés pasar? - pregunto con una media sonrisa al separarme de vos. Me mirás sorprendido - Tengo frío - agrego tiritando levemente.

- ¿Estás segura? - decís y revoleo los ojos mientras abandono mi asiento en los escalones. Ya empezamos con las vueltas (y, una vez que soy directa).

- Dale no te hagas el interesante, ya pasamos esa etapa - respondo mientras tironeo de tu brazo para levantarte. Sos pesado eh.

- No es de interesante, no quiero que te sientas obligada - explicás y tus dedos recorren mi brazo. Entrás o entrás.

- Te invito porque quiero - refuto y deposito un beso en tu nariz mientras saco las llaves de la cartera. Te siento sonreír y me abrazás desde atrás mientras nos adentramos en el hall y por suerte, hoy el de seguridad tiene franco. Qué fácil fue convencerte.

Se ve que no fui la única que soñó años con este momento y dejar de hablar en pretérito cuando me refiero a nosotros dos es tan reconfortante como pleno.

Es que... ¿Cómo nos permitimos negarnos esto tanto tiempo?

Siempre dije que las asignaturas pendientes son resoluciones necesarias para algo mayor. Que son tareas a cumplir para poder pasar a lo que sigue. Hoy me doy cuenta que el paradigma se me fue al tacho.

Entre los miles de besos y caricias que nos damos, la necesidad de vos se hace más grande y ya no estoy segura si vos alguna vez vas a dejar algo pendiente en mi vida porque esa es nuestra magia. Es lo que nos hace eternos, únicos e insaciables.

Y me sonreís y me mirás (y te miro y te sonrío) y me conformo con saber que sos mío y que soy tuya... Hasta que estemos más allá del cielo.






FIN





Soy malísima para las despedidas. Pésima. Por eso esto no se termina acá y se viene un epílogo que termina de cerrar este piloncito de 15 capítulos que fue Asignatura.

La verdad, nunca me imagine el impacto (si queremos decirle así) que tuvo esta historia. En ella puse muchas cosas mías: memorias, anécdotas, corazón y cerebro y la mayor satisfacción fue la respuesta que tuve. Gracias a todos por pasarse a leer, hacerme el aguante, querer pegarle a Paula, querer pegarle a Pedro, querer matar a Chechu.

Y fundamentalmente tengo que agradecer a un par de personitas que nombraré a continuación: primerísimas, mis amigas de siempre Dani y Jime, que siempre están haciéndome el aguante, riéndose conmigo y compartiendo la vida. 

Lauci, amiga sos mi consejera n 1 ya tu sabes, gracias por todo. Mar, llave desaparecida, espero que lo leas (?) jajajajaj te quiero puti. Vanchi y Juli por siempre estar ahí tirando buena onda y haciéndome el aguante, son in cre i bles. Y Flor, sos triste, pero sos lo más y se que puedo contar con vos y viceversa para lo que sea. Y Agus, por ser tan tan genia y tan amor de persona.

A las mencionadas, las quiero mucho (no daba repetirlo en cada oración jajaja).

En el epílogo, hacemos un pequeño salto en el tiempo y no enteraremos que pasó con PyP, Chechu, etc.

¡Besos de Pedros facheros con pantalón blanco (como los del video de Bando)!

lunes, 6 de agosto de 2012

XIV.



1460 días.


De 1460 días (que son 4 años) que llevo conociéndote 700 te odie, 400 te ignoré, 300 no me importaste y 60 te lloré (aún sin saber que era exactamente por vos). Todos son números aproximativos, porque nunca tome registro real y porque desde primer año fue ley llevarme matemática en la secundaria (en quinto, la profesora de matemática murmuró un "con razón" al oír que quería estudiar actuación).

Luego de establecer contacto visual por tiempo indeterminado, me muerdo el labio inconscientemente y esbozás una media sonrisa (tus marrones siguen enfrascados en mis verdes). Te rascás la nuca levemente y no puedo evitar sonreír; ese tic me produce ternura.

- ¿Y qué pediste Pau? - me preguntás volviendo a centrarte en mis ojos verdes. Agarro el vaso y tomo un sorbito; esa necesidad de hacerme la interesante...Quizás simplemente lo hago porque me ponés nerviosa (sí, todavía me seguís descolocando).

- No te puedo decir... Sino no se cumple - y revoleás los ojos. No es mi culpa que seas tan escéptico - y quiero que se cumpla.

En realidad, a esta altura es una necesidad más que un querer.

Nos sonreímos y es la primera vez que nos hacemos este tipo de demostraciones en público (aun con 1460 días de amor- odio encima). A vos no parece molestarte la idea, es más, pareciera que te gusta. Eso es nuevo.

Yo no estoy lista para enfrentarme al sin fin de preguntas que podría venirse si alguien se entera. Menos para que Florencia o Zaira o Cecilia se enteren. Y menos que menos si aún entre nosotros las cosas están tan enredadas, malentendidas y por poco erráticas.

Zaira se desploma a mi lado, acompañada de Pey (ésta vez si es ella) y me dan ganas de de invitarla a retirarse ¿Por qué justo ahora?

Me susurra algo al oído, lo cual rompe con la burbuja en la que estábamos metidos y dónde solo existían nuestros deseos. Estamos destinados a la interrupción, especialmente la de ella.

¿Que habrás pedido vos? 

Parece que todos se cansaron de bailar, porque sucesivamente vuelven a acercarse a los sillones. Florencia intenta recuperar su lugar, donde ahora estás sentado vos, pero te negás. Ella frunce el ceño, extrañada, porque hace unas semanas hubieras ocupado la otra punta. Naturalmente, se ubica al lado de Hernán que esta casi enfrentado a nosotros.

- ¿Hey, y Chechu? - inquiere Zaira sin dirigirse a nadie en particular y no puedo evitar mi desinterés. Estamos bien sin ella, gracias. - ¿Vos Peter no sabés nada?

No te sientas observado, por favor.

Necesito de toda mi voluntad para no darme vuelta al instante, como todos los demás, y demostrar mi obvio interés. Cuando lo hago, tratando de permanecer impasible, te noto intacto. Me desespera tu capacidad para que parezca que todo te importa un carajo.

- No, no tengo idea - te limitás a contestar y Flor se inclina para quedar más visible. Su collar parece más largo y su pelo más rojizo, efecto de la luz.

- Qué raro que vos no sepas - comenta Florencia divertida, dejando entrever los rumores que rodean a ustedes dos (propagados por Cecilia, obvio). A mi no me causa gracia, pero Flor tiene un punto. Y es exactamente, lo que me interesa saber, aunque me de miedo preguntar.

- ¿Por qué es raro? Con Chechu no tengo mucha relación - sentenciás y agarro el vaso porque oficialmente acabas de ponerme nerviosa. Delibero entre tirarte el contenido por la cabeza o tragármelo.

- A ver Pepe, pero explicanos. Yo no entiendo nada, pensé que estabas saliendo con ella - dice Zai sin filtro, algo extrañada por tu contestación, y yo bebo lentamente la cerveza. Estos momentos de tensión, son los que me replanteo volver a fumar.

- Nunca salí con ella Zai... Solo fue un beso. A mí me interesa otra persona - contás como si estuvieras diciendo que fuiste a comprar al chino de la esquina de tu casa y casi me atraganto. Se hace un silencio y Florencia, afortunadamente no vio papelón que acabo de hacer, porque está muy ocupada mirando a Hernán y preguntándole con la mirada si él sabe algo. Zaira en cambio, no me saca los ojos de encima, analizándome como si acabara de descubrir algo. Toso alevosamente.

- ¡Ah bueno! - exclama Nan entre risas y siento que me estoy sonrojando y debería haberte tirado la cerveza encima. Me muerdo el labio y los demás lo interpretan como una muestra de fastidio. Genial.

- ¿Quién? - pregunta Pipeta horrorizado, haciendo alusión a la señorita misteriosa que te roba los pensamientos (está bien, esto no lo dijiste, pero como es mi imaginación me permito agregarlo). Estar excluido de esta información le sorprende. 

Mi mente trabaja a la velocidad de la luz pero estoy tan anonadada que no puedo barajar ninguna opción posible. Si llegás a decir mi nombre, no sé cuál va a ser mi reacción. Ojalá no lo hagas (públicamente, personal es otro tema).

- La que lo tiene que saber, lo sabe - finalizás y yo exhalo lentamente. Esa manera tan vos de mantener el misterio pero aún así dejar callados a todos, sin palabras posibles para agregar. Sin embargo esta cuasi declaración lleva todo completamente a otro nivel… Mi hermano tenía razón, te gusto en serio. Pero en serio - Sentite tocada... - me susurrás por debajo y tengo que hacer un esfuerzo enorme para no sonrojarme. Zaira está pasmada... y yo también. Creo que estúpida me describiría mejor, pero la otra palabra se acerca bastante. 

- ¿Y ella qué onda? - pregunta con interés Agustín, tu amigo que juega profesionalmente en Racing. Me cae muy bien (y mejor cuando mete goles).

- Creo que le pasa lo mismo. Espero - y me mirás sin disimulo. No sé qué hacer, así que me guío por mis instintos y te miro mordiéndome el labio porque es obvio que me interesas, que te quiero y que quiero todo con vos . No solamente un beso por temporada.

Sonreís y nadie entiende nada. Que nos entendamos vos y yo es un milagro, así que… 

Dejo el vaso en la mesa, totalmente decidida a no hacerme cargo para dar cualquier tipo de explicación. Si tuviste el tupe de decir todas esas cosas en publico, tema tuyo. Y no por lavarme las manos, sino porque primero, las explicaciones tienen que ser entre nosotros.

No pasan ni siquiera quince minutos, que llega la gran ausente de la noche (ausente hasta ahora, aunque si faltaba no la iba a extrañar). Saluda a los presentes con su sonrisa tan odiosa (absolutamente todo me molesta de ella, más hoy que estás vos) y cuando llega a vos, me pide que me corra para dejarle un lugar en el sofá. Seguí soñando. 

Exhalo lentamente, luego de decirle que no. Pensar que por mí está hoy en esta reunión es un autoboicot (digamos que fue amiga mía antes que de las demás). Más lo es, recordar que la considere una mejor amiga por años. Las vueltas de la vida… y las caretas que se caen.

Zaira le dice que se siente al lado de ella, luego de guiñarme un ojo. Ay cachorra... Siempre tan leal aunque te haya ocultado esto tanto tiempo. No necesito más.

Mientras hablamos entre todos, me acaricias la mano con sutileza, y nadie lo ve porque por fin dejamos de ser el centro de atención (salvo Chechu, que no alcanza a ver tu caricia pero sí cómo no me sacás los ojos de encima). Te sonrío.

Estoy de tan buen humor al ver que te importa poco y nada que ella esté presente que me ofrezco para ir buscar más hielo, con la esperanza de que te aparezcas y podamos hablar tranquilos de una vez. Mis ilusiones se van al tacho cuando Chechu se levanta simultáneamente del sofá conmigo, deseosa de ayudarme. No me queda más que suspirar, porque si me niego insistiría y si puedo evitar que hable (y así no oír su irritante voz) mejor.

En la cocina, los azulejos perfectamente blancos reflejan la luz y cuento al menos dos escudos de Independiente en las paredes. Sería tan fácil adivinar que ésta es la casa de Hernán.

- ¿Saco un bowl? - pregunto mientras abro la alacena porque creo que Hernán no tiene hielera y si la tiene, imposible encontrarla. 

- Dale, saco el hielo - me sonríe Chechu. Intento esbozar una sonrisa, pero logro una muy pobre. Mejor poco que nada.

- Me encanta como le quedan esas camisas a Peter... Me mata - anuncia Cecilia mordiéndose el labio y es tan colgado el comentario que se que me lo hace a propósito. Sino sabe que entre los dos hay algo (no puede definirse en este momento) claramente nuestras miraditas y la negativa para sentarse al lado tuyo no le cayeron nada bien. 

- Mmm - murmuro fingiendo que no me importa. No le voy a dar el gusto.

- Me encanta - agrega mientras deja caer los hielos en el recipiente. Evito mirarla, porque no estoy psicológicamente preparada para ver su sonrisa tonta - Hoy me lo llevo a casa.

Mi piña en su cara, eso es lo que se va a llevar.

La miro con sorna, porque no se me ocurre de que otra manera mirarla ¿No le da vergüenza?

- Primero hay que ver si quiere - comento mientras me alejo de la mesada y mi "amiga" enarca una ceja. Esencial, mi querido Watson.

- Sabés qué Paula, siempre me estás tirando mala onda con Pedro - dice con una prepotencia camuflada. Me repito que mantenerme al margen, es mi mejor estrategia si quiero evitar pelearme con ella. Pero las ganas que tengo de mandarla a la mierda por sin código y mala amiga son más fuertes.

-No es mala onda, es una realidad. - me limito a contestar. Concisa y suficiente.

- La realidad es que estás celosa - ataca como si tuviera una verdad universal entre los labios y cuento ovejas en mi cabeza. Es un método antirrábico. 

- No debería estar celosa de algo que no existe, pero sí me dieron celos - admito y ella se sorprende. Esperaba mi eterna negativa, pero ya me canse de dejarle lugar para que haga lo que quiera - Ahora solo siento lástima... Porque me di cuenta que sos una mina que todo le da lo mismo. 

- Ah bueno, ¿qué te pasa Paula? ¿Tanto te afecta que Pedro no te de bola? - pregunta desafiante y comienzo a angustiarme. Esto no era lo que tenía planeado al venir a buscar hielo.

- Deja de proyectar. Sabés muy bien que sí me da bola y si no te acordás hace memoria. Va a ser difícil lo único, porque estás desmemoriada hace bastante - remato y se hace la sorprendida. Comienzo a sentir una molestia en el pecho y los ojos más acuosos. Me obligo a permanecer dura.

- Uy Paula, no se qué te estará pasando que te la estás agarrando conmigo - se defiende.

- Seguí haciéndote la boluda. No te alcanzo con meterte con mi ex, que te quisiste levantar a Pedro que estuvo conmigo. Venís cagándote en mí desde antes - espeto y niega rotundamente con la cabeza. No solo se hace la boluda sino que me toma como una también. Genial.

- No puedo creer que me eches en cara lo de Facundo ahora... Ya te explique como fueron las cosas. Y Pedro no es nada tuyo, y hasta donde sabía no te lo bancas.

Bla bla, con ese verso a otro lado. Bien que sabe lo de las vacaciones, las ganas que le tuve y le sigo teniendo.

- Tus explicaciones no me alcanzan. Y sabés que con Pedro hay onda desde Gesell… pero a vos no te importa - murmuro, porque si elevo mi tono de voz va a notarse aún más cómo me estoy quebrando.

- Vos nunca me dijiste nada. Y si hay onda entre nosotros, bueno, lo lamento - reflexiona y no se puede ser tan fría. Y negadora.

- Esta bien Chechu seguí agarrando mis sobras. Sos patética. 

Reprimo mis ganas de llorar, no muy segura si de bronca o de tristeza. Odio pelear con la gente.

La dejo con la palabra en la boca (en realidad no sé si agrego algo más, pero mis oídos están entrenados para no oír su voz cuando no tengo ganas) y me vuelvo al living rápidamente. Al llegar cerca del sofá comienzo a tomar mis cosas y acomodo el abrigo en mi brazo izquierdo. Me mirás preocupado.

- Me voy chicos... - anuncio con un hilo de voz. Ser tan transparente es odioso a veces.

- ¿Por qué? - pregunta Flor asombrada y revoleo los ojos. Te materializas a mi lado y agarrás tu campera de cuero, mientras todos nos miran.

- Te llevo - decís y no me estás preguntando. Nadie emite palabra y vuelvo a mirarte.

- No, está bien, me vuelvo en taxi - contesto y vos te rascás la nuca por unos segundos. La verdad, lo único que necesito es irme ya de este lugar; no quiero llorar enfrente de nadie, menos frente a Chechu.

- Llamate un radio taxi - agrega Cecilia que no sé en que momento volvió al living y ni siquiera la miro. Forra - Dale Pepe quedate... ¿Sino como nos volvemos con Zai? - se queja y no puedo creer que le de la cara. La morocha frunce el ceño y la mira desentendida.

- En taxi - simplificás y río internamente - Dale Pau, te llevo. Y si no querés, me voy yo también. No tiene sentido que me quede si te vas - agregás y muero lentamente con tu remate. 

Termino de acomodar mi cartera y Nan nos avisa que el hombre de seguridad nos abre abajo. Mientras nos dirigimos a la puerta, me abrazás de costado dulcemente y deslizo mi brazo por tu espalda. Ya no me importan los demás, solo me importás vos. Y entonces los 1460 días de angustia, bronca, idas, vueltas y desamor parecen nada cuando entre nosotros dos puede haber algo tan incondicional y sincero.





Y al fin el gato encerrado y ubicado en su jaulita, Pepe con los pantalones puestos y Paula siendo fiel a sí misma. Queda nada para el final.

Una cosilla importante. Empecé mi carcel, la fuckultad, por ende el ritmo de subida va a ser claramente distinto. 

¡Besos de Pedros desvistiéndose sensualmente! (?)